Con el final del verano educativo en el horizonte, muchos padres estadounidenses buscan soluciones alternativas para la vuelta al cole. Tras la experiencia del primer confinamiento, hay quien no se ve capaz de volver a compaginar el teletrabajo con la crianza y la educación 'online' de sus pequeños. Y entre las alternativas, en las últimas semanas ha surgido con mucha fuerza (sobre todo entre las familias de clase alta y media-alta) lo que ya se conoce como 'pandemic pods', literalmente, 'cápsulas -contra- la pandemia'.
En Estados Unidos, las competencias en educación son locales. La responsabilidad recae mayoritariamente en los condados que dividen los estados y cada condado toma sus propias decisiones. La modalidad de vuelta al cole variará mucho incluso dentro del mismo estado, pero hay tres grandes modelos: vuelta a las aulas con total normalidad como si la pandemia nunca hubiese existido (principalmente en estados de mayoría republicana); vuelta al cole por turnos con grupos reducidos de alumnos y formación 'online' para los días en los que el estudiante no acude al colegio; o formación íntegramente no presencial con los colegios cerrados hasta nuevo aviso.
A muchos progenitores no parece convencerles ninguna de las opciones. Y es ahí donde nacen los 'pandemic pods'. Idea surgida en el seno de la pudiente comunidad de Silicon Valley, consiste en organizar pequeños grupos de entre 5 y 7 alumnos, tutelados por un profesor privado o por los padres en turnos rotatorios, para suplir las carencias de la educación no presencial y la falta de socialización.
Los grupos se organizan por Internet. Hay grupos de Facebook a través de los cuales los padres se coordinan para formar y gestionar esos 'pods' o burbujas. También existe un directorio cada vez más extenso para encontrar el 'capítulo' local de los 'pods' que más se ajuste a las necesidades de los padres. Hay profesores que están dejando su trabajo en vistas a la lucrativa alternativa que plantean estas burbujas. Y también hay quien intenta sacar tajada desde el sector privado subiéndose al carro de lo que los muchos califican como 'la última moda' entre los padres con más recursos.
La iniciativa puede parecer una buena salida a la imposibilidad de compaginar trabajo y niños confinados. Sin embargo, cada vez son más los expertos que advierten sobre la gigantesca brecha social y educativa que suponen los 'pandemic pods'. Ya durante el confinamiento de la primera ola se pudo constatar que los hijos de las familias con menos recursos se habían quedado atrás durante la formación no presencial. Los niños más pobres difícilmente podían seguir el ritmo en hogares sin ordenadores o tabletas o sin conexión a Internet. Esta nueva alternativa agravaría aún más esta brecha en la tierra de la igualdad de oportunidades y en pleno estallido del movimiento 'Black Lives Matter'.
Anuncios como el que muestra el tuit no son una excepción. Diez mil dólares por alumno y semestre es un precio reservado a una pequeña élite. Luego está la modalidad de los padres tutelando por turnos, algo más accesible y menos elitista. Pero hay muchas familias que no se pueden permitir ni librar ese día a la semana para llegar a fin de mes. Eso por no hablar de los niños que dependen de la red escolar para poder llevar una alimentación equilibrada.
Si a esos factores se le añade que se anima a las familias a reducir el contacto social al grupo que forma el 'pod' de sus hijos, muchos de los progenitores con trabajos manuales y que por tanto no pueden teletrabajar quedarían también fuera de la ecuación. Para que se hagan una idea, según datos del New York Times, el 75% de los trabajadores esenciales de Nueva York pertenecen a una minoría étnica. Una tormenta perfecta de desigualdad entre alumnos.