La vieja rivalidad entre británicos y franceses, en el centro de la crisis del Brexit
Francia se ha convertido en el último escollo para el Reino Unido para conseguir cerrar un acuerdo vital para ambas partes
Los dos países vecinos han mantenido una relación de amor y odio desde la conquista de los normandos en 1066
De Gaulle vetó la entrada de los británicos a la UE en 1963 con el argumento profético de que eran proestadounidenses y poco europeístas
Francia se ha vuelto a entrometer en el camino del Reino Unido. El primer ministro británico, Boris Johnson, tenía prácticamente cerrado el acuerdo comercial del Brexit con la Unión Europea (UE) cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, desconfió e impuso nuevas condiciones que no gustaron a Londres. Johnson quiso reunirse con Macron pero la respuesta de la UE fue que ellos hablaban como bloque y adoptaron las exigencias de Francia pese a que había países europeos que no las compartían.
Hay dos puntos que bloquean el acuerdo. El primero es cómo protegerse de la posible competencia desleal en la que los franceses creen que pueden incurrir los británicos. “Los británicos quieren tener acceso privilegiado al mercado único sin limitaciones por sus estándares sociales, medioambientales y de salud, algo que es inaceptable”, dijo el ministro de Europa francés, Clément Beaune. Francia demanda un mecanismo que garantice que el Reino Unido no pueda socavar los negocios europeos. Johnson, por su parte, no acepta ningún sistema que limite su independencia.
MÁS
El segundo es la pesca. Los pescadores europeos tienen derecho al 57% de la pesca en aguas británicas, por el 43% de los británicos. Londres quiere doblar su cuota al 80%, mientras que la UE acepta hasta un 60 o 65%. Los británicos, además, piden negociar las cuotas anualmente y por tipo de pescado como Noruega, algo que no quiere la UE. Para el Reino Unido, la pesca únicamente supone un 0,1% de su PIB y es una parte muy baja también para los europeos. Sin embargo, es importante para las zonas costeras del norte de Francia.
Para Johnson y los británicos es una cuestión emocional, de orgullo. Fue una promesa de los brexiteros durante el referéndum. Simboliza la independencia de la UE. Todo esto ha terminado con el despliegue de cuatro buques de la Armada británica en el canal de Mancha para evitar que los pescadores franceses accedan a sus aguas a partir del uno de enero. Es un episodio más en la relación de amor y odio entre británicos y franceses a lo largo de la historia.
La conquista de los normandos
La historia bélica entre los dos países empezó con la invasión normanda de Inglaterra en 1066 con un ejército de normandos, bretones, flamencos y franceses liderado por Guillermo el Conquistador, que se convirtió en el primer rey normando de los ingleses. Enrique III de Inglaterra intentó invadir Francia en 1230 pero fracasó. Durante prácticamente toda la Edad Media ingleses y franceses estuvieron en guerra. En la guerra de los cien años los franceses derrotaron a los ingleses.
En 1295 las coronas francesa y escocesa firmaron una alianza que duró 265 años para protegerse por el sur o por el norte si les invadían los ingleses. En 1603 se unieron las tres coronas, la inglesa, la escocesa y la irlandesa, y Jaime VI de Escocia se convirtió en I de Inglaterra e Irlanda. En 1707 se creó el Reino Unido y se desarrolló una monarquía parlamentaria, mientras que los franceses siguieron con una monarquía absolutista hasta la Revolución Francesa de 1789.
Durante el siglo XIX, el emperador francés Napoleón Bonaparte intentó invadir la isla de Gran Bretaña en una guerra que terminaría con la victoria de la armada británica, comandada por el almirante Horatio Nelson, en el cabo de Trafalgar ante los franceses y los españoles en 1805. En 1815 las tropas británicas, holandesas y alemanas, comandadas por el Duque de Wellington, y el ejército prusiano derrotaron al ejército francés de Napoleón en la batalla de Waterloo, en Bélgica.
El siglo XX lo inauguraron con la ‘Entente Cordiale’, un acuerdo de no agresión y de regulación de la expansión colonial firmado en 1904 entre franceses y británicos y que han ido renovando a lo largo de los años desde entonces. Los franceses y los ingleses se convirtieron en aliados íntimos. Combatieron juntos en la Primera Guerra Mundial (1914-18) contra los alemanes y en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) contra los nazis alemanes y ganaron las dos guerras. También se unieron en la crisis de Suez, en 1956, y se pusieron de parte de Israel contra los egipcios.
La Unión franco-británica
En 1940 estuvieron a punto de convertirse en un único país en plena guerra contra los nazis. La propuesta salió de Francia. Ante el avance imparable del ejército del Reich hacia el frente occidental, el diplomático Jean Monnet, que más tarde sería el padre de la UE y que estaba en Londres en una misión económica, propuso la creación de una Unión franco-británica. El objetivo era evitar la rendición francesa ante la Alemania nazi y tratar de luchar desde las colonias. Tanto Winston Churchill, primer ministro británico, como Charles De Gaulle, secretario del Consejo de Defensa Nacional francés, estuvieron de acuerdo.
Se llegó a redactar una Constitución que se hizo pública el 16 de junio de 1940. Decía que crearían ministerios compartidos de defensa, de asuntos exteriores, de finanzas y de políticas económicas. Decía que todos los ciudadanos franceses serían británicos y los británicos, franceses. Organizaron una reunión para sellar el acuerdo al día siguiente en la localidad francesa de Concarneau.
De Gaulle llamó al primer ministro Paul Reynaud, que se mostró encantado con la idea. Pero se encontró con la oposición del mariscal Phillippe Petain y de los petainistas del gabinete de Reynaud que temían que Reino Unido quisiera quedarse con sus colonias y dijeron que “mejor ser una provincia nazi que un dominio británico”. Al día siguiente Petain firmó el armisticio con los nazis y fundó el régimen colaboracionista de Vichy. No llegó a celebrarse la reunión en Concarneau.
La profecía de De Gaulle
Monnet quería crear los Estados Unidos de Europa. Aquella constitución franco-británica sirvió de base más tarde para fundar la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1957 con Alemania Occidental, Francia, Italia, Luxemburgo, Bélgica y Holanda. Fue precisamente Charles De Gaulle, el presidente francés, quien en 1963 vetó la entrada de Reino Unido en el selecto grupo. Argumentó que era poco europeísta, que quería imponer sus propias condiciones, que su actividad era eminentemente industrial y comercial, poco agrícola, y que comerciaba con países lejanos. Y, sobre todo, temía que fuera el caballo de Troya de los Estados Unidos para debilitar la unión europea. Muchos analistas consideran los argumentos de De Gaulle como proféticos.
De Gaulle vetó de nuevo la entrada de Reino Unido cuatro años más tarde. No fue hasta 1973 cuando, con De Gaulle ya muerto, Reino Unido fue admitido en la CEE junto a Dinamarca e Irlanda. Pero las tiranteces siguieron. En 2005 se produjeron fuertes tensiones entre el presidente francés, Jacques Chirac, y el primer ministro británico, Tony Blair, para congelar o rebajar el llamado “cheque británico”, que era una compensación de 5.000 millones de euros al año que Bruselas le entregaba a Londres por contribuir a la Política Agrícola Común (PAC) sin tener apenas agricultura, un privilegio logrado por Thatcher en 1984. En 2016 se cumplió la profecía de De Gaulle y Reino Unido votó salir de la UE.
Treinta y tres kilómetros de distancia
En su punto más cercano del Canal de la Mancha, las costas de Francia e Inglaterra están a treinta y tres kilómetros de distancia, pero a veces parece que les separe un océano. El exlíder conservador, William Hague, explicó, en una columna en el ‘Daily Telegraph’, su experiencia como ministro de exteriores del gobierno de Cameron entre 2010 y 2014. “Experimenté cómo las relaciones con Francia pueden ser profundamente íntimas y altamente productivas a diario y, sin embargo, dar lugar a fuertes enfrentamientos sobre cuestiones europeas”, dijo.
Hague explicó que ambos países tienen una diferente idea de la UE. Mientras los británicos miran al otro lado del Atlántico y hacia fuera, los franceses giran la mirada hacia dentro y sueñan con una Europa unida con ellos liderándola. Explicó que los franceses recelan de la cercanía de los británicos con los Estados Unidos y que Francia y Reino Unido se necesitan a nivel militar y de seguridad.
El despliegue de la flota británica por las aguas del canal es parte del pulso que Johnson mantiene con el presidente Macron. El ministro de exteriores, Dominic Raab, ha dicho que, si no llegan a un acuerdo antes del 31 de diciembre, los pescadores franceses no volverán a echar las redes en aguas británicas. Esto conllevaría la pérdida de muchos puestos de trabajo en localidades pesqueras del norte de Francia. Johnson está convencido de que la UE acabará cediendo en el último momento si muestra que no tiene miedo a salir sin acuerdo.
Pero lo cierto es que los datos oficiales dicen que si el Reino Unido sale sin acuerdo perderá 43.500 millones de euros en un año. El 50 por ciento de las importaciones británicas proceden de la UE y el 47 por ciento de las exportaciones tienen como destino la UE mientras que, para Bruselas, el Reino Unido supone el 4 por ciento de sus exportaciones y el 6 por ciento de sus importaciones. A nadie le interesa salir de forma abrupta. Y todas las partes están condenadas a entenderse tarde o temprano.