¿Quiénes son los Proud Boys?

  • La floja respuesta de Trump al supremacismo blanco le complica la campaña electoral

  • Los supremacistas blancos son ya los responsables de la mayoría de los ataques mortales de grupos extremistas en Estados Unidos

Una sola frase del debate bastó para dejar a la defensiva a Donald Trump y abrirle un nuevo frente antes de las elecciones: el del apoyo a los supremacistas blancos y lo que ello supone de aceptación encubierta del racismo y la violencia. La tibia respuesta de Trump a la pregunta del moderador acerca de si estaba dispuesto a condenar a dichos grupos supremacistas y otras milicias, que cristalizó en la frase “retrocedan y esperen”, dio lugar en ese momento a miles de mensajes de los llamados Proud Boys en las redes sociales, sintiéndose respaldados, conmocionando al país.

Las reacciones han sido tantas que al día siguiente de estas declaraciones realizadas durante el primer debate entre Trump y Biden, el presidente tuvo que retractarse e incluso negar que conociera a este grupo. “No sé quiénes son los Proud Boys (Chicos Orgullosos) pero sean quien sean tienen que retirarse y dejar que las fuerzas del orden hagan su trabajo”, dijo antes de salir hacia Minnesota para continuar la campaña electoral. Y añadió, "pero el verdadero problema ahora mismo es la extrema izquierda y los antifa que están vandalizando las ciudades de América y Joe Biden lo tiene que condenar".

Al mismo tiempo Joe Biden, que fue quien mencionó de forma hábil a este grupo por su nombre durante el debate mientras acusaba de racista a Trump, dejaba claro que “mi mensaje para los Proud Boys y todos los demás grupos supremacistas blancos es cesar y desistir”.

Gavin McInnes, el fundador canadiense

Los Chicos orgullosos son, según el FBI, “un colectivo extremista con lazos con el nacionalismo blanco” y “un grupo de odio” para la organización anti racista Southern Poverty Law Center (SPCL). Su fundador, el periodista y escritor canadiense Gavin McInnes, es conocido por su pensamiento misógino, antisemita y sus discursos en contra de las minorías raciales y las personas homosexuales y transgénero.

El movimiento, que nace en Canadá tiene sede en Estados Unidos y presencia también en el Reino Unido y Australia. Recientemente han participado en numerosos altercados relacionados con las protestas por la violencia policial uniéndose a los contramanifestantes, como ocurrió el pasado mes de agosto en Kalamazoo (Michigan), o en la caravana de camiones en apoyo a Trump y que acabó con violencia, en Portland (Oregon). También estuvieron presentes en los graves disturbios que tuvieron lugar en 2017, en Charlottesville (Virginia), donde una manifestación de ultraderecha acabó con una persona muerta y escenas de extrema violencia.

Gavin McInnes, el fundador de la organización es un periodista canadiense de origen británico. Co-fundador de la revista "Vice" abandonó la publicación en 2008 tras "transitar" desde el movimiento "hipster" a la extrema derecha. Durante su primera época en Nueva York como responsable de la unidad audiovisual de Vice, era considerado como una de las figuras más influyentes de la subcultura hipster.

En 2018, McInnes fue expulsado de Twitter, Facebook e Instagram por violar los términos de uso ya que promocionaba grupos extremistas violentos y abonaba un discurso de odio. En junio de 2020, la cuenta de McInnes fue suspendida de YouTube por violar las políticas de YouTube respecto del discurso de odio.

Preocupación en los estamentos oficiales

Las fuerzas del orden estadounidenses han mostrado intranquilidad por el desarrollo de este grupo que cada vez está más armado y cuenta con un número mayor de miembros. El centro de Análisis de Información de Colorado (CIAC), por ejemplo, cita en sus informes la inquietud por el ataque de extremistas blancos hacia aquellas personas y comunidades que “amenazan su superioridad caucásica” e incluye específicamente a los Proud Boys entre estos grupos.

La preocupación se extiende al hecho de que algunos de los miembros estos colectivos hayan conseguido integrarse en las propias fuerzas de orden o ya fueran parte de las mismas. De hecho Joe Biggs, uno de los líderes de Proud Boys, es sargento del Estado Mayor del ejército de Estados Unidos desde hace diez años (según su página de LinkedIn). Fue uno de los organizadores del enfrentamiento con los movimientos de ultraizquierda antifascista (denominados “antifa”) que tuvieron lugar en Portland (Oregon), el pasado sábado, al que acudieron con chalecos antibalas, armas y cascos. Biggs, que organiza la sede en Florida del grupo, fue uno de los que declaró “sentirse alentado por los comentarios de Trump”, según recogió la agencia Associated Press.

Respaldo de Trump

A pesar de que muchos acuden armados a estas manifestaciones y de su estética y declaraciones belicistas, los miembros de Proud Boys niegan públicamente su apoyo a la supremacía blanca y se califican simplemente como una fuerza de contrapeso al movimiento antifascista de ultraizquierda. Y quizá esta fuera la principal razón por la que se sintieron respaldados por Trump durante el debate, ya que fue el propio presidente quien dijo que el problema residía en dicho colectivo antifascista: “Ahora Antifa es un problema real, el problema está en la izquierda y Biden se niega a hablar de eso”.

Es la misma razón por la que Johanna Mendelson, directora asociada del Centro de Extremismo de la Liga Anti-Difamación, señaló que “Proud Boys se ha ganado ese nicho como club de lucha en defensa de la derecha y como fuerza de seguridad voluntaria para el Partido republicano”.

Pero la conmoción surgida en el país no se debe al apoyo que ciertos grupos hacen de las ideas de derecha o de izquierda, sino de los lejos que están llegando las consecuencias en algunos casos ya que como señala el director del FBI, Christofer Wray, los supremacistas blancos son ya los responsables de la mayoría de los ataques mortales de grupos extremistas en Estados Unidos, en los últimos tiempos.

Una situación que sólo puede ir a peor si se ve respalda por el máximo dignatario del país en un debate que vieron más de 73 millones de personas en directo. Y si bien este primer encuentro dialéctico recibió un 13% menos de audiencia que el que tuvo lugar entre Hillary y Trump en 2016, fue el tercero más visto de la historia dentro de la categoría de primer debate presidencial. Pura publicidad para un grupo cuyo nombre ya conoce todo el planeta.