El parlamento italiano no aprueba la ley contra la homofobia
La moción del centro derecha, solicitada por el partido de Matteo Salvini y por el de Giorgia Meloni, consigue los votos para tumbar la ley
La petición del voto secreto ha facilitado que diputados del grupo mixto hayan traicionado un acuerdo que se creía alcanzado
La izquierda lamenta el freno que supone este parón en una ley que prometía ser histórica
La presidenta del senado, Maria Elisabetta Casellati, anunciaba por 23 votos que la ley contra la homofobia en Italia había sido tumbada. Toda la bancada del centro derecha, que había votado en contra, se lanzaba a corear su éxito. Así culminaba una jornada de debate muy intensa en la que todo apuntaba a que los números podían dar el último empujón a un proyecto de ley ya aprobado en la cámara de los Diputados hace un año y que se encontraba ante el último trámite para dar luz verde a un acuerdo histórico por los derechos sociales.
Pero el grupo de centro derecha pidió que la moción de censura que había presentado fuera avalada por voto secreto dando la posibilidad a que saliese algún voto escondido a favor, fuera del acuerdo precedente, que pudiesen tumbar la ley. Y así fue.
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Debate bronco
Los números se resolvieron con 154 votos a favor de bloquear la ley, 131 en contra y dos abstenciones. Entre esa sorpresa de última hora la ausencia del ex primer ministro Mateo Renzi, que ni siquiera se presentó a la votación y algunos votos de la parte más conservadora del Partido Democrático. Esta estrategia marca también la posición del partido de Berlusconi, Forza Italia, que con su voto a favor de la moción de la Liga y de Hermanos de Italia debe ahora asumir la dimisión del uno de sus diputados, Elio Vito, que ha declarado que no se siente “por coherencia con mis convicciones en condiciones de seguir en su cargo”. Durante el debate no han faltado las broncas y los gritos, tampoco las salidas de tono como la del diputado de la Lega Calderoli que definía la ley como “una porquería”.
Toda la bancada del centro derecha acusaba con esta moción al PD y otros promotores de la ley de haber creado una norma con “locas teorías de género” que dividiría a la sociedad. Insistían que si hoy caía la aprobación de la ley era solo culpa de quienes la habían escrito sin mirar a la ciudadanía “ni al Papa ni a las familias” como declaraba a la salida Matteo Salvini, líder de La Liga. Aseguraban, así mismo, desde la derecha su disponibilidad para reemprender una nueva ley a partir de su propia propuesta sobre el texto, aunque los tiempos que están a punto de acelerarse de cara a la elección del Presidente de la República italiana en febrero no dejan muchas esperanzas.
No han tardado las reacciones desde todos los ámbitos. Desde la política el promotor de la ley, Alessandro Zan, ha mostrado su decepción y ha acusado de “traición” a algunos de los compañeros de su propio partido, el PD. El secretario general del mismo, Enrico Letta, declaraba que se había querido “frenar el futuro” con esta decisión.
En el debate público algunas voces tradicionalmente defensoras de los derechos LGTBI, como la del rapero Fedez, que se mostraba “avergonzado” de una país que no avanzaba y acusaba a la cámara de convertirse en un circo.
Desde hace semanas se mantenían negociaciones para que los números saliesen, pero no estaba si daba la suma. Esta era una ley que intervenía contra la discriminación y la violencia por la orientación sexual, la identidad de género o las personas con discapacidad y extendía la llamada ley Mancino. Estaba en pausa desde hacía meses y hoy se retomaba el debate tras diversas operaciones de obstruccionismo del partido de Salvini y de Meloni.
La postura original del PD era mantener el texto tal y como se había creado mientras que Renzi pedía cambios más profundos. Una ley que había sido ampliamente criticada por el Vaticano y que mantenía la discusión central sobre la identidad de género que venía definida así: “la identificación manifestada en relación al género, aunque no se corresponda con el sexo, independientemente de haber concluido un proceso de transición” y que reconocía así algo que los expertos del sector defienden como fundamental para incluir a todas las personas transgénero bajo el amparo y protección de la ley.