El Ejército de Rusia ha atacado este jueves el este de Ucrania desde múltiples frentes. Los soldados rusos intentan hacerse con el control de algunas localidades como Popasna (Lugansk), en el Donbás, donde se han encontrado con la feroz resistencia de las fuerzas ucranias. La ciudad está quedando reducida a escombros.
Rusia, por su parte, ha denunciado un ataque masivo de cohetes contra Jersón, región que ya está bajo su control, según han anunciado este mismo jueves. Se espera que se intensifiquen los ataques en el Donbás, porque es ahí donde reagrupan a las tropas.
Así, desde Jersón, las tropas del Kremlin avanzan también hacia el oeste, hacia puntos como Odesa, donde también se está atacando desde el Mar Negro y donde el Ejército ruso tiene una flota de unos 20 barcos, según los informes.
Este jueves se han registrado la caída de bombas contra la propaganda rusa. La torre de televisión de Jersón es todo un símbolo de la invasión. Gracias a ella, Vladímir Putin establece su relato en una zona al lado de Crimea que considera vital para sus intereses, y cuyos vecinos se están resistiendo con furia a la ocupación.
El Ejército de Zelenski está recrudeciendo sus ataques y lanzando más contraofensivas a medida que recibiendo armamento pesado de los países occidentales. Por lo pronto, su aviación vuelve a estar operativa. Y vuelve a hacer daño al enemigo. Los combates son casi siempre cuerpo a cuerpo. Se lucha por cada palmo de terreno.
Los militares chechenos de Ramzan Kadyrov, las tropas más preparadas y también las que menos miramientos tienen, se graban mientras avanzan a través de las localidades del Donbás. Ellos mismos curan a sus heridos y se ocupan de la logística y del abastecimiento. Son los protegidos de Putin, los que siempre están listos para el trabajo sucio.