Joe Biden ha puesto contra las cuerdas a Donald Trump. A sus 77 años, el demócrata se presenta como el presidente que traerá el cambio a Estados Unidos y restaurará “la decencia en la Casa Blanca”. Desde el primer momento, tanto durante las primarias como durante la campaña de las elecciones de Estados Unidos, el oriundo de Scranton, Pensilvania, ha defendido que devolverá la “normalidad” al país alejándolo de las controvertidas políticas del republicano.
Luchar contra la pandemia y “volver a unir Estados Unidos” tras lo que considera una debacle de cuatro años por el mandato de Donald Trump es para él el gran objetivo.
Por delante, un escenario que augura que absolutamente nada será fácil: el coronavirus ha destruido buena parte del tejido económico y empresarial del país, y millones de empleos han saltado por los aires ante una crisis sin precedentes que se ha cebado con todo el territorio. No en vano, durante la llamada primera ola del coronavirus, EEUU marcó un récord histórico tras dispararse la tasa de paro hasta el 14,7% tras destruirse 20,5 millones de empleo solo en el mes de abril.
Los datos dan motivos para la preocupación. Estados Unidos ocupa el número 1 del aciago ránking de países más afectados por la pandemia, con un total de 9,6 millones de casos y más de 235.400 muertes según los datos de la prestigiosa Universidad de Johns Hopkins.
Como sucede en la mayor parte de los países del mundo, la pandemia ha mermado las capacidades de la nación, y por eso la lucha contra el virus es una prioridad absoluta que Joe Biden ha prometido combatir sin descanso. Para ello, el demócrata promete un programa nacional que incorporará a 100.000 personas encargadas de las labores de rastreo.
Además, pretende que existan un mínimo de 10 centros de pruebas de diagnóstico de coronavirus en cada Estado, al tiempo en que trabajará para poporcionar test gratuitos.
Así mismo, como informa el medio BBC, Biden también pretende que todos los gobernadores de los distintos estados exijan el uso obligatorio de las mascarillas.
Por otro parte, en lo que concierne a la sanidad, el demócrata ha prometido también expandir el Obamacare denostado por Trump y poner un marcha un plan para intentar que el 97% de los estadounidenses estén asegurados.
Otra de los grandes objetivos de Biden, en estas complejísimas circunstancias, pasa por fortalecer la propia economía y reconstruir todo ese tejido perdido. El panorama que tiene por delante exigirá que la mayor parte de los esfuerzos y los recursos deba dedicarlos a esta empresa. Así lo advierte el Financial Times, que subraya directamente que el demócrata “heredará una economía devastada” que le obligará, citando asesores de política exterior del propio Biden, a “gastar quizá cuatro quintas partes de su tiempo en políticas nacionales”.
El desempleo, las desigualdades salariares, acentuadas en estos últimos tiempos, y el déficit fiscal, también acrecentado con los recortes de Trump a las grandes fortunas… son algunas de las asignaturas más peliagudas a las que se enfrenta.
Con este propósito, sus promesas pretenden reconstruir la clase media y aumentar el ingreso mínimo, llegando a los 15 dólares la hora, así como, adoptando el camino contrario al de Trump, subir los impuestos a los más ricos.
Además, en su plan ‘Build Back Better’ (“Reconstruir mejor’), planea dedicar nada más y nada menos que dos billones en energía verde, buscando impulsar tecnologías limpias y crear más de 10 millones de empleos.
Además, buscando proteger el mercado estadounidense, su programa presenta el compromiso de utilizar 400.000 millones de dólares federales para la compra de productos estadounidenses, como apunta BBC.
Entre las grandes promesas de Joe Biden está “unir Estados Unidos”, y ello también pasa por devolverle la reputación más allá de sus fronteras. Durante los cuatro años de mandato de Donald Trump, el controvertido magnate republicano no ha tenido problemas en romper todo tipo de lazos diplomáticos, tensando la cuerda con potencias tan importantes e imponentes como China o la propia Unión Europea, abanderando la práctica de imponer aranceles ante cualquier atisbo de discrepancia o disputa.
Si bien Biden destinará prioritariamente sus esfuerzos al ámbito nacional, no se le escapa la necesidad de que EEUU fortalezca su posición internacional, razón por la cual ha manifestado que si llegaba a la Casa Blanca iba a restituir las relaciones con la OTAN.
Frente a China, a la que señala por prácticas comerciales y medioambientales injustas, en lugar de la política de aranceles unilaterales como los de Trump, aboga por una calición internacional con otras democracias para hacer presión y que China no ignore las demandas.
La inmigración, por otro lado, es otra de las áreas donde se espera una enorme diferencia frente a Donald Trump y su política de levantar muros, barreras y obstáculos a la inmigración. En este sentido, revocará gran parte de sus órdenes, evitando que se reproduzcan imágenes como la de los padres a los que les fueron arrebatados sus niños en plena frontera, defendiendo a los llamados ‘dreamers’ (inmigrantes llegados a EEUU siendo niños) o protegiendo los derechos constitucionales de los musulmanes estadounidenses.
“El único Estados Unidos en el que cree Donald Trump es un Estados Unidos dividido. Yo creo en los Estados Unidos de América; un Estados Unidos que se fortalece por su diversidad, orgullosos de nuestra herencia como nación de inmigrantes y donde las familias establecen su hogar y permanecen unidas”, expresa el programa de Joe Biden, que promete “revertir la agenda de inmigración cruel y antiamericana” de Donald Trump.
También ha hecho el demócrata promesas en el ámbito educativo, que pasan por perdonar la deuda de los préstamos de estudiantes, –que sostiene que serán pagadas con lo recuperado al retirar los recortes de Trump–, y la ampliación de la oferta pública de universidades y escuelas, buscando un acceso a la educación más universal.
Otra asignatura compleja en el marco de la polarizada sociedad estadounidense es la que atañe a los conflictos raciales que se vienen produciendo en el país en los últimos tiempos. Biden defiende que abordará importantes programas económicos y sociales para apoyar a las minorías en base a un plan que estará dotado de un fondo de inversión de 30.000 millones.
Además, según detalla BBC, plantea también un programa de subvenciones de 20.000 millones de dólares para buscar que los estados inviertan esfuerzos en reducir los encarcelamientos, despenalizar la marihuana y poner fin a la pena de muerte.
No obstante, no apuesta por retirar fondos a la policía, algo que considera esencial, argumentando que simplemente algunos fondos deberían redirigirse para distintos servicios sociales.
Por último, una promesa muy esperada por muchos es la de devolver a Estados Unidos a la senda de la sostenibilidad y el compromiso con el medioambiente, que reclama medidas urgentes para poner fin al calentamiento global y el cambio climático. Frente al eterno negacionismo de un Donald Trump que llegó a decir que “el concepto del calentamiento global fue creado por y para los chinos para hacer que los productos manufacturados de Estados Unidos no sean competitivos”, Joe Biden no duda en afirmar que es una amenaza real. Además de combatirlo, busca hacer de la lucha contra el cambio climático un valor clave desde el cual crear nuevos puestos de trabajo, nuevos productos y nuevas tecnologías.
Impelido por lo que para muchos expertos es una realidad apabullante, Biden ya ha afirmado que una de las primeras cosas que hará al llegar al Despacho Oval es volver a adherir a Estados Unidos al Acuerdo Climático de París, que Trump abandonó recientemente, justo antes de las elecciones, tras tres años avisándolo. En tal acuerdo, EEUU se comprometía a reducir los gases de efecto invernadero hasta un 28% para 2025.