La madre, brasileña de 32 años, nació con ovarios pero sin útero. Los médicos lograron trasplantarle un útero de un cadáver y siete meses de la intervención, le implantaron uno de sus óvulos previamente fecundados. Así, ha dado a luz a una niña sana, por cesárea a las 35 semanas y tres días y pesó 2,55 kilogramos, según el informe del estudio publicado por la revista 'The Lancet'.
Dani Ejzenberg, médico del hospital de la Universidad de Sao que dirigió la investigación, ha indicado que el trasplante, realizado en septiembre de 2016, muestra que la técnica es factible y podría ofrecer a las mujeres con infertilidad uterina acceso a un grupo más grande de donantes potenciales. La norma actual para recibir un trasplante de útero es que el órgano provenga de un miembro de la familia vivo que esté dispuesto a donarlo.
"La cantidad de personas dispuestas y comprometidas a donar órganos tras la muerte es mucho mayor que la de los donantes vivos, lo que ofrece una población potencial de donantes mucho más amplia", ha manifestado Ejzenberg en un comunicado sobre los resultados.
Sin embargo, ha expresado que los resultados y efectos de las donaciones de útero de donantes vivos y fallecidos aún no se han comparado, y ha afirmado que la técnica aún puede ser mejorada.
Hasta ahora se habían intentado 10 trasplantes con donantes fallecidas, todos sin éxito, en Estados Unidos, República Checa y Turquía.
Cinco meses después de este trasplante el útero no mostraba señales de rechazo, las ecografías eran normales y la receptora tenía una menstruación regular. El trasplante ha involucrado la conexión de las venas del útero de la donante con las venas de la receptora, así como el enlace de las arterias, los ligamentos y los canales vaginales.
Además, los óvulos previamente fertilizados y congelados de la mujer fueron implantados tras siete meses, por lo que 10 días después se confirmó que estaba embarazada.