El crimen perfecto no existe. Si no que se lo pregunten a Arabia Saudí. Hace un año planeó al detalle el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi. Pero dejó un eslabón suelto: Hatice Cengiz, la prometida de Khashoggi. Aquel 2 de octubre de 2018, el periodista del Washington Post entró en el consulado saudí en Estambul. Era una visita programada para recoger unos documentos para su inminente boda con la joven turca.

Ella le esperó fuera hasta que cerraron y denunció su desaparición. En el consulado insistieron en que había salido por la puerta de atrás y tenían preparada una coartada. Un agente saudí suplantó la identidad de Khashoggi, se vistió con su ropa y una cámara le grabó saliendo del consulado. Pero al verdadero Khashoggi nunca se le volvió a ver.

Nacido en la ciudad santa de Medina, era un periodista cercano a la familia real hasta que cayó en desgracia. Trabajó en un diario saudí en inglés y cubrió, por ejemplo, la invasión soviética de Afganistán. Después fue asesor del príncipe Turki bin Faisal, exjefe de la inteligencia. Se convirtió en un férreo defensor de los derechos de la mujer y de la libertad de expresión. En 2017 decidió autoexiliarse a Estados Unidos.

En uno de sus primeros artículos como colaborador del Washington arremetió contra el príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, tras el arresto de varios intelectuales. "Arabia Saudí nunca había sido tan represiva. Es intolerable", sentenció Khashoggi. El príncipe heredero llegó a confesar a un asesor que si no volvía a Riad y terminaba con sus críticas "usaría una bala contra él", publicó entonces The New York Times.

Según grabaciones de la inteligencia turca difundidas por los medios locales, los asesinos discutieron cómo descuartizarlo y transportar sus restos antes de que llegara la víctima. Una vez en el consulado, le amenazaron con llevarlo de vuelta a Riad y le ordenaron que escribiera a su hijo diciendo que no se preocupara si estaba ilocalizable. El periodista se negó y le drogaron. Sus últimas palabras fueron: "Tengo asma. No lo hagáis, me vais a asfixiar". 24 minutos después de su llegada, siempre según la prensa turca, se escucha lo que parece una sierra y el ruido de bolsas de plástico.

Un comando de 15 agentes saudíes viajó, ese mismo día, desde Riad en dos aviones privados; sabían que Khashoggi tenía cita en la legación diplomática de Estambul. Uno de sus verdugos, el experto forense Salah al Tubaigy es quien, supuestamente, le descuartizó. Arabia Saudí ha acusado del asesinato a dos oficiales que no formaban parte de aquel comando. Saud al Qahtani, un poderoso asesor de Bin Salmán, es considerado el autor intelectual, quien habría dado las órdenes por skype diciendo "traedme la cabeza del perro". Está en paradero desconocido desde que fue destituido junto a Ahmed al Asiri, el número dos de la inteligencia saudí.

Sus versiones han sido contradictorias y cambiantes conforme crecía la presión sobre el príncipe heredero saudí. Al principio Riad aseguró que Khashoggi salió del consulado. Pero 17 días después del crimen reconoció, sin embargo, que Khashoggi murió aquel día durante "una pelea". En noviembre, tuvo que admitir que el crimen fue "premeditado". Arabia Saudí detuvo a 11 sospechosos y cinco de ellos podrían ser condenados a pena de muerte, en un juicio que se celebra sin garantías. Esta semana, en una entrevista concedida a la cadena estadounidense CBS, Bin Salmán "ha asumido toda la responsabilidad", pero ha negado que ordenara su asesinato.

Una investigación de la ONU concluyó que el príncipe heredero saudí "ordenó el asesinato de Khashoggi". La CIA también ha señalado a Bin Salmán, pero Donald Trump ha hecho la vista gorda. Arabia Saudí es el gran aliado estadounidense en Irán o Siria. Algunos países europeos, como Alemania, Dinamarca o Finlandia tomaron represalias contra Riad prohibiendo la venta de armas al régimen saudí.

Esa es la pregunta del millón. Arabia Saudí tardó dos semanas en permitir a los forenses turcos acceder al consulado y para entonces la escena del crimen estaba limpia. Hay varias hipótesis. Algunos creen que los restos de Khashoggi fueron trasladados a la residencia del cónsul y disueltos en ácido. Otros piensan que fueron quemados o enterrados en algún lugar secreto. Un año después, es la gran incógnita que rodea aún este crimen... imperfecto.