Escaparates rotos, casas saqueadas, estantes vacíos… es la estampa que deja el pillaje de las tropas rusas a su paso por Ucrania. Los objetos robados van desde joyas hasta discos duros. Pero, los testimonios más recurrentes del frente apuntan a que, en su mayoría, se trata de elementos básicos de supervivencia: alimentos, agua o combustible. ¿Acaso el Ejército de Putin avanza sin suministros?
"Los saqueos siempre pueden existir en una guerra. Pero lo que estamos viendo es que están robando en muchos casos comida", señala Fernando Arancón, experto en geopolítica y director de El Orden Mundial. "El hecho de que estén robando en supermercados o en tiendas sí que puede hablar de un problema de abastecimiento de las tropas", comenta.
Uno de los vídeos más chocantes que circula en redes es el de unos soldados rusos entrando en un gallinero para llevarse unos pollos, a los que apalean en el propio lugar.
Tampoco escasean las imágenes militares desvalijando establecimientos completos.
"Lo hemos visto con el agua, lo hemos visto con el combustible. Rusia está teniendo problemas para aprovisionar a buena parte de las unidades del frente", apunta el experto. Estos problemas logísticos y de suministro podrían ser los causantes del lento avance del macroconvoy de vehículos y tanques rusos que se extiende desde Prybirsk, cerca de Chernóbil, hasta las inmediaciones de la capital.
El saqueo es una forma de los soldados (ya sea por decisión propia o por órdenes superiores) de paliar la escasez. "Es una técnica un poco pedestre para que las unidades puedan funcionar de forma autónoma sin que tengan que depender de la línea de abastecimiento", añade Arancón.
Pero el pillaje no solo se limita a bienes de primera necesidad. El pasado 6 de marzo soldados rusos asaltaron una comisaría de la ciudad de Izium, en la región de Járkov, al este del país. Así lo denunció en Facebook el jefe del departamento de investigación de la Dirección General de la Policía Nacional en la zona, Serguéi Bolvinov.
De hecho, en los primeros días de la invasión se registraron imágenes de militares ucranianos quemando material a las puertas de edificios de los servicios de inteligencia de la capital. Arancón coincide en que es una imagen habitual y con un claro objetivo: evitar que información sensible caiga en manos del bando contrario.
Cubiertas las necesidades básicas, los ladrones tampoco desprecian artículos más exclusivos. En conversaciones captadas por las autoridades ucranianas de soldados rusos con sus familias -recogidos por la agencia local UNIAN- se habla del robo de joyas de plata o abrigos de piel, entre otros.
Lo cierto es que Estados Unidos y la Unión Europea han prohibido la importación de artículos de lujo como estos a Rusia como parte de sus sanciones. Alcohol, joyería, pieles, tabaco, objetos de arte... la lista es larga. ¿Un veto que podría espolear el surgimiento de un mercado negro, que podría nutrirse de los expolios en Ucrania?
"Hay que partir de la base que tanto Ucrania como Rusia, especialmente Rusia, son dos países muy corruptos", apunta sobre este tema Arancón. Por lo tanto, no es inverosímil pensar que haya agentes desvalijando negocios para revender estos productos. Pero hay que ser cuidadoso al seleccionar el botín.
"Si robas un cofre de joyas, lo más probable es que cuando te la vea un capitán, un oficial, te la quite. Tienes que encontrar cosas fáciles de esconder si quieres llevarlas a casa de vuelta", señala. Además, recuerda que en situaciones comprometidas muchos bienes "cambian de valor". En plena guerra es mucho más útil un kilo de harina que un televisor de 60 pulgadas.
Por todo ello, recalca que "tanto los soldados como la población civil la mayoría de artículos que están robando son para consumo propio".
Precisamente, los saqueos no se limitan a las fuerzas invasoras. Aunque menos, también se hacen públicos ejemplos de residentes locales que, bien por necesidad o bien para lucrarse, roban de los negocios abandonados tras los bombardeos. Como resalta Arancón, especialmente en las ciudades asediadas, donde rápidamente se da la escasez de medicamentos o comida.