El balance de muertos a causa de la inundación de una fábrica textil clandestina en la ciudad marroquí de Tánger (norte) ha ascendido a 28, según las últimas cifras que recogen los medios locales, que apuntan a que las víctimas se habrían electrocutado tras la entrada de agua en las instalaciones.
Fuentes de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) han indicado que entre las víctimas mortales hay 20 mujeres y han agregado que el taller subterráneo se encontraba a tres metros de la superficie y tenía unos 150 metros cuadrados.
Las fuerzas de seguridad han procedido a la detención del dueño de la fábrica clandestina, cuya identidad no ha trascendido.
Además, los equipos de rescate han logrado sacar con vida a diez personas de las instalaciones, que han sido ingresados en el Hospital Regional de Tánger. Se encontraban en el sótano de una vivienda en Hay Alinas, donde han sido hallados además los cadáveres.
Entre los fallecidos hay varios miembros de una misma familia, explicó un testigo en el lugar de la tragedia, situado en el barrio Brans, al sur de la ciudad, junto a la carretera que lleva a Rabat.
Las operaciones de búsqueda continúa en el lugar ante la posibilidad de que haya más víctimas en la fábrica, mientras que las autoridades han abierto una investigación para esclarecer las causas del suceso y determinar responsabilidades.
El carácter clandestino de este taller fue inmediatamente puesto de relieve en el primer comunicado oficial, y responde a un hecho relativamente frecuente: según la Confederación General de Empresas Marroquíes (CGEM, patronal), un 54% de las actividades de cuero y textil caen en Marruecos dentro del llamado "sector informal".
Barrios enteros de Tánger -comenta un empresario local- son una sucesión de sótanos dedicados informalmente a la fabricación de material textil, de zapatos o de lavado de automóviles, con conocimiento de todo el mundo.
Estas unidades más o menos clandestinas carecen de las más mínimas normas de seguridad en el trabajo, como salidas de incendios, disponibilidad de extintores o escasa ventilación en los locales.
El profesor universitario y experto en Derecho del Trabajo, Khaled Bouqich, explicó que es relativamente habitual en el sector textil en Marruecos la "cadena de subcontratas": una gran empresa subcontrata una actividad concreta a una compañía más pequeña, que a su vez la vuelve a subcontratar.
En algún momento de la cadena, la empresa contratada es ilegal y no está registrada, lo que plantea una doble responsabilidad en caso de accidentes o meras disfunciones: la de la empresa que realiza el trabajo siendo ilegal y la de quien contrató sus servicios sabiendo que lo era.
En opinión de Bouqich, no hay suficientes controles ni inspectores de trabajo que vigilen el cumplimiento de la ley en dos materias fundamentales: pago de la seguridad social a los trabajadores y pago de impuestos, que son los dos fallos más generalizados en el sector informal.