La imagen de la capitana del Sea Watch, Carola Rackete, desafiando al ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, se ha convertido en un poderoso símbolo. La prensa, ayudada ahora de las redes sociales, tiende a crear mitos. Para unos, la activista es el mejor ejemplo de resistencia ante las políticas migratorias de Salvini; mientras que un amplio espectro de italianos -mayoría, dicen las empresas demoscópicas- piensa de ella que está fuera de la ley y que su desobediencia sólo se debe a la ingenuidad de quienes creen que Italia puede seguir acogiendo inmigrantes, una postura amplificada por el ministro del Interior y su maquinaria propagandística.
En este contexto se abren dos visiones opuestas: la de una sociedad abierta y tolerante con el de fuera o el cierre de fronteras. Queda claro que existe una fuerte corriente política que respalda la segunda opción, mientras que la primera tiene en el papa Francisco a su mejor embajador.
El papa embajador de los migrantes
Este lunes, aprovechando que se cumplía el sexto aniversario de su visita a Lampedusa -fue el primer viaje de su pontificado, en una evidente declaración de intenciones-, celebró una misa en honor a los migrantes y a quienes ayudan a rescatarlos en el mar. Cerca de 250 de ellos ocuparon la basílica de San Pedro, en un acto al que no se permitió la entrada a periodistas para preservar la intimidad de los homenajeados. En este día, Francisco decía pensar “en los últimos”. Es decir, en quienes son “engañados y abandonados para morir en el desierto”, los “torturados, maltratados y violados en campos de detención”, “los últimos que desafían las olas de un mar despiadado” o aquellos que “son dejados en campos de una acogida que es demasiado larga para ser llamada temporal”.
Tras esta larga descripción, el papa recordó que “no se trata sólo de cuestiones sociales o migratorias”. “No se trata sólo de migrantes, en el doble sentido de que los migrantes son antes que nada seres humanos, y que hoy son el símbolo de todos los descartados de la sociedad globalizada”, añadió.
Los resultados de la globalización están siempre presentes en el discurso del pontífice y esa apuesta por la acogida compone la piedra angular de la visión geopolítica que lo enfrenta a los soberanistas, que no dudan en alzar la voz contra él. Este lunes Salvini calló ante la homilía en el Vaticano, aunque en otras ocasiones ya se ha saltado esa regla no escrita en Italia de que a un papa no se le critica en público.
Enfrentamiento entre el Vaticano y el Gobierno italiano
La celebración religiosa cobró una especial importancia tras el conflicto abierto entre el Gobierno de Roma y las ONG. No sólo es Carola Rackete y el Sea Watch, sino que este mismo lunes las autoridades confiscaron un velero de la organización italiana Mediterranea, que el día anterior había desembarcado en Lampedusa con 41 migrantes, pese a la negativa del Ejecutivo; mientras que la alemana Sea-Eye tuvo que atracar en Malta con otros 65 rescatados, con el peligro que conllevaba aumentar las horas de navegación, para evitar mayores problemas a nivel político. Con la vista puesta en estos casos, el papa argentino exclamó que “hay que ayudar a los más débiles y vulnerables”.
Fuentes de Sea Watch y la española Open Arms -que se encuentra de misión en el Mediterráneo- consultadas por este medio negaron que hubiera presencia de sus organizaciones en la misa, aunque sí acudieron otros trabajadores humanitarios.
En el caso del último episodio con la ONG Mediterranea, la polémica enfrentó directamente a Salvini con la ministra de Defensa, Elisabetta Trenta, del Movimiento 5 Estrellas. Porque si bien, desde Interior negaron el acceso a puerto a los socorristas, finalmente militares italianos escoltaron al velero hasta el puerto.
En las páginas de Il Corriere della Sera, Trenta dijo que había advertido a Salvini que acabar con la Misión Sophia, un operativo europeo por el que barcos militares patrullaban el Mediterráneo para arrestar a los traficantes, supondría la vuelta de las ONG.
La intransigencia de Salvini para que otros países acogieran a los migrantes rescatados por Italia provocó hace unos meses que esta operación quedara vacía de medios. La respuesta del ministro del Interior a su colega fue que sus políticas han reducido el número de desembarcos. Sin embargo, las ONG siguen rescatando a personas en el mar, con el Gobierno italiano en su contra y el apoyo moral del papa.