Salvini explora una nueva vía moderada
Ha nombrado a un hombre fuerte del partido como responsable de relaciones exteriores
El sector tradicional de la Liga busca ganar poder frente los populistas
La derrota en las elecciones regionales de Emilia Romaña obligan a cambiar de estrategia
En la ‘Emilia roja’ hay dos lugares donde recuerdan especialmente a Matteo Salvini. El primero de ellos es Bibbiano, un municipio de 10.000 habitantes, que utilizó durante meses para una machacona campaña en la que trató de asociar a la izquierda con un oscuro escándalo de adopciones ilegales ocurrido en esta localidad. El segundo se llama Pilastro y es un barrio de la periferia de Bolonia, en el que se produjo el famoso episodio del telefonillo, cuando llamó a un ciudadano tunecino para preguntarle si traficaba con droga.
En ambos lugares, la Liga, el partido de Salvini, perdió por unos 20 puntos contra la izquierda en las últimas elecciones regionales en Emilia Romaña. Bibbiano y Pilastro se convirtieron en fronteras contra el histrionismo de Salvini. Por primera vez el líder populista comprobó que las salidas de tono no siempre dan resultados en las urnas.
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Tras la derrota electoral en Emilia Romaña se abrió un periodo de reflexión en el partido y, poco después, Salvini nombró a su lugarteniente, Giancarlo Giorgetti, responsable de Asuntos Exteriores de la Liga. Giorgetti representa la materia gris de la formación y durante la pasada legislatura fue subsecretario de Estado del presidente del Consejo de Ministros, un cargo que tenía como función marcar en corto al primer ministro, Giuseppe Conte, elegido por los antiguos aliados del Movimiento 5 Estrellas (M5E).
Pragmáticos y populistas
La actual Liga se divide en dos grandes grupos: un sector tradicional, encabezado por los gobernadores del norte, que defiende un clima próspero para los empresarios sustentado en bajadas de impuestos; y la corriente populista, que enarbola un discurso euroescéptico y antiinmigratorio. La Liga sólo se ha convertido en una verdadera fuerza nacional cuando ha adoptado el discurso populista, de la mano de Salvini. Pero cada vez que ha cometido un error, Georgetti y los tradicionalistas se lo han echado en cara.
A nivel internacional, esta división también tiene sus reflejos. El sector pragmático defiende la histórica alianza de la derecha italiana con Estados Unidos, mientras que los populistas han estrechado relaciones con Rusia. El pasado año, la Liga se vio envuelta en un escándalo por presunta financiación irregular por parte del Kremlin, que está estudiando la Justicia italiana.
Meses más tarde, Salvini decidió romper el Gobierno que mantenía con el M5E, intentando forzar elecciones anticipadas y Estados Unidos le retiró su apoyo. Mientras el primer ministro Conte intentaba seguir en el cargo, pactando con el socialdemócrata Partido Demócratico, Donald Trump mandó un tuit bendiciendo al premier italiano y su nueva alianza.
La vía moderada
Los apoyos exteriores han sido siempre decisivos para la política interna italiana. Por eso la Liga estaría intentando explorar una vía más moderada, guiada por Giancarlo Georgetti. El día después de que el Senado levantara la inmunidad parlamentaria de Salvini para que sea juzgado por haber impedido el desembarco de un barco italiano, los dos dirigentes del partido acudieron a la sede de la Asociación de Periodistas Extranjeros de Roma para ofrecer sus nuevas líneas maestras.
“Hace un año estábamos locos porque éramos los únicos eurocríticos, pero ahora resulta que todos quieren cambiar las reglas europeas. Sin embargo, quiero dejar claro que no queremos salir de ningún sitio, de la UE ni del euro”, dijo Salvini. El líder de la Liga habló de estrechar lazos con Alemania e insistió en su versión de que las sanciones a Rusia son “inútiles”, sin que eso signifique echarse a los brazos de Moscú.
El mensaje que debía pasar es que la derecha, encabezada por la Liga, gobierna en la mayoría de los ayuntamientos del norte y en 14 regiones por sólo seis del centroizquierda. Es decir, que se trata de un partido fiable, pese a haber contado con una prensa hostil, y que antes o después la mayoría que le otorgan las encuestas a Salvini le dará el Gobierno. Sin embargo, dos días más tarde Salvini y el sector más euroescéptico del partido estaban sugiriendo que si Italia no consigue lo que quiere en la UE, sería mejor seguir el ejemplo del Reino Unido.
Los instintos de Salvini
“Parece que el traje de moderado se lo pone un día sí y otro no. Y quizás sea esa la estrategia buscada, la de tranquilizar a los sectores productivos del país, sin perder a esa parte del electorado descontento que ha conseguido Salvini en todo este tiempo”, asegura Giovanni Orsina, politólogo de la Universidad Luiss. No es la primera vez que el líder de la Liga ha buscado ofrecer un lado centrista, como en distintas etapas cuando era ministro del Interior. Siempre eligió entonces reunirse con los corresponsales y poco después volvió al griterío habitual.
Orsina añade que, al fin y al cabo, “ha sido una estrategia vencedora, que le ha llevado a un 34% de consenso [en las últimas elecciones europeas]. Salvini es un hombre de la calle, que entiende muy bien al ciudadano corriente, pero tampoco sabemos si es capaz de adoptar otro tono”. Ese 34% no ha conseguido rentabilizarlo ni en el Parlamento Europeo, donde su grupo político apenas tiene influencia; ni en casa, ya que no le ha servido para hacer caer al Gobierno.
Presión por la derecha
Y mientras, por la derecha, la líder de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, aumenta la presión. Con un discurso también populista, pero mucho más reconocible dentro de una derecha conservadora, los últimos sondeos de Demos para Il Corriere della Sera ya le dan un 13%. La Liga sigue en cabeza, con un 29%, pero mientras el partido de Salvini parece haber tocado techo en esa cota, Hermanos de Italia sigue creciendo.
Hace unas semanas, Meloni sirvió de anfitriona para una cumbre en Roma con representantes de la ultraderecha europea, entre quienes estaban Santiago Abascal o el primer ministro húngaro, Viktor Orbán. Salvini aparecía en el programa, pero a última hora decidió no acudir, porque estaba “ocupado en otros asuntos”, dijo. Evitó, en cualquier caso, la foto con los ultras.
“No considero que seamos un partido de derecha radical. Si tenemos un 30% de los apoyos, debemos hablarles a todos los italianos”, sostiene Salvini. Y añade que con un porcentaje de votos alto, pero insuficiente para llegar al Gobierno por sí solos, celebra el crecimiento de otras fuerzas de derechas. De momento, en sus últimas apariciones públicas ha hablado del aborto y ha recuperado el rosario. Elementos que atraen al clásico votante conservador italiano.