Moldavia, ¿próximo objetivo de Putin?
El ataque ruso a Ucrania despierta Transnitria y pone en duda la neutralidad del país
Borrell viaja a Moldavia para darles respaldo
Sigue en directo la Guerra Rusia-Ucrania
Bruselas estudia cuál podría ser el próximo objetivo del presidente ruso Vladimir Putin si consigue subyugar Ucrania. Muchos diplomáticos miran los conflictos congelados en las regiones georgianas bajo control ruso de Osetia del Sur y Abjasia y en la Transnitria moldava.
El Alto Representante Josep Borrell y el comisario de Ampliación Oliver Varhelyi viajaron este miércoles a Moldavia, país que aparece en muchos escenarios como un objetivo de Putin. Su presidenta Maia Sandu y su primera ministra Natalia Gavrilita pidieron ayuda a la Unión Europea mientras los ministros de Energía europeos autorizaron a la Comisión a empezar los trabajos técnicos para conectar y sincronizar la red eléctrica moldava a la europea.
Nicu Popescu, ministro de Exteriores moldavo, condenó el ataque ruso a Ucrania pero no unió a su país a las sanciones europeas. El país ya recibió más de 100.000 refugiados ucranianos.
El contexto moldavo
Moldavia es un caso único en Europa. No es miembro de la Unión Europea ni de la OTAN pero sí tiene acuerdos firmados con Bruselas en el marco del Partenariado Oriental. Su proximidad cultural, histórica y lingüística con Rumanía hace que muchos moldavos tengan pasaporte rumano y por lo tanto puedan moverse por Europa. En las estadísticas migratorias aparecen como rumanos aunque algunos nunca vivieron en Rumanía pues tienen el pasaporte porque sus ancestros fueron rumanos.
En rumano se habla de ‘Moldavia oriental’ para distinguir al país de ‘Moldavia occidental’, una región rumana. El país está enclavado entre su hermana Rumanía y Ucrania y está compuesto por los territorios históricos de la Besarabia (que la Unión Soviética entregó en la Paz de Brest-Litovsk) y la Podolia meridional, conocida como Transnitria (más allá del Dniestr, el río principal del país).
La Moldavia controlada por su Gobierno, con sede en Chisinau, fue parte del Imperio Otomano desde el siglo XIV hasta 1812, cuando los otomanos la cedieron al Imperio ruso durante las guerras napoleónicas. En 1917 se convirtió en una república soviética. En 1918, con los soviéticos perdiendo territorios durante la Primera Guerra Mundial, se declara independiente y acto seguido se une a Rumanía.
En 1940 el Pacto entre Hitler y Stalin (firmado por sus ministros Ribbentrop y Molotov) la devuelve a la Unión Soviética. Stalin lanza un ultimátum a Rumanía para que le ceda el territorio. Los rumanos, aprovechando la invasión nazi de la Unión Soviética toman de nuevo Moldavia entre 1941 y 1944, cuando son expulsados por las tropas soviéticas en su avance hacia el oeste.
Tras el desmoronamiento de la URSS se independiza en agosto de 1991, pero Rusia no sale del país. La presencia de una importante minoría rusa (calculada en un tercio de la población y concentrada principalmente en la Transnitria, fronteriza con Ucrania) lleva al Kremlin a mantener una importante presencia militar. En 1992 esas tropas, en una breve guerra (de marzo a julio de 1992, 3.500 muertos), separan de facto Transnitria del resto de Moldavia.
El país intenta desde entonces mantener una neutralidad exterior que le permita evitar conflictos. En el Gobierno se han ido sucediendo formaciones pro-rusos y pro-europeos sin por ello cambiar decididamente la política exterior. Comercial y económicamente está mucho más conectado a la Unión Europea que a Ucrania y Rusia.
Sin cortar del todo los lazos con Moscú (depende al 100% de Rusia para su suministro de gas) se ha ido acercando a Bruselas: es miembro del Partenariado por la paz de la OTAN desde 1994 y firmó un Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea en 2009 y un Acuerdo de Asociación (lo más avanzada que puede ser una relación con la Unión Europea para países que no son candidatos a la adhesión) en 2016. Es el país más pobre de Europa en PIB per cápita y en los índices de Desarrollo Humano de Naciones Unidas aparece a la cola de Europa.
El ataque ruso a Ucrania despierta sombras del pasado y pone al país, con esa presencia de tropas rusa al borde de la frontera con Ucrania, en una situación geopolítica muy incómoda. El país nunca firmó la paz con Rusia porque no acepta ceder la Transnitria y su Constitución establece que en política exterior es neutral, una referencia a que no se unirá a la OTAN y que tranquiliza a Rusia.
El viaje de Borrell debe servir para que las dirigentes rumanas sientan que Europa está vigilando la situación, pero el XVI Ejército ruso es el dueño y señor de la situación porque el Ejército moldavo no podría hacerle frente. Moldavia tiene unos tres millones de habitantes. De ellos, casi medio millón viven en Transnitria, un territorio que ningún país del mundo reconoce como independiente. Ni Rusia, que en la práctica lo trata como si fuera propio. Hubo intentos de cerrar el conflicto, liderados por la OSCE y con la participación de Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea, Ucrania, Moldavia y las autoridades de Transnitria. Nunca llegaron a puerto.
Transnitria saltó a los medios españoles cuando el Sheriff de Tiraspol (el equipo de fútbol de la capital) se plantó en el Bernabéu en un partido de Champions League y contra todo pronóstico tumbó a los de Ancelotti. El equipo juega la liga moldava, otra contradicción más y otra muestra del equilibrio en el que vive esa pequeña esquina de Europa.