Gemma Farquhar, una joven madre de dos hijos, residente en Sídney, Australia, ha compartido los desgarradores detalles de su lucha contra el cáncer de intestino en etapa cuatro y los síntomas más importantes que toda la ciudadanía debería saber.
La mujer, según explicó en las redes, tenía solo 35 años cuando le diagnosticaron la enfermedad terminal en abril de 2020. Antes de esta fecha, había pasado meses con numerosos viajes al hospital y vómitos inexplicables, unas circunstancias que concluyeron con el pronóstico erróneo de un virus estomacal. Pero Gemma luchó por saber la verdad.
Según recoge 'Daily Mail', después de una compleja operación y la quimioterapia, el cáncer se ha extendido ahora a sus pulmones, dejando a la joven con un 14% de posibilidades de supervivencia al cabo de cinco años, de los que ya han pasado dos.
"Antes de mi diagnóstico, a principios de enero de 2020, comí una pizza un viernes por la noche con mi familia. Unas horas después, mi estómago estaba fuera de control. Durante la madrugada me dolía el intestino y al mismo tiempo comencé a vomitar violentamente", explicó Gemma.
En marzo, después de otra cena, volvió a ocurrir lo mismo, y Gemma admitió sentirse "perfectamente normal" después de la terrible experiencia, pero sabía que algo no iba bien del todo y necesitaba saber qué ocurría.
"Me puse en contacto con el médico local y pedí cita. Le avisé de mis síntomas y simplemente dijo que no había nada de qué preocuparse, que era solo un problema estomacal", subrayó la mujer. "No estaba satisfecha, por lo que pedí un análisis de sangre completo y referencias. En este punto habían pasado un par de meses entre cada episodio. Pedí también referencias de una gastroenteróloga y un alergólogo", precisó.
"Tan pronto como tuve la remisión, pedí una cita. El alergólogo me indicó que no tenía alergia y el gastroenterólogo me dijo que lo más probable es que tuviera algunos problemas digestivos, así que me recetó un medicamento a base de hierbas", añadió Gemma.
La mujer asegura que, entonces, le pidieron más muestras de sangre, a lo que accedió. Sin embargo, no había novedades. "Unas semanas más tarde de hacerme las pruebas, mi estómago comenzó a hacer sonidos muy fuertes y me daban calambres. Me notaba hinchada y esto continuó unas dos semanas", comentó Gemma al respecto.
Los médicos insistían en que eran problemas digestivos y que podía ser estreñimiento, por lo que le recetaron otro medicamento. Pero el 23 de abril, cuando Gemma salió a caminar con un amiga, su estómago comenzó a tener calambres más fuertes. Su apetito desapareció y comenzó a vomitar mucho.
La joven contactó con su gastroenteróloga y esta le recomendó hacerse una tomografía computarizada, así como enviar otros análisis. "Una hora después, el médico me llamó por teléfono y me dijo que tenía que ir de inmediato al hospital debido al cáncer de intestino y una obstrucción", señaló Gemma.
La mujer entró "en estado de shock e incredulidad": "Después de una noche inquieta y sin poder comer ni beber nada debido a la cirugía pendiente, me desperté el 25 de abril y me llevaron al quirófano. Estaba llorando y extremadamente temerosa de lo desconocido"
Después de someterse a una cirugía de emergencia, a Gemma se le diagnosticó cáncer de intestino en etapa tres, pero tan pronto como comenzó la quimioterapia, los médicos notaron que el cáncer se había extendido a sus ovarios, y la trasladaron inmediatamente a la etapa cuatro.
Los sanitarios decidieron emplear un plan de tratamiento más agresivo y la joven se sometió a quimioterapia intensiva. Además, se le practicó una peritonectomía, que a veces se conoce como "la madre de todas las cirugías" porque los médicos cortan a un paciente por la mitad, extraen ciertos órganos plagados de cáncer y vierten "quimioterapia caliente" sobre el abdomen.
"En la cirugía me extirparon el peritoneo, el epiplón, el apéndice, 20 centímegros de mi intestino y me sometieron a una histerectomía radical completa, por lo que también me extirparon el útero, las trompas, el cuello uterino y mis dos ovarios", comentó Gemma.
La mujer se despertó nueve horas después de la cirugía en la UCI con cuatro drenajes saliendo de su estómago que la ayudaron a tolerar el dolor durante cuatro días. No pudo caminar hasta el tercer día, cuando dio "solo un paso" y no pudo comer ni beber por sí misma.
Pasó por la UCI cinco días, después a planta dos semanas y, tras esto, ha estado 11 meses con escáneres de vigilancia. Todo, mientras la pandemia golpeaba a Europa, por lo que su marido no podía ni verla ni acompañarla. "Ahora tengo algunos nódulos en mis pulmones que están siendo tratados", comentó Gemma sobre las últimas pruebas.
"Trato de no mirar estadísticas y probabilidades. Tengo un gran equipo de profesionales médicos a mi alrededor en los que confío", destacó Gemma, una mujer valiente que se ha propuesto ahora contar su historia para que la sociedad sea consciente de esta enfermedad. "Necesitamos educar y contar nuestras historias", dijo.
El de intestino es la principal causa de muerte relacionada con el cáncer entre las personas de 25 a 44 años. "Con demasiada frecuencia se detecta tarde, lo que impide una intervención temprana. Hay una falta de educación y conciencia al respecto. Necesitamos ser nuestros propios defensores", concluyó Gemma, quien trata de ayudar a otras personas diagnosticadas con cáncer a mantener la positividad y la perspectiva.