Joaquín Ciria, un inmigrante cubano, fue condenado en 1991 en Estados Unidos por un asesinato que no cometió. El hombre, de 61 años, acababa de ser padre cuando entró en la cárcel y ha salido 32 años después tras ser declarado inocente, y demostrarse que una persona, bajo presión policial, testificó en su contra a cambio de inmunidad total.
A sus 29 años, Joaquín Ciria fue condenado por el asesinato de su amigo Félix Bastarrica en San Francisco y por el que ha pagado 32 años en la cárcel sin ser culpable. Y justo cuando acababa de ser padre de un hijo al que solo ha podido ver a través de los cristales de la cárcel.
La esposa de Ciria, Yojana Paiz, siempre confió en su inocencia. “De la noche a la mañana yo me quedé con mi niño de seis semanas de nacido. Hoy las lágrimas son de alegría, de saber que mi hijo va a estar finalmente con su papá después de 32 años que se lo quitaron”, dijo su mujer a Noticias Univision 14.
Joaquín Ciria podría recibir 140 dólares por cada día que estuvo en la cárcel sin ser culpable, es decir, más de un millón si reclama una compensación por daños y perjuicios a su sentencia.
Y todo por un falso testimonio que fue crucial para 'resolver el caso'. George Varela, bajo presiones policiales, y para confirmar la versión de algunos rumores que llegaban de la calle, aseguró que él conducía el coche en el que huyeron y Joaquín Ciria fue el que disparó a Félix Bastarrica.
Con este falso testimonio, Varela consiguió la inmunidad total y ‘condenó’ a Ciria a pasar 32 años en la cárcel por un crimen que no cometió. Varela estaba expuesto a que se presentaran cargos contra él, si no identificaba a Ciria como el que disparó a su amigo.
“El juez no escuchó la evidencia de un sospechoso alternativo ni que Ciria tenía una coartada, esto pese a que dos personas estaban disponibles y dispuestas a testificar en su favor”, señaló el reporte de la Fiscalía. Joaquín Ciria ya está reunido con su familia y puede disfrutar de su hijo, ya de 32 años, y del que se ha perdido toda su vida hasta ahora.