"Se debe superar la clima del egoísmo, es necesario no resbalar en los barrancos de la mundanidad y del consumismo", ha señalado en el discurso que ha pronunciado durante la celebración de la Misa del Gallo en la Basílica de San Pedro del Vaticano, el primero de los ritos litúrgicos de la que es su sexta Navidad como pontífice.
El obispo de Roma ha lamentado que "el tener" y "el acumular cosas" es para muchos "el sentido de la vida". Así ha invitado a acoger a Jesús para que cambie "la historia" a partir de cada uno porque, según ha afirmado, "cuando Jesús cambia el corazón, el centro de la vida ya no es el "yo hambriento y egoísta, sino él, que nace y vive por amor".
En su homilía, ha manifestado que al observar el pesebre, se comprende que "lo que alimenta a vida no son los bienes, sino el amor". "No es la voracidad, sino la caridad; no es la abundancia ostentosa, sino la sencillez que se ha de preservar", ha agregado.
De este modo, el Pontífice ha invitado a preguntarse: "¿Cuál es el alimento de mi vida, del que no puedo prescindir?, ¿es el Señor o es otro? Después, entrando en la gruta, individualizando en la tierna pobreza del Niño una nueva fragancia de vida, la de la sencillez, preguntémonos: ¿Necesito verdaderamente tantas cosas, tantas recetas complicadas para vivir? ¿Soy capaz de prescindir de tantos complementos superfluos, para elegir una vida más sencilla?".
El Papa ha explicado que Jesús se ofrece a los fieles "todos los días de su vida" en el "altar" donde se hace "pan partido". Y ha especificado: "En Navidad recibimos en la tierra a Jesús, Pan del cielo: es un alimento que no caduca nunca, sino que nos permite saborear ya desde ahora la vida eterna".