La isla en la que ya no se ama a las mujeres (a los hombres tampoco)

  • El destino paradisíaco que se convirtió en una cárcel para miles de personas

  • Entramos ese rincón, en una isla del Egeo, prohibido para los periodistas

Lesbiana viene de Lesbos. La isla griega evocaba al amor entre mujeres, a poesía -pregunten por Safo- o a destino paradisíaco soñado. Pero eso era antes. Ahora hay otras muchas formas de empezar a contar la historia. Probemos con dos:

A-Sexo. Violencia. Morbo.

B-Hay un lugar enclavado en esa isla que está prohibido para los periodistas. Pero hemos conseguido colarnos.

La opción B es cierta. La A es más que una licencia, una “infracción” periodística, para tratar de atraparle, lector. Como en uno de esos maliciosos correos electrónicos en el que pinchas para conseguir un regalo y te inocula un virus indeseado. Todo para llevarle a un rincón de esa isla en el Egeo que se inundó de chalecos naranjas. Tras un muro que nos recibe con un mensaje escrito a espray: “Bienvenidos a la prisión de Moria”. En otro tiempo fue un centro militar. Ahora es algo distinto: “El peor campo de refugiados del mundo” dicen. Y está en Europa.

"El peor campo de refugiados del mundo" está en Europa

El campo de refugiados de Moria tiene una capacidad para 2.500 personas pero ha alcanzado las 13.000. En su mayoría, sirios, afganos o iraquíes que malviven hacinados en contenedores prefabricados o en tiendas de campaña. Junto a uno de esos contenedores, encontramos a Nauras: “Hubiera preferido que me hubiera matado una bomba en Siria a esto”.

Hubiera preferido morir por una bomba en Siria que vivir aquí

Unos gritos estremecedores interrumpen la conversación. Ahmed (nombre ficticio) ha intentado suicidarse lanzándose contra una alambrada electrificada. Le han dicho que van a deportarle. Tras meses de espera, a su mujer e hijos les dan el papel para salir de allí. A él se lo han denegado.

Ahmed –como los otros- había huido de su país hasta alcanzar la costa turca y cruzar los diez kilómetros que la separan de Lesbos. Este centro de recepción e identificación de Moria es el paso obligado para los “aspirantes” a refugiados que intentan tramitar su petición de asilo. Pueden esperar meses, un año…, e incluso dos, según los abogados del campo. En un limbo administrativo en “condiciones inhumanas y degradantes” en palabras del Consejo de Europa. Muchas organizaciones humanitarias han abandonado el campo como protesta por esas condiciones.

"Ya es hora de evacuar urgentemente a las personas de este infierno en el que se ha convertido Moria", denuncia Marco Sandrone, coordinador de Médicos Sin Fronteras en Lesbos.

Peleas y agresiones sexuales

Basta un vistazo para comprobarlo. Barracones. Masificación. Colas interminables. Sin un sistema regular de agua potable ni saneamiento de aguas fecales.

Khamza, horrorizado, abraza a su pequeña mientras estalla una nueva pelea en la cola de la comida: “Pagué a las mafias, mi familia y yo nos jugamos la vida… ¿Cómo he podido meter a mi bebé aquí?”.

Con la oscuridad aún es peor. Aumentan las agresiones sexuales.

Los baños son escasos; están llenos de excrementos y botellas de plástico. Las mujeres no se atreven a visitarlos por la noche. Tienen miedo a las violaciones. Y algunas duermen con pañales.

Se entiende que la gente se vuelva loca aquí dentro

Intentos de suicidio de menores

“Se entiende que la gente se vuelva loca aquí dentro. Han huido de la guerra, han perdido a seres queridos… Algunos han sido torturados y están al límite”, dice una cooperante de la que se cuelgan varios niños. Hay muchos. Niños que ríen, juegan, se pegan por la fruta y dibujan bombas y corazones que lloran lágrimas. Y que, de repente, se quedan con la mirada perdida.

Algunos han intentado suicidarse aquí dentro. Médicos Sin Fronteras, que mantiene un hospital de campaña junto al campo, hace tiempo que lanzó la voz de alarma sobre esos casos: menores que no aguantan más e intentan quitarse la vida.

En esta ratonera estallan las tensiones entre comunidades heterogéneas. Una noche, grupos de árabes violentos se liaron a cuchilladas contra los kurdos. Aterrorizaron a la familia de Befrin (nombre ficticio), una niña siria kurda, que al día siguiente tuvo que ser evacuada a otro campo más seguro, también en Lesbos.

Verdugos contra los refugiados

“Me han contado que en el campo de Moria hay infiltrados del Estado Islámico, antiguos militantes que atacan a las minorías”, contaba hace unos meses una cooperante que no quiere dar su nombre.

Hay también otros verdugos que atacan a los refugiados. La indiferencia. La invisibilidad. Su dolor ya no vende. Hasta en este artículo les hemos borrado del titular.

“El gobierno griego está sobrepasado. Y también nosotros, los vecinos”, lamenta una camarera en un local de Mitilene. Nadie asocia ya a Lesbos con el amor entre mujeres. “La isla del amor se ha convertido en un infierno”, sentencia.

¿Sabías que...?

  • El campo de refugiados de Moria, en Lesbos, está gestionado por el Ejército griego, el acceso a los periodistas está prohibido y los refugiados pueden entrar y salir cuando quieran.
  • Casi 42.000 personas han llegado a las islas griegas en lo que va de año, en busca de asilo (según datos de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados).
  • De estas últimas, el 38'8% son afganas, el 20,6 sirias y casi el 8% iraquíes.
  • Se han cumplido tres años y medio del acuerdo entre la UE y Turquía (firmado el 20 de marzo de 2016) que actúa como cuello de botella en las islas griegas, dejando atrapados a miles de solicitantes de asilo. Los rechazados son devueltos a Turquía.
  • 25 organizaciones de derechos humanos han firmado una carta a los líderes europeos en la que denuncian el fracaso de la política migratoria de la UE.
  • La ONU denuncia “las condiciones sanitarias, las peleas entre comunidades, el aumento de las agresiones sexuales y la necesidad de cuidados médicos físicos y psíquicos”.