El cóctel puede ser explosivo: noche de juerga en un verano de pandemia. ¿Cómo afrontar el reto de contener la expansión del coronavirus ante el ocio nocturno? "Jóvenes, este no es el momento de luchar por vuestro derecho a la fiesta. Lo respeto. Pero es el momento de ser inteligentes", ha dicho el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo. Lo ha hecho preocupado por los rebrotes y una constatación: el aumento de contagios entre los jóvenes (de 21 a 30 años) en comparación con otros grupos de edad que se han mantenido estables o han disminuido.
El incremento, alerta el gobernador estadounidense, se ha producido de forma significativa en un corto periodo de tiempo entre jóvenes que se concentran en bares y restaurantes y "socializan sin cumplir con los protocolos sanitarios recomendados", como el distanciamiento social o el uso de mascarilla. "Los principales problemas son los bares y los restaurantes. Y, a menudo, hay alcohol de por medio", ha advertido.
Las autoridades en distintas partes del mundo se debaten sobre cómo conciliar intereses contrapuestos. Unos días antes de las declaraciones de Cuomo, en Francia los trabajadores de discotecas se manifestaban para pedir al Gobierno que abra los clubes nocturnos. Este mantiene que, de momento, permanecerán cerradas. Frente al ministerio de Sanidad en París, 200 empleados de esos locales lanzaban sus consignas: "Todo por la noche" o "Salvad el mundo de la noche". Matthieu Lebrun, portavoz de los operadores de discotecas de Normandía, afirma a la Agencia France Presse que la mitad de los clubes nocturnos y discotecas francesas corre el riesgo de desaparecer si no se permite su reapertura antes de septiembre. "Necesitamos una fecha concreta", dice.
Profesionales del sector en Francia argumentan que es mejor permitir la apertura de esos locales bajo una estricta regulación que dejar que la gente se concentre en fiestas al aire libre sin respetar las restricciones, tal y como se ha visto en recientes imágenes. El Gobierno francés, por su parte, responde que la experiencia en otros países enseña que los clubes nocturnos pueden ser focos de transmisión del coronavirus.
En Australia, por ejemplo, el estado de Nueva Gales del Sur ha tenido que decretar la alerta máxima por un foco que se inició en un bar de Sídney. La ciudad de Melbourne, en Victoria, decretó el pasado 9 de julio un confinamiento de seis semanas por un repunte de los casos que se atribuye a la falta de control en los hoteles. El día previo a la imposición de la cuarentena las imágenes mostraban aglomeraciones en bares y restaurantes.
En Irlanda, 26 pubs se enfrentan a un proceso penal por incumplir, durante el primer fin de semana de su reapertura, las regulaciones impuestas para luchar contra la Covid-19. Las autoridades han alertado de que en numerosos locales no se respetan las normas de distanciamiento social ni se registran los detalles para el seguimiento de contactos. También allí, las imágenes de grandes multitudes bebiendo en la calle sin cumplir las normas sanitarias han causado gran preocupación.
En República Checa, al menos 60 nuevos contagios se relacionan con una fiesta organizada en un local nocturno, lo que ha obligado a poner en cuarentena a 120 personas. En Japón, decenas de infecciones en locales nocturnos ya pusieron en alerta a las autoridades hace semanas.
"Esto es simplemente ofensivo", lamenta un tuit que muestra una gran celebración en una playa de Vancouver, en Canadá. En un vídeo difundido por las redes sociales se ve a cientos de personas bailando al ritmo de los tambores al caer el sol, pegadas unas contra otras sin respetar la distancia de seguridad. En la zona están prohibidas las reuniones de más de 50 personas como medida para combatir la propagación del virus.
En Irán, la pandemia ha devuelto al ocio nocturno el Autocine. Ante una gran pantalla al aire libre, los espectadores disfrutan de las películas desde sus vehículos. El Autocine desapareció del país persa tras la Revolución Islámica de 1979; fue censurado por los guardianes de la moral porque permitía, en su opinión, demasiada intimidad entre las parejas. La nueva modalidad incluye también el circo. Durante esta semana, en Teherán, muchas familias han sido testigos del espectáculo sin moverse de sus coches.
En países como Alemania ya se celebran conciertos y otros eventos a los que el público acude sin salir de sus vehículos. En una discoteca de Schüttorf, al norte del país, 250 automóviles se agolparon frente al escenario para asistir a una sesión de música electrónica manteniendo la distancia de seguridad y sin riesgo de contagios. Es uno de los retos en tiempos del coronavirus: reiventarse o morir.