Hay una foto que persigue al Movimiento 5 Estrellas (M5E). La noche del 27 de septiembre de 2018, su entonces líder, Luigi Di Maio, y varios ministros salieron al balcón del Palacio Chigi para festejar que acababan de aprobar el proyecto de Presupuestos. Como en una jornada electoral, pero en la sede de la Presidencia. El Gobierno italiano, en coalición con la ultraderechista Liga, estaba en plena guerra abierta con la UE por el desvío del déficit y el M5E había conseguido incluir en las cuentas la renta básica ciudadana, la principal medida con la que habían hecho campaña. Di Maio, ebrio de poder, llegó a decir que habían “abolido la pobreza”. La escena abochornó incluso a su socio, Matteo Salvini, cuyo sentido del recato se pudo comprobar después abriendo una crisis de Gobierno en una discoteca de playa.
El M5E pensó por un momento que determinaría el rumbo de la política italiana. Había sido el partido más votado, con un 33% de las papeletas, en las elecciones celebradas unos meses atrás y su efecto ya se dejaba notar. Pero esa foto revelaba en realidad que eran unos recién llegados, como el debutante que ya sueña con los premios tras el primer partido de competición. A día de hoy no han vuelto a abrirse las urnas, siguen siendo el partido con mayor representación parlamentaria, aunque su poder se ha desvanecido por completo. En el Gobierno de concentración de Mario Draghi ostentan cuatro ministerios, ninguno de ellos con poder real. La única cartera de relumbrón es Exteriores, que continúa en manos de Di Maio.
De los 227 diputados y 112 senadores que tenía el M5E en 2018, ahora cuenta con 168 y 92 respectivamente. Ninguna otra formación ha sufrido esta hemorragia. Muchos se han ido y otros han sido expulsados por la dirección. Los últimos en ser purgados son 41 parlamentarios que votaron en contra, se abstuvieron o no se presentaron a la investidura de Draghi. Tras una discusión interna, el veredicto final del fundador, Beppe Grillo, fue entrar en el Ejecutivo. Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia, se presentaba como la única fuerza de oposición, aunque ahora compartirá espacio con los disidentes del M5E.
De momento no son más que una comitiva de políticos errantes, de los muchos que deja la política italiana. Si bien ya se están organizando para formar un grupo político propio, asociándose con un partido que cuenta representación parlamentaria. Se llamaría ‘La alternativa existe’ y se convertiría en la primera escisión de la historia del M5E.
Su referente sería Alessandro Di Battista, un joven miembro del Cinco Estrellas de la primera hora que siempre sonó como heredero de Grillo y se mantuvo eternamente a las puertas. En su momento álgido era capaz de movilizar a las masas con un discurso de protesta batallero, que representaba a la perfección el nuevo populismo desideologizado. Lo llamaban el ‘Che Guevara de Roma norte’, donde viven las clases acomodadas de la capital.
Di Battista ni siquiera es parlamentario, pero tampoco lo es Grillo y sigue ejerciendo como factótum del partido. El discípulo trataría de replicar el modelo del maestro. Desde su fundación hace una década el Cinco Estrellas ha sido todo y nada. Un partido que seguía la corriente política del momento a través de una herramienta informática, el algoritmo llevado a la política. Nueva casa para un votante desencantado, que se sentía más cómodo gobernando con la extrema derecha que con los socialdemócratas -según las encuestas de opinión- y que ha terminado por perderse ante tanto cambio de rumbo.
El M5E ha pasado de prometer que no se mezclaría con ningún otro partido a gobernar prácticamente con todos, incluyendo a Silvio Berlusconi y Matteo Renzi, sus dos grandes leviatanes. Los últimos disidentes han decidido que de erigirse como “el poder del pueblo” a entregárselo al expresidente del BCE había un salto demasiado grande.
El profesor Lorenzo Castellani, de la Universidad romana Luiss, cree que en el reposicionamiento político ante el Gobierno de unidad, “el M5E ha sido el gran derrotado”. “Los dos polos que surgen intentarán encontrar un nuevo espacio: la línea mayoritaria del partido se presentará cada vez más como un partido de Gobierno responsable, que tratará de alinearse con Los Verdes europeos, recuperando el ambientalismo como uno de los pocos elementos distintivos; mientras que el ala rupturista debería virar hacia un izquierdismo radical, más cercano a Podemos en España”, opina el experto.
Giuseppe Conte retoma este viernes las clases de Derecho en la Universidad de Florencia. Sin embargo, la carrera política del jurista que se convirtió en primer ministro no parece haber terminado. Grillo confía en él para encabezar la última mutación del partido. Sin líderes más carismáticos a la vista, Conte podría convertirse en próximo reclamo electoral de una hipotética alianza con los socialdemócratas del Partido Democrático (PD), con quienes vivió sus momentos de mayor popularidad en el Gobierno. El liderazgo del M5E se mantiene en la interinidad desde hace más de un año y tras las fricciones con el sector que manejaba el aparato informático, tampoco está muy claro quién controla el partido, más allá de la figura externa de Grillo.
Pero si esta legislatura agota los plazos quedan todavía dos años para las próximas elecciones. Un mundo, teniendo en cuenta que el panorama político acaba de dar un vuelco radical. El politólogo Giovanni Orsina considera que la única salida para el M5E es “convertirse en un partido de centroizquierda europeísta de tintes democristianos”. Aunque eso vale, según él, entre un 10 y un 12%; y parte de la premisa de conservar esa alianza estratégica con el PD.
El camino hacia ninguna parte del Movimiento 5 Estrellas se refleja en el Parlamento Europeo, donde dos años después de las últimas elecciones no han encontrado un grupo que les acepte. Llamaron a distintas puertas, pero todas están cerradas. Hace tiempo que en Bruselas dejaron de ver al M5E como un partido peligroso, si acaso poco fiable. Más bien, la percepción que transmiten es de diletantismo, esa palabra tan italiana. Como en la foto del balcón, fue muy fácil arrebatarle el poder a quien pensaba que lo tenía.