Los militares estadounidenses desplegados en Afganistán han trasladado este sábado al jefe del Estado Mayor Conjunto norteamericano, Mike Mullen, su preocupación ante un posible impago de los salarios por la suspensión de pagos en que Estados Unidos podría entrar a principios de agosto.

Mullen ha admitido que el abono de estos sueldos no está garantizado, pero ha hecho hincapié en que el Departamento de Defensa trabaja estos días para tratar de encontrar fórmulas con las que hacer frente a la potencial y temida suspensión de pagos.

Varios de los soldados desplegados en la base área de Kandahar, en el sur de Afganistán, han mostrado su preocupación porque el Ejército sufra la falta de acuerdo entre demócratas y republicanos, que aún no han logrado un pacto para elevar el techo de endeudamiento de la administración.

"Sinceramente, no puedo responder a esa pregunta", ha dicho Mullen ante varios de los militares. "Me gustaría daros una respuesta mejor, pero sinceramente no lo sé", ha añadido, para después matizar que confía en que las tropas puedan recibir sus pagos puntualmente.

Lo que sí ha advertido Mullen es que, en caso de que finalmente se llegue a la suspensión de pagos, ésta tendría un "impacto devastador" para el país.

Estados Unidos podría no tener dinero para pagar sus facturas si antes del 2 de agosto demócratas y republicanos no cierran un plan con el que elevar el actual techo de deuda, fijado en 14,3 billones de dólares.

Un estudio del Centro de Política Bipartidista ha calculado que, gracias a los 172.000 millones que Estados Unidos ingresaría entre el 3 y el 31 de agosto, podría cubrir los pagos de la Seguridad Social, Medicare, Medicaid, los intereses de la deuda, los pagos a proveedores de defensa y el subsidio a desempleados. En cambio, departamentos como Trabajo, Comercio, Energía o Justicia quedarían sin presupuesto disponible y no se pagaría a colectivos como los militares en servicio o los funcionarios federales.