Los preocupantes números rojos del Vaticano

  • El Vaticano, ante un delicado panorama económico

Los miembros del Consejo para la Economía del Vaticano, los hombres de negro del papa, se presentaron el año pasado delante de Bergoglio con un informe comprometido. “Riesgo de quiebra”, se leía en los papeles, como conclusión a la situación financiera de la Santa Sede. La amenaza quedó, como suele ocurrir en estos casos, en esas cuatro paredes. Pero ahora ha salido a la luz tras la investigación de un periodista, quién mejor para encontrar un titular alarmante. El Vaticano trata de rebajar el tono, pero no puede negar que se encuentra ante un panorama económico muy delicado.

El humo de este incendio lo provocó la compra por parte de la Secretaría de Estado, el órgano de Gobierno vaticano, de un inmueble en Londres por valor de 200 millones de dólares. Se trataba de un negocio destinado a obtener plusvalías, financiado con fondos del llamado Óbolo de San Pedro, la caja en la que se deposita el dinero para las obras de caridad. La operación la habría cerrado el actual número tres del Vaticano, el arzobispo venezolano Edgar Peña Parra. Años antes, su antecesor Giovanni Becciu había estudiado la posibilidad de invertir esa cantidad en una compañía petrolífera de Angola, uno de los países más corruptos del mundo, aunque finalmente se descartó.

El negocio ha sido destapado por la revista L’Espresso, que publicó que cinco funcionarios de menor grado están siendo investigados por la Fiscalía vaticana. La Santa Sede reaccionó obligando a dimitir al jefe de la Gendarmería, que días antes había entrado en las oficinas de la Secretaría de Estado para incautarse de documentos, debido a que fue incapaz de impedir la filtración de documentos. Temían un nuevo escándalo provocado por la fuga de información clasificada, que estaba destinado a explotar.

Las cuentas del Vaticano

El periodista italiano Gianluigi Nuzzi, que ya va por el cuarto libro de intrigas vaticanas, acaba de publicar ‘El juicio final’ (Chiarelettere), un ensayo en el que desgrana las cuentas de la Santa Sede a través de miles de documentos reservados a los que ha tenido acceso. La cifra que resalta por encima del resto es 63 millones, el déficit de este año, que ha crecido con respecto al ejercicio anterior casi un 200%. Según Nuzzi, por primera vez en la historia, en 2018 el balance ya presentó números rojos.

Como el Vaticano está muy lejos de ser una empresa cotizada, sólo la publicación de sus cuentas ya representa una gran novedad. Aunque lo grave está en el contenido. El periodista asegura que en aquella reunión entre el papa y el Consejo de Economía, los técnicos de este organismo impusieron una fecha límite: 2023. Si antes no se habían hecho las reformas necesarias, el riesgo de quiebra es real.

El Vaticano admite que son necesarios recortes

Tras la presentación del libro, dos pesos pesados del Vaticano han salido a rebajar la gravedad del asunto. En primer lugar, el presidente del APSA -el órgano que gestiona las propiedades de la Santa Sede-, Nunzio Galatino, afirmó este martes que “no hay ninguna posibilidad de quiebra, sólo la exigencia de un plan de recortes”. En una entrevista con el diario Avvenire, propiedad de la Conferencia Episcopal italiana, añadió que ya se está llevando a cabo ese plan de austeridad y que “la situación de la Santa Sede no es muy distinta a la de cualquier otro Estado”.

Además, el cardenal hondureño Oscar Maradiaga, uno de los hombres más cercanos a Bergoglio y jefe de su Consejo de Cardenales, señaló en una entrevista a La Repubblica que la gestión es eficiente y que toda esta fuga de información responde a “una estrategia de descrédito precisa”. El Vaticano no ha querido responder oficialmente a las investigaciones periodísticas, pero el modo de reaccionar da cuenta de que se toman el asunto en serio.

Caen los ingresos y se utiliza el dinero de la caridad

La batalla entre el papa y quienes se oponen a sus cambios es un argumento recurrente cuando surge cualquier polémica que afecta al pontificado. Pero la realidad es que muchas de esas reformas no avanzan y no sólo por las reticencias internas, sino por elementos estructurales. Nuzzi explicó este lunes, durante la presentación de su libro, que en los últimos años “han caído enormemente las donaciones, el número de fieles y las vocaciones religiosas”. Y el resultado de todo eso es que “hay menos dinero y por eso el Vaticano se ha lanzado a estas operaciones financieras”.

Apoya sus razonamientos con datos. Como que de los 100 millones que recogió el Óbolo de San Pedro en 2006, en 2015 se pasó a menos de 70. O como que de las más de 4.000 propiedades inmobiliarias con las que cuenta el Vaticano cerca del 30% están vacías o alquiladas sin coste alguno, que buena parte del resto son arrendadas a precios muy por debajo del mercado y que a pesar de todo eso acumulan una morosidad de 2,7 millones de euros.

Por tanto, el 60% de las obras destinadas a la caridad van a parar a gastos comunes, otro 20% se mantiene como remanente y sólo otro 20% termina finalmente en estos fines sociales. El Vaticano nunca ha dado cifras de cuánto dinero recauda y qué cantidad gasta en esta materia.

“Cuando el Vaticano encarga a personas laicas que auditen sus cuentas y estos ven que no cambia nada, es normal que muchos se vean traicionados”, asegura Nuzzi, dando una pista de la procedencia de sus fuentes. Con los mayores requerimientos de transparencia, de los registros del banco vaticano han aflorado depósitos paralelos de cardenales que superan las seis cifras, lo que ha escandalizado al papa, atestigua el libro. El autor asegura que “estas cuentas no están en manos profesionales. En ocasiones incluso ni siquiera están informatizadas, se anotan a mano. Y en esos casos hay una gran oportunidad para quien quiere conservar sus privilegios”.

Hace tres años Gianluigi Nuzzi y Emiliano Fittipaldi -autor de la reciente investigación de L’Espresso- publicaron sendos libros con información confidencial en los que ya denunciaron los desmanes financieros de la Iglesia, por lo que terminaron sentados en un tribunal vaticano. Se llamó entonces Vatileaks 2 y pocos dudan de que esta es la tercera parte de la saga. Ahora parece que las revelaciones de Fittipaldi han servido de prólogo para el libro de Nuzzi, pero tiempos periodísticos aparte, ambos vuelven a inquietar a quien maneja el dinero de la Santa Sede.