Un padre obsesionado con que las vacunas son usadas para controlar nuestras mentes mata a su hijo y se suicida
Stephen O’Loughlin mató a su hijo de 9 años, Pierce, en su apartamento en San Francisco
Desde que el niño era un bebé estaba obsesionado con que no recibiese vacunaciones
Tras una disputa con su ex, consintió vacunar al niño contra el covid: un día después acabó con su vida
Stephen O’Loughlin, residente en San Francisco, estaba completamente obsesionado con las vacunas, y en especial con los efectos que pudiese tener sobre la salud de su hijo de nueve años. Tanto es así que creía firmemente en las teorías conspiratorias que le llevaban a pensar y creer que verdaderamente el Gobierno estaba usando la vacunación y el coronavirus.
Su posición y sus ideas provocaron una disputa con su expareja por la custodia de su hijo, Pierce, pero finalmente y pese a sus ideas acabó por dar su consentimiento para que el pequeño reciba la vacuna contra la covid. Sin embargo, como informa San Francisco Chronicle, un día después de hacerlo, en un fatal desenlace decidió presuntamente acabar con la vida del niño y suicidarse inmediatamente después.
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Fueron las autoridades las que encontraron los cuerpos sin vida de ambos en el apartamento en Marina, San Francisco, donde residían. Los agentes recibieron el aviso después de que la madre del niño, identificada como Lesley Hu, descubriese que no había asistido ese día a clase.
Estaba tan obsesionado que grababa la respiración de su hijo
El caso está en mano de las autoridades competentes, y se espera una vista judicial del caso en marzo. La abogada de Lesley, quien se divorció en 2016 tras cuatro años de matrimonio, ha denunciado que O’Loughlin estaba enfermo y tenía un comportamiento obsesivo. Su postura antivacunas le había llevado ya en 2012 a formar parte de una especie de secta denominada “Autoayuda de la nueva era”, y desde que Pierce era muy pequeño había mostrado oposición a que le sometiesen a las vacunaciones preceptivas, señalando que temía por los efectos secundarios que pudiese padecer desde que era bebé.
Según Lesley, su exmarido, –vicepresidente de una importante compañía de gestión de inversiones, y quien había llegado a donar miles de dólares al grupo de ‘autoayuda’ en el que estuvo desde 2012 a 2016–, estaba supuestamente tan preocupado por la salud del niño que grababa en vídeo la forma en que respiraba para poder “documentar su congestión nasal”.
Para la abogada de Lesley, O’Loughlin “estaba viendo que estaba perdiendo el control y castigó a su exesposa con el último acto de violencia: matar a su hijo”. Ahora, ha dicho, “ella sufrirá durante el resto de su vida”.