Luke Patey: "Tenemos que reconocer los límites del poder de China para atajar su influencia"

  • Luke Patey, autor del libro 'How China Loses' o “Cómo pierde China”, explica a NIUS la fórmula para contener la dictadura china

China es el país más poblado del planeta, con casi 1.400 millones de personas. Su presupuesto militar es el segundo mayor del mundo y según fuentes oficiales alcanzaba en 2020 los 140.500 millones de dólares. La economía China es la segunda mayor del plantea y se estima que, en acción exterior, el país de Xi Jinping ha invertido no menos de 1 billón (con b) de dólares en proyectos de infraestructuras en 130 países, literalmente más de medio mundo.

Todo esto son realidades en las que se expresa el poder de China. Del poder chino también hemos tenido noticias mezcladas con campañas de propaganda sobre cómo, entre otras cosas, el gigante asiático ha lidiado con éxito ante el coronavirus y cómo ha prestado ayuda a otras naciones golpeadas por la pandemia, incluidas naciones occidentales.

Mucho se ha debatido sobre si el coronavirus ha fortalecido o no la posición de China en el mundo.Hay quienes han visto en lo que desde Pekín se presenta como exitosa gestión del coronavirus la prueba de la existencia de un gigante asiático emergido como superpotencia internacional capaz ya de rivalizar con Estados Unidos en una nueva edición de la Guerra Fría.

Pero no hay obligación de pensar así. Es más, abundan los motivos para no hacerlo.

El investigador Luke Patey, ofrece en su libro How China Loses o “Cómo pierde China”, editado este año por la prestigiosa Oxford University Press, abundantes razones para matizar mucho eso de que parece inexorable que la próxima “hiperpotencia” – retomando el concepto que el ex ministro francés de Asuntos Exteriores Hubert Védrine aplicaba a Estados Unidos – será China.

“Es demasiado simplista pensar que la Unión Europea y Estados Unidos, en su respuesta al COVID-19, han fracasado, mientras China ha tenido éxito. China, claro está, después del brote inicial, actuó muy fuertemente para suprimir el virus. Pero eso no quiere decir que el modelo autoritario chino es algo que debiera ser copiado o replicado en Europa”, dice a NIUS Patey.

Para las democracias, China no es un modelo frente al coronavirus

“Porque también hemos visto democracias como Taiwán, Corea del Sur, Nueva Zelanda o Australia, países con los que tenemos mucho en común en Occidente, lidiando muy bien frente al cornavirus”, añade este investigador.

A Patey, investigador del Instituto Danés para los Estudios Internacionales, la pandemia le pilló en mitad de un proyecto de investigación sobre la acción exterior china que le ha hecho dar la vuelta al mundo y pasado cinco años entrevistando a analistas, políticos y personalidades acostumbradas a lidiar con las iniciativas de influencia de Pekín a nivel planetario. Ese proyecto es hoy How China Loses.

Lo que Patey ha visto en esta investigación no es un mundo cayendo por su propio peso en manos chinas. “Hay que poner el poder chino en contexto. No es un superpoder dominante y global que supere ampliamente al resto. Es un actor importante, por supuesto, y tiene una fuerza militar considerable, pero no es algo que no se pueda frenar”, plantea Patey.

Económicamente, por ejemplo, suele asumirse que el poder chino obliga al resto del mundo aceptar las condiciones que imponga Pekín en cualquier negociación. Patey carga contra esta observación, pues, según él: “no somos tan dependientes de China como se piensa”.

Los límites del poder chino

“Como poder global, la realidad es que China representa el 17% de la economía mundial. Su comercio con la UE sólo representa el 5% de todo el comercio de la UE. El gran socio comercial de Europa es la propia Europa”, señala el autor de How China Loses. Por su parte, “Estados Unidos comercia más con México y Canadá que con China”, abunda Patey.

Lejos de las narrativas que hacen pensar que el auge de China es imparable, relatos, según Patey, producto de un activismo internacional chino percibido como novedoso, de décadas de crecimiento económico ininterrumpido y de cómo se han atado al gigante asiático algunas influyentes firmas occidentales – como Volkswagen, Apple, Nike o Boeing, el autor de How China Loses subraya que Pekín aún no controla ni el sudeste asiático, considerado el “patio trasero de China”.

“En la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN por sus siglas inglesas, ndlr.), China es la gran potencia comercial, pero el mayor inversor sigue siendo Estados Unidos y Japón ha facilitado allí más poder financiero para crear infraestructuras que China”, según Patey. En África o Latinoamérica, allí los países buscan inversores, pero esos países no quieren estar únicamente bajo la órbita de influencia china, quieren diversidad de inversores”, añade Patey.

Además, China no está aunando países a su causa, más bien lo contrario, según Patey. “China no ha demostrado haber tenido éxito organizando foros multilaterales que logren, de verdad, hacer cosas. Hace cuatro o cinco años, todo el mundo hablaba de los BRICS [siglas que señalan a las economías emergentes de Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica, ndlr.] pero poco se habla de por qué no ha logrado tanto esa unión de países”, plantea Patey.

“China está muy convencida de que quiere actuar sola en política internacional. China cree que puede actuar sola y hacerlo todo sola, sin alianzas”, abunda el experto del Instituto Danés para los Estudios Internacionales.

Aspiraciones de superpoder mundial

Todo esto no quiere decir, en modo alguno, que China no tenga aspiraciones de dominio. A Patey no se le escapa que China pretende “desplazar a Estados Unidos como el superpoder mundial”. Pero esas son las aspiraciones de Xi Jinping y compañía, no una profecía geopolítica de seguro cumplimiento.

Es más, a corto plazo, Patey se atreve a aventurar un regreso considerable de Estados Unidos en la escena internacional de la mano de Joe Biden y tras cuatro años de Donald Trump en la Casa Blanca en los que la acción exterior estadounidense ha parecido dejar mayor libertad geopolítica a poderes autocráticos como la Rusia de Vladimir Putin o la China de Xi Jinping.

“En los próximos meses, vamos a ver a Estados Unidos tomar un papel de líder en la vacunación del mundo. Esto va a adelantar de largo lo que han estado haciendo Rusia y China. Vamos a ver Biden más centrado en las capacidades Estados Unidos, incluido en términos de innovación. Esto afianzará, a la larga, la posición de Estados Unidos”, según Patey.

Además, “ya hemos visto a la administración Biden revertir algunas de la políticas de Trump en inmigración y esto va en ventaja de Estados Unidos”, platea el autor de How China Loses.

“Porque la de China es una población que está envejeciendo. Es un país que no está abierto a la inmigración. Y esto supone, a largo plazo, una gran ventaja para Estados Unidos. Los inmigrantes pueden reconstruir la población de Estados Unidos y pueden mantener la economía de Estados Unidos fuerte a la larga, mientras que China va a estar desafiada por su población que envejece”, explica Patey.

Con todo, según Patey, China no va a desaparecer en la tramoya del escenario internacional. Como poderoso actor internacional que es China, sus responsables no van a renunciar a una hegemonía todavía en manos de los estadounidenses.

Pero aceptando la idea de que vivimos en un mundo multipolar, como invita a pensar Patey, las cuestiones planetarias no quedan únicamente resueltas por la supuesta “Guerra Fría 2.0” que algunos ven librando a Estados Unidos con China.

Frente a la amenaza China, más multilateralismo

“China es una potencia considerable pero no dominante. Hay muchas cosas que el resto del mundo puede hacer para dar forma a las relaciones internacionales y a la economía global. Pero esto es así sólo si el resto de países trabajan juntos. En este mundo multipolar, si quieres hacer algo, hacen falta socios”, según Patey.

En este sentido, la UE parece haber elegido en contra de los intereses chinos con las recientes sanciones impuestas a cuatro altos cargos de China y a una agencia estatal del país de Xi Jinping por los abusos contra la minoría uigur en la región de Sinkiang (noroeste de China). A esas sanciones, China ha respondido con unas represalias contra Europa que incluyen sanciones contra cinco europarlamentarios.

En estas tiranteces, Patey ve una “llamada de atención”. “La UE cree todavía que puede hacer compartimentos que diferencien entre política y los negocios. Pero así no es cómo funciona el mundo. No es cómo funciona China”, comenta el autor de How China Loses.

Su libro se ha visto como una “prescripción para que los defensores de las democracias liberales actúen de manera coordinada para afrontar el desafío chino”, según se ha señalado en el prestigioso think tank estadounidense Consejo de Relaciones Exteriores. En el tratamiento que plantea Patey, el amenazante poder chino puede atajarse con más y mejor multilateralismo.