Reino Unido se prepara para la vacunación masiva del Covid
Está desarrollando toda la logística para iniciar la campaña en enero cuando se apruebe la vacuna de Pfizer
Espera inmunizar a un millón de personas diarias en campos de fútbol y centros de conferencias
El principal obstáculo es la desconfianza de la población espoleada por los grupos antivacunas
Los estadios de fútbol ingleses volverán a llenarse a partir de enero, pero no de aficionados para asistir a partidos sino de ciudadanos para ponerse la vacuna contra el coronavirus. El gobierno está ultimando toda la infraestructura para iniciar la campaña de vacunación cuando el regulador apruebe la vacuna producida conjuntamente por la farmacéutica estadounidense Pfizer y la empresa de biotecnología alemana BioNtech. En la primera fase esperan vacunar a 20 millones de personas, dos terceras partes del total de la población, a un ritmo de un millón de personas por semana.
Se espera que la vacuna de Pfizer sea la primera en estar disponible en el mundo. Se adelantaría a la rusa, Sputnik V, y a la de la Universidad de Oxford y la farmacéutica suiza AstraZeneca. El gobierno británico ha comprado ya 40 millones de dosis de la de Pfizer y 100 millones de la de AstraZeneca. La Comisión Europea ha encargado 200 millones de dosis más cien opcionales a Pfizer (de las cuales 20 millones corresponderían a España) y 400 millones a AstraZeneca (31,5 para España). La vacuna de Pfizer requiere dos dosis para cada persona. Pfizer ya ha concluido la tercera y última fase y ha funcionado en el 90 por ciento de las 43.000 personas en las que se ha probado.
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Cinco mil dosis diarias en cada estadio
Podría estar lista para diciembre y ser suministrada ya a principios de 2021. Entonces el gobierno de Londres empezará la campaña masiva de vacunación. Se pretende inmunizar primero a grupos prioritarios como personal médico, trabajadores en residencias de ancianos y gente mayor. Se habituarán 1.560 centros de vacunación en todo el país administrados por médicos de cabecera para suministrar entre 200 y 500 inyecciones diarias.
Mientras que otras 5.000 dosis diarias serán ofrecidas en campos de futbol y centros de conferencias. Estos espacios tan amplios permitirán que se mantenga la distancia social en las colas, que se tome la temperatura a todas las personas y también crear un espacio para que cada ciudadano repose quince minutos tras ponerse la vacuna.
Se reclutarán también médicos y enfermeras para ayudar en la campaña. Los vacunadores recorrerán el país de arriba abajo con autobuses y furgonetas. Incluso se suministrarán vacunas en templos religiosos. El objetivo es vacunar al mayor número de personas posible para puedan regresar a la normalidad lo antes posible y revitalizar la economía. Para lograr la inmunidad colectiva hace falta inmunizar al 70 por ciento de la población.
Desconfianza en la vacuna
Sin embargo, el gobierno se encontrará con un enemigo inesperado: la desconfianza en la vacuna del Covid. Según un estudio de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, solo el 52 por ciento de los británicos estarían dispuestos a ponerse la vacuna. Es un tanto por ciento bajo teniendo en cuenta que en 2019 el Reino Unido era el país que más creía en las vacunas con el 92 por ciento de la población en relación con el 79 por ciento del resto del mundo, según un estudio de la organización benéfica de investigación biomédica The Wellcome Trust.
Esta confianza ha bajado en los últimos tiempos por la polarización que ha provocado el movimiento antivacunas, muy fuerte en el Reino Unido. No en vano este movimiento empezó en Inglaterra a finales del siglo XIX cuando decenas de miles de personas salieron a las calles para oponerse a la vacunación obligatoria contra la viruela. Aunque en este caso la vacuna contra el Covid no será obligatoria.
Para poner un ejemplo de este cambio de tendencia, la Organización Mundial de Salud declaró el 2017 al Reino Unido país libre de sarampión, o sea, que había eliminado la transmisión endémica de esta enfermedad en su territorio. Pero el sarampión volvió a ser detectado en el Reino Unido en el 2019 y perdió ese estatus. Muchos padres habían dejado de poner la vacuna a sus hijos influidos por los activistas antivacunas. Ahora han movido su foco hacia el coronavirus.
Frenar a los antivacunas
Los antivacunas utilizan las redes sociales para expandir ideas y teorías como que las vacunas provocan autismo o daño cerebral desmentidas por científicos y calificadas como ‘fake news’. En un intento de frenar estos bulos, el gobierno británico anunció la semana pasada un paquete de medidas con empresas de redes sociales como Facebook, Twitter o de servicios de Internet como Google. Se comprometieron a no beneficiarse de las noticias falsas sobre la vacuna del covid-19. Y prometieron actuar más rápidamente para eliminar el contenido que les señalara el gobierno.
Pero el Partido Laborista considera que estas medidas no van lo suficientemente lejos y ha cuestionado por qué no se están cerrando los grupos antivacunas. Pide que se introduzca en el parlamento una legislación de emergencia que contemple sanciones financieras y penales contra aquellas redes sociales que no retiren de sus espacios historias falsas que hagan referencia a desventajas de las vacunas.
En una carta enviada al ministro de cultura, Oliver Dowden, el Partido Laborista dijo que había grupos en red con cientos de miles de seguidores que estaban “produciendo desinformación” sobre el tema. La responsable de cultura de la oposición laborista, Jo Stevens, dijo que “la difusión de desinformación en internet supone un peligro real” para la adopción de cualquier vacuna potencial. “Se trata de una cuestión de vida o muerte y solo que se disuada a una persona de vacunarse por esta información es demasiado”, dijo Stevens.
Traslado a menos de 75 grados centígrados
El gobierno está preparando toda la logística para la vacuna. Ésta será fabricada en la planta de Pfizer en Puurs, en Bélgica, y será trasladada al Reino Unido mediante una cadena segura de suministro de frío. Serán contenidas en cajas frigoríficas de alta tecnología especialmente diseñadas para almacenar 1.000 viales cada una a temperaturas de menos 75 grados centígrados durante un máximo de 10 días. Cada una de estas cajas llevará sensores de calor que transmitirán lecturas de temperatura a un centro de control de Pfizer para garantizar que la eficacia del medicamento no se vea alterada mientras se transporta.
Las vacunas serán transportadas en avión al Reino Unido y después los viales serán distribuidos a los distintos puntos de vacunación, donde podrán ser almacenados a temperaturas entre 2 y 8 grados centígrados durante un máximo de cinco días. El gobierno también se ha asegurado —por 55 millones de euros)— espacio en una planta industrial de Gales para almacenar los 100 millones de vacunas de AstraZeneca cuando sean aprobadas.
La amenaza de un Brexit sin acuerdo
Otro contratiempo con el que se puede encontrar el Reino Unido es un Brexit sin acuerdo, por ahora la opción más probable dada la postura intransigente de Johnson. El Brexit sin acuerdo podría provocar el colapso físico y administrativo en las fronteras y el establecimiento de aranceles en todos los productos porque el Reino Unido quedaría sometido a las reglas de la Organización Mundial del Comercio.
Esto podría afectar la cadena de suministro de la vacuna de Pfizer ya que los primeros 10 millones llegarían antes de fin de año y los 30 millones restantes después. La farmacéutica se ha asegurado rutas prioritarias dentro de los planes de contingencia en el caso de que se produzca un Brexit sin acuerdo y no cree que la cadena se vea interrumpida en la frontera. El gobierno también ha afirmado que tampoco cree que que afecte. En cualquier caso, el mes pasado firmó contratos con ferry por valor de 97 millones de euros para asegurar la capacidad la entrada de suministros médicos en nueve rutas portuarias alternativas.
El gobierno británico tiene ya muy avanzada la logística para la distribución y aplicación de la vacuna. Ahora solo le quedará convencer a la gente. De momento ya se ha gastado desde marzo 145 millones de euros en campañas de información y de concienciación de la población sobre la pandemia, un gasto criticado por los laboristas. Y a buen seguro invertirá en una campaña de comunicación para convencer a los indecisos y a los incrédulos de los beneficios de la vacuna del Covid para conseguir llenar en enero los estadios vacíos de fútbol.