En las elecciones presidenciales más convulsas que se recuerdan en Estados Unidos y a pesar de la amplia ventaja que otorgan las encuestas al candidato demócrata, aventurar un pronóstico sobre el ganador es todo un reto. A pesar de que en los comicios pasados ni siquiera la mitad de la población acudió a las urnas, hay motivos que apuntan a que este año habrá una participación histórica: los cambios demográficos y sociales de un país especialmente dinámico, la polarización política extrema del momento y, los acontecimientos ocurridos a lo largo de este año, con la pandemia y sus consecuencias económicas, son sólo algunos de ellos.
Porque a esta situación hay que sumar el descontento de las minorías raciales, maltratadas en sus oportunidades laborales y educativas, y de la parte más desfavorecida de la sociedad blanca que, como un alto porcentaje de población, se siente muy alejada de los políticos. Todo ello aconseja dar voz a los propios votantes porque, si algo parece claro, es que en esta ocasión la gente quiere manifestarse. Las largas colas vistas hasta este momento y los aumentos en el registro de votantes en comparación a otros años, demuestran que una parte de la sociedad tiene ganas de expresarse y lo hará a través de las urnas. Y no sólo los demócratas, que son a priori los beneficiados de un aumento del voto, también los partidarios de Trump defienden orgullosamente la razón de su sufragio y se muestran dispuestos a hacer lo posible para que renueve su mandato.
Así lo hace Mark Atkins, texano originario del Reino Unido, que se describe como un exponente del sueño americano. “No tengo educación formal pero pude construir mi propio pequeño imperio a través de la honestidad y el trabajo duro. De eso trata el sueño americano. Vienes aquí legalmente, a la tierra de las oportunidades y si perseveras y trabajas duro puedes conseguirlo. Si yo puedo, cualquiera puede. Y todo esto está en riesgo en estas elecciones”, señala.
Texas es uno de los estados que ha establecido un récord de personas registradas para votar este año tras sumar 1.8 millones a las que ya lo hicieron en 2016, según datos recientes de la oficina del Secretario de Estado de Texas. Esta cifra representa el 78% de los votantes del estado, aunque no es el número final, que se espera aumente en los próximos días, por lo que puede ser mayor.
Según un análisis de TargetSmart, una empresa contratada por el partido Demócrata, el 60% de los nuevos votantes registrados son menores de 25 o personas de color, lo cual podría beneficiar a este partido a pesar de que Texas es uno de los estados con más firme tendencia republicana al voto. Sin embargo Atkins, de 55 años, defiende la tradición republicana de su estado. “Aunque Trump no es un hombre perfecto es la persona idónea en estos momentos para luchar por todos los estadounidenses; el partido demócrata no es el que era antes, ha sido secuestrado por la izquierda radical y el movimiento Black Lives Matter. Ellos, junto con Antifa, quieren cambiar la cultura estadounidense, destruir la estructura familiar tradicional y borrar nuestra forma de vida”, señala.
Pero Texas, que en estas elecciones además se juega un escaño en el Senado y una docena de asientos en el Congreso, no es el único estado en vías de transformación. Virginia, un estado de ocho millones de habitantes, votó por Bush en las elecciones de los años 2000 y 2004. Con Obama se pasó al voto demócrata y los prónosticos en esta ocasión dan ventaja también a Biden con 11,4 puntos porcentuales sobre Trump, según datos de RealClear Politics, la empresa de sondeos que ofrece una media de todas las encuestas.
Yanire Braña, fundadora de la compañía MET Community, que promueve el emprendimiento de las mujeres hispanas, lo tiene claro: “Yo no estoy entusiasmada con Joe Biden pero es la única opción ahora mismo en este país. Su carácter unificador y su conocimiento de la política y la diplomacia pueden servir para recuperar la estabilidad perdida de las instituciones, así como la credibilidad con el resto del mundo. Yo ya he votado por correo porque en estos momentos es un deber esencial y una obligación. Además me gusta mucho su equipo, que garantiza un enfoque inclusivo, sensible a los temas del momento”, dice esta emprendedora de 45 años.
Otra visión tiene Elizabeth Solórzano, administradora de empresas de origen nicaragüense, que asegura que no votará a Trump, sino al “partido Republicano, del cual Donald Trump es el candidato; es decir, estoy votando por las ideas que representa. Este país, para su desarrollo, debe funcionar con un gobierno pequeño y apoyarse más en la empresa privada”, señala. Y muestra su preocupación por la política exterior en relación con Latinoamérica porque “los demócratas son amigos de países que tienen dictadores en el poder, aquellos que engañan a los pueblos diciéndoles que les van ayudar dándoles bagatelas para mantenerlos contentos y oprimidos”, añade.
Elizabeth es una más de aquellos que desconfían de los políticos de toda la vida y que abogan por un cambio de lo conocido hasta ahora. “Donald Trump ha hecho un cambio a lo establecido en la política de Washington DC porque no ha sido un senador que me da la sensación que ha dependido del gobierno toda la vida, como Joe Biden”, dice.
Y es que Virginia es un estado que, al igual que Maryland, se considera parte metropolitana de la capital de Estados Unidos. Las conversaciones sobre política son habituales y parte de su población trabaja para la administración del gobierno. Sin embargo, Maryland es un estado tradicionalmente demócrata. En 2016 Hillary Clinton ganó con un 60,5% de los votos por un 35,3% de Trump y en esta ocasión las encuestas le dan una ventaja de más de 30 puntos porcentuales, lo que no deja lugar a la duda de los resultados el próximo 3 de noviembre.
Martha Price, profesora de inglés de 75 años, lo tiene muy claro. “Votaré por Biden y Harris. Soy una demócrata de toda la vida pero aparte de eso, nunca podré aceptar a alguien como Trump. Ni siquiera es un republicano tradicional. Ha movido al partido hacia la extrema derecha y se dirige sólo a aquellas personas con opiniones extremas, especialmente en cuestiones sociales. Su racismo me parece especialmente espantoso”, declara.
A pesar de que la Costa Este se considera feudo demócrata, no todos piensan así. En el estado de New Jersey, zona satélite de la superpoblada Manhattan, que en 2016 votó por Hillary Clinton y en esta ocasión apuesta por Biden con 16 puntos de ventaja sobre Trump, también hay republicanos.
Manny Bayo, investigador privado de 49 años, declara que no está muy contento con la gestión del Covid realizada por el actual mandatario pero que le votará porque “todos los países del mundo han sufrido y en ese sentido todos los políticos han fallado”. Aclara que “Trump, en estos cuatro años, ha cumplido sus promesas electorales mientras que Biden representa una época pasada; es tiempo de renovación y de que el país siga hacia delante. Trump es una oportunidad, antes del covid la economía iba muy bien y yo mismo he visto cómo los inmigrantes han aumentado sus oportunidades de trabajo”. New Jersey tuvo gobernador republicano Chris Christie hasta 2017.
Este estado del interior sur del país centra su actividad económica en la manufactura de productos industrializados y el turismo pero una buena parte del territorio es rural y tiene en la agricultura su principal fuente de ingresos. Como explica Patrick Williams, cineasta de 55 años, “Kentucky va a votar por Trump con 20 puntos de ventaja sobre Biden y la razón es que, en general, la sociedad de este estado percibe a los demócratas de Nueva York y California como personas condescendientes y arrogantes. A ello ha contribuido el partido Republicano, que ha hecho un gran trabajo fomentando ese sentimiento durante 20 años, a través de la cadena Fox News, cada noche”.
Pero a pesar de la tradición republicana de Kentucky, desde hace un año tiene un gobernador demócrata, “por lo que no es imposible que un presidente progresista gane aquí, si se considera que no forma parte del establishment nacional”, dice Patrick. “En mi caso votaré por Biden. Nunca he votado por un republicano para presidente y probablemente nunca lo haré, por respeto a mi abuela y porque comparto los valores que ella me transmitió. Para los que somos progresistas en esta parte del país, el partido Demócrata es el que defiende los Derechos Civiles de los afroamericanos y el partido Republicano el que apoya el nacionalismo blanco. Para votar por un republicano para presidente, el candidato tendría que convencerme de que no representa esa forma de entender la política que ha definido al partido Republicano desde que tengo uso de razón y Trump, definitivamente, no es esa persona”.
En la otra parte del país, las cosas se ven distintas según a quién se pregunte. Y es que el estado de California, con más de 38 millones de habitantes, no solo es el más poblado y de los más heterogéneos, sino que posee el mayor número de colegios electorales de todo el país (que son los que al final deciden al ganador de las elecciones).
De clara tradición demócrata, las encuestas dan también en esta ocasión más de 30 puntos porcentuales de ventaja a Biden sobre Trump, pero azotada por los incendios y las revueltas raciales, es un estado que está viviendo de forma especialmente convulsa estos comicios durante los últimos meses.
Así lo siente Johnny Charland, de 37 años, del condado de San Bernardino y que asegura que no votará, al igual que no lo ha hecho en ocasiones anteriores. “Nunca he vivido la política con mucha pasión aunque en estas elecciones me preocupa más lo que está ocurriendo. Personalmente desconfío de los demócratas, que están presionando para el rearme de una parte de la sociedad. Las revueltas que estamos viviendo en los últimos meses, en los que hay grupos que se toman la justicia por su parte, son peligrosas. No hay que olvidar que aquí es muy fácil conseguir un arma de forma ilegal”.
De forma parecida piensa Mary González, vecina de Santa Mónica, que sin embargo sí votará. Tras haberse decantado por Hillary en las anteriores elecciones, en esta ocasión lo hará por Donald Trump. “No me gusta como persona, es como un niño” dice, “pero le voy a votar porque desde que él está en el poder las cosas han ido mejor en todo el país; además no nos ha llevado a ninguna guerra como otros presidentes”. Si bien piensa que el republicano es “un maleducado al que no tendría como amigo”, cree que “mira más por la producción nacional y en general por el bien del país”.
De manera diferente lo ve María Silva, residente de la acomodada zona de Beverly Hills. A sus 52 años, y trabajando como directora financiera de una compañía tecnológica, votará a Joe Biden. Siente que su voto cuenta para “aspirar a tener una representación más justa de lo que quiero, no solo para el país en el que vivo sino para el mundo que deseo a mis hijos; el voto es nuestro deber cívico y la expresión del ejercicio de nuestra libertad”, señala.
Parece ser que la llamada al voto que desde el principio hicieron los demócratas, y a la que ahora también se han sumado los republicanos, está funcionando. Serán más de 245 millones de personas las que, estando habilitadas para votar, podrán ejercer su derecho a participar en los comicios. Sin duda un buen síntoma de que la democracia sigue viva en Estados Unidos.