Desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania, nueve periodistas han muerto. En la lista de informadores fallecidos, seis ucranianos y tres extranjeros. La última víctima ha sido Maks Levin, un reconocido fotoperiodista que apareció el viernes con dos impactos de bala cerca de Kiev, en la localidadad de Huta Mezhyhrska.
Días antes caía asesinada Oleksandra Sasha, una periodista local que ejercía de fixer para el equipo de Fox News cuando fue atacado en Kiev, y en el que también murió el operador de cámara franco-irlandés, Pierre Zakrzewski.
Como ella, decenas de fixers están arriesgando su vida para ayudar a los informadores extranjeros a que cuenten lo que está sucediendo en su país. Sus nombres, sin embargo, solo se vuelven conocidos cuando son asesinados o secuestrados.
"Yo no podía haber hecho mi trabajo en Ucrania sin la ayuda de mi fixer. A él se lo debo prácticamente todo", dice a NIUS la periodista Sol Macaluso, que a través de la productora Quality ha cubierto el conflicto para Mediaset durante un mes.
Ya de vuelta en España reconoce lo imprescindible que esta figura ha sido para ella. "Te soluciona la vida, el trabajo, TODO, desde buscarte alojamiento o dónde comer, hasta conseguirte entrevistas, reportajes, eso sin hablar del tema de la seguridad...", apunta. "Para el equipo entero, los productores que viajaban conmigo, el cámara, para todos el fixer fue nuestros ojos, nuestros oídos, nuestra sombra prácticamente las 24 horas del día".
Hablamos con Max Kupri que, desde Ucrania, explica con humildad su tarea. "Mi trabajo solo consiste en facilitar el trabajo de los periodistas extranjeros lo máximo posible", dice. "Hay a quien no le gusta el término fixer y prefiere el de productor de campo. A mí sí me gusta, porque fixer viene del inglés fix, que es reparar, y eso es lo que intento, arreglar y solventar todos los problemas sobre el terreno", asegura Kupri. "Garantizar que el trabajo de los periodistas sea seguro y lo más cómodo posible dentro de la locura de la guerra".
Cuando un periodista o un equipo de TV llega a un país que no conoce y no habla la lengua, es habitual que recurra a un fixer para que le ayude. "Además de ayudarte en el día a día, con el idioma, con los permisos y con el trabajo puramente periodístico, se convierten en tus ángeles de la guarda. Tus jefes de seguridad", explica Casanova desde Kiev, uno de los productores que acompañaron a Sol Macaluso y que aún sigue en Ucrania cubriendo el conflicto.
"Te dicen cómo moverte por vías seguras a través de un país que no conoces. Si vas en coche te indican qué carreteras son más seguras, cuáles menos, cuál es el checkpoint más accesible (partiendo siempre de la base de que estás en guerra y las cosas pueden cambiar de un momento a otro). Ellos tienen contactos que les van indicando cuál es el camino más seguro en cada instante", relata Casanova.
"Son los que te salvan el pellejo. Te pongo un ejemplo, cuando entramos en Kiev estábamos a solo 40 km de la ciudad y tardamos más de una hora y media en llegar porque dimos una vuelta de casi 150 km para acceder por una vía segura. Nuestro fixer, Max, estaba en permanente contacto con personas en la zona que le iban indicando cómo mantenernos a salvo. Si hubiéramos seguido recto nos habríamos metido en la boca del lobo, en Irpin, en pleno frente", aclara. "Él fue evitando los puntos de enfrentamiento. Eso es lo que tiene que hacer un buen fixe", recalca.
"También te ayudan a organizar vías de escape", continúa Casanova. "Yo analizo junto al fixer por dónde se puede salir si cae un pepinazo, una ruta de escape, tanto en los rodajes en la calle como a la vuelta, en el hotel, porque el hotel es muchas veces donde te relajas y eso puede ser muy peligroso", comenta.
"Depositas en ellos una confianza ciega", recalca Macaluso. "Recuerdo varias situaciones en checkpoints con un ambiente muy tenso y otra en la que nos detuvieron para llevarnos a una comisaría. Yo sentía que si estaba Max todo se iba a solucionar. No me importaba estar rodeada por 27 militares con Kalashnikovs porque estaba tranquila. A ese nivel llega la confianza que uno deposita en su fixer", reconoce la periodista.
Según explica Max, "tienes que tener la capacidad de recopilar información de diferentes fuentes todo el tiempo, para entender claramente la situación", arguye. "Tienes que ser paciente y trabajar bien bajo presión porque la seguridad del equipo depende de ti. También debes tener buenas habilidades de comunicación, por supuesto, y tal vez saber un poco de psicología", cuenta este fixer desde Kiev.
Para Simón Casanova, que en los últimos años ha estado como productor en prácticamente todos los conflictos mundiales, el fixer ideal es "valiente, pero no demasiado osado". "Un equilibrio a veces difícil de conseguir", apunta. "Que no se asuste con el primer bombazo pero que no sea un inconsciente y te lleve a primera línea de fuego", indica. "Tiene que saber guardar la calma y medir el peligro".
"Y debe ser confiable, honrado y por supuesto tranquilo. En Ucrania hemos tenido una fixer que se ponía muy nerviosa, gritaba mucho en los puestos de control y eso pone a todo el equipo en peligro. Piensa que tienes delante tuya a seis personas con el dedo en el gatillo, lo mejor es tener una actitud muy positiva y serena porque como empieces a pegar gritos, la cosa puede acabar mal", asegura. "El trabajo del fixer es fundamental a la hora de las relaciones con los hombres armados, que no pertenecen siempre al ejército, también hay voluntarios que no están entrenados para estos momentos de tensión", explica Casanova.
Aunque arriesgan sus vidas a diario para que la información pueda llegar a todos los rincones del planeta, no se sienten superhéroes. "Claro que tenemos miedo. Es normal", reconoce Max. "Pero hay que saber gestionar esas situaciones", explica. "Hay que tratar de relajarse, analizar la situación y cuidar a las personas cercanas a ti. Cuando te preocupas por las personas, no tienes tiempo para tener miedo. Incluso las cosas pequeñas, como preparar té o café, o las charlas triviales ayudan a evitar el pánico a ti y a los demás".
Uno de los momentos más difíciles que recuerda Max es cuando sacó de Kiev a un equipo de periodistas españoles y franceses. "En Irpin lo pasamos mal, tuve que sacar a varios grupos de informadores en medio de los bombardeos, pero me había comprometido a ello. Llevarlos sanos y salvos a la frontera te hace sentir bien, orgulloso de haber podido hacer bien tu trabajo", dice emocionado, "cuando los vi al otro lado no puede hacer otra cosa que sonreír", destaca.
Antes de ser fixer, Max trabajaba como ingeniero de transmisiones para la televisión ucraniana. Y como freelance había colaborado con varias productoras de países extranjeros. Su mujer, Lena, es periodista. "ella también ejerció de fixer con nosotros en Jarkov varios días y algunos otros en Leopolis al final de mi cobertura", relata Sol Macaluso. "El conocimiento de ambos de cómo funcionan los medios de comunicación, el saber qué es lo que los periodistas necesitamos para trabajar y para organizar la información del día es algo que valoré mucho", reconoce. "Te ayudaa a contextualizar lo que está sucediendo, a saber qué dicen los medios locales y eso facilita mucho el entendimiento, la comunicación... es un factor importante", recalca.
"No siempre son periodistas, puedes encontrarte con un fixer que ha cerrado su negocio y ha optado por ayudar a los periodistas extranjeros a cambio de un dinero útil para mantener a su familia", indica Casanova, "pero es cierto que si tiene vena periodística el resultado final del trabajo es mucho mejor", reconoce el productor.
"Un buen periodista sin fixer es muy difícil que trabaje, pero un buen fixer puede hacer bueno a un mal periodista", defiende Casanova.
Max se quita importancia, pero sabe que lo que está haciendo tiene mucho valor. "Par mi ser fixer. Todo lo que haces, cómo lo haces, tu comportamiento, sirve para mostrarle a los periodistas y, a través de ellos, a sus países, quiénes somos los ucranianos, qué queremos, qué sueños tenemos, y por supuesto, qué está sucediendo ahora en Ucrania. Los fixer... Intento darlo todo, ser un representante digno de mi país", concluye Max.
"Te imaginarás los lazos estrechos que se establecen con los fixer cuando estás tantas horas junto a unas personas de las que depende tu trabajo y tu vida", argumenta Macaluso. "En mi caso trabajaba a su lado desde las 06:00 de la mañana hasta la 01:00 de la madrugada. El fixer te ve estresarte, te ve llorar, te ve reír, te ve trabajar, te ve en circunstancias límite, es inevitable que se cree una unión especial, más aún en este contexto donde se amplifica todo muchísimo", dice la periodista.
"Para que te hagas una idea, desde que he regresado a España hablo con Max todos los días y tengo en mi casa a su mujer, Lena, y a su hija Dana. Fue mi fixer en Ucrania, ahora siento que es parte de mi familia", sentencia Sol Macaluso.