¿Prometió la OTAN a Rusia no ampliarse?
En 2008, en una cumbre de la OTAN en Bucarest, el entonces presidente estadounidense George W. Bush, invitó, contra el criterio de los gobiernos europeos, a Ucrania y a Georgia a unirse a la OTAN
Baker no prometió a Gorbachov que la OTAN no iría nunca al este de Alemania porque simplemente en aquella reunión no se trató del tema
Estados Unidos y la Unión Europea temen que Rusia tenga todo listo para invadir a su vecina Ucrania y que sólo falte la orden del presidente ruso Vladimir Putin. Su homólogo estadounidense Joe Biden comunicó esa información el viernes 11 de febrero a varios dirigentes europeos e incluso llegó a adelantar que el ataque empezaría esta semana.
Rusia busca atar a Ucrania a su esfera de influencia ante el temor, dice, a que termine ingresando en la OTAN. Ya en 2014 intentó desestabilizarla arrebatándole por la fuerza la provincia de Crimea y apoyando a los separatistas armadas del Donbass después de que Kiev firmara un tratado de cooperación política y comercial con la Unión Europea.
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Los gobiernos noroccidentales exigen al Kremlin que retire a sus hombres de la frontera de Ucrania pero Moscú exige a cambio que la OTAN, si no en el papel, abandone en la práctica a todos los países que aceptó en su seno desde 1997: Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Chequia, Eslovenia, Hungría, Bulgaria, Rumanía, Montenegro, Eslovenia, Croacia, Macedonia del Norte y Albania. La OTAN rechaza esa exigencia y además dice que su puerta está abierta a cualquier país europeo y que todos los países deben poder decidir libremente qué alianzas acuerdan. Que la época de las esferas de influencia acabó con el fin de la Guerra Fría.
Rusia por su parte alega que tras la caída del Muro de Berlín dirigentes occidentales le prometieron, a cambio de que sus tropas abandonaran la Alemania oriental y permitieran la reunificación germana, que la OTAN nunca iría más al este de Alemania. Ningún tratado o acuerdo dice eso pero en aquellos años no todo quedó plasmado en un papel.
El fin de la Guerra Fría supuso el fin del Pacto de Varsovia, la alianza militar que unía a la antigua Unión Soviética con los países de su esfera de influencia en Europa. Esos países se integraron, tras sus transiciones democráticas, primero en la OTAN (a partir de ese año 1997 al que quiere volver Rusia) y después en la Unión Europea (a partir de 2004). Moscú perdió así la mayor parte de su influencia en una amplia región. Todavía bajo su influjo político quedaron países ahora independientes como Bielorrusia o la propia Ucrania. Si la primera sigue anclada a Moscú, la segunda intenta atarse a Bruselas, sede de la OTAN y de la Unión Europea.
En 2008, en una cumbre de la OTAN en Bucarest, el entonces presidente estadounidense George W. Bush, invitó, contra el criterio de los gobiernos europeos, a Ucrania y a Georgia a unirse a la OTAN. Esa promesa quedó en nada porque tras Bush no hubo interés en Washington y porque los europeos no creen que sea buena idea integrar a un país en conflicto con Rusia.
¿Pero tiene razón Rusia y se le prometió que la OTAN no se ampliaría?
Para unos es un mito y para otros una verdad absoluta. El presidente Putin ha hecho referencia en las últimas semanas a esa supuesta promesa. La Unión Soviética y después Rusia nunca recibieron una promesa formal de que la OTAN no iría más allá de sus límites de 1990 pero en Rusia se critican además los argumentos que ha dado la OTAN para ampliarse.
El debate dominante en Washington y Bruselas asegura que los países de Europa del este que alguna vez fueron controlados por Moscú –y por las botas del Ejército Soviético, como tras los aplastamientos de las revoluciones pro-democracia en Hungría en 1956 ó en Checoslovaquia en 1968- decidieron libremente su unión a la Alianza Atlántica y que esa ampliación hizo que decenas de millones de personas se quitaran de encima el dominio soviético.
Los rusos lo ven de otra forma. Entienden que Occidente traicionó la buena voluntad de la generación política rusa que hizo la transición desde la Unión Soviética hasta la actual Rusia.
Si existió tal promesa, al menos de forma verbal, hay que buscarla en 1990. En febrero de aquel año, pocos meses después de la caída del Muro de Berlín y mientras se debatía la reunificación de Alemania, el secretario de Estado estadounidense James Baker viajó a Moscú y se reunió con el presidente Mijail Gorbachov. Rusia temía esa reunificación porque la OTAN crecería hacia el este al asumir a la Alemania oriental.
Baker le dijo a Gorbachov que a todos, a Estados Unidos, a Europa y a Rusia, les interesaba más tener a una Alemania dentro de la OTAN –y así militarmente controlada- que fuera, en tierra de nadie entre los dos bloques –y así con menos control militar-. Desde 1990 no se veía 1945 tan lejos como se ve hoy.
Baker no prometió a Gorbachov que la OTAN no iría nunca al este de Alemania porque simplemente en aquella reunión no se trató del tema. Porque probablemente ninguno de los dos preveía entonces esa posibilidad. No estaba en ninguna agenda. En su canónica y detallada obra sobre la historia de Europa, el historiador británico Tony Judt cuenta que si en algunas capitales de Europa del este sí se hablaba de una futura incorporación a la Unión Europea, no había debate sobre una eventual entrada en la OTAN.
Al día siguiente de reunirse con Baker, el presidente ruso se reunió con el alemán Helmut Kohl, que buscaba la aprobación para la reunificación de su país. Tampoco hablaron de hipotéticas ampliaciones de la OTAN pero se daba a entender que la Alemania reunificada sí sería miembro de la Alianza Atlántica.
Lo que sí aceptaron las capitales occidentales fue que no habría tropas de la OTAN de nacionalidad no alemana en territorio de Alemania oriental. Y no las hubo.
En 1999 entraron en la OTAN tres de los países más importantes y militarmente más poderosos en la región: Chequia, Hungría y Polonia. Gorbachov reconoció en 2014 en una entrevista al Kommersant que en 1990 nadie habló de una ampliación de la OTAN.
Los rusos repiten que en el espíritu de aquellas negociaciones y de los acuerdos firmados en aquellos años se entendía que más allá de la incorporación del este de Alemania motivada por la reunificación, no habría más ampliaciones de la OTAN. Pero ningún acuerdo o tratado lo dejó por escrito y los dirigentes occidentales repiten que es un mito. Putin dice que Rusia fue engañada.