Con permiso de la pandemia, Angela Merkel encara supuestamente en una situación de estabilidad política envidiable los últimos meses de su mandato al frente de la 'gran coalición' que forman su partido, la Unión Cristiano Demócrata (CDU), y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD). Ambos dominan en el Bundestag, donde suman 399 escaños de los 709 de la Cámara Baja germana.
Sin embargo, bajo las apariencias, el sistema político alemán se está resquebrajando. Así lo entiende Andreas Rödder (Wissen, 1967), profesor de historia contemporánea de la Universidad de Maguncia que actualmente es docente invitado en la prestigiosa Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos.
Él fue el primero en abrir el debate que el semanario Der Spiegel está dedicando a plantear cómo influyen en Alemania las políticas identitarias que a izquierda y derecha. Según Rödder, los extremos ya tienen en Alemania el “poder discursivo” del que hablaba el filósofo italiano Antonio Gramsci.
Extremistas a diestro y siniestro están fijando de qué se habla en Alemania, viene a decir Rödder. Da igual que los temas sean la inmigración, la nación, la raza o el feminismo. Esta situación, amenazante para la democracia, según Rödder, se ha topado con una respuesta “arrogante” de la canciller.
“Merkel gobierna en modo gestión de crisis y con pragmatismo, pero sin estrategia ni ideas”, dice Rödder en esta entrevista con NIUS. Es más, a su entender, “el sistema político alemán ya no representa bien las diferentes corrientes políticas que se dan en el país”.
En su reciente ensayo publicado en el Der Spiegel, usted preguntaba ante el auge de la polarización política el Alemania: “¿Dónde están los conceptos que emanan del centro de la sociedad?” ¿Por qué preguntarse eso en un país como Alemania, que lleva gobernada casi 16 años ya por Der Spiegeluna mujer centrista del centro-derecha como Angela Merkel
Porque ese centro que gobierna no tiene ideas. Y esto es un problema. Merkel gobierna en modo gestión de crisis y con pragmatismo, pero sin estrategia ni ideas.
¿Por eso en el debate público están tan presentes los temas, entre otros, como el nacionalismo, la inmigración, el racismo o el feminismo?
El debate en Alemania está viéndose cada vez más empapado por los temas de las políticas identitarias de la izquierda, pero también del resentimiento de la derecha con el partido Alternativa para Alemania (AfD). En los medios de comunicación, estos temas de la ultraderecha no tienen tanta atención, pero sí se les presta atención en las redes sociales. Ese resentimiento está ahí.
En resumen, en Alemania gobierna el centro, pero el centro no tiene el poder discursivo. Esto hace que en Alemania pase como en muchos otros países donde los márgenes de la política no tienen el poder político pero sí tienen el poder discursivo. Uno aprende leyendo a Antonio Gramsci que el que tiene el poder discursivo tiene al fin y al cabo el poder político.
¿Cómo define usted lo que son las políticas identitarias?
Las políticas identitarias es como se conoce a una forma de pensar en grupo. Es una forma de pensamiento colectivista centrada en los perjuicios, concretamente en los grupos discriminados. Esto es muy diferente a lo que se plantea en una sociedad liberal e individualista, porque uno se define por su identidad de grupo y por las conexiones que tiene con ese grupo en términos de perjuicios. Esto significa, que si eres joven, mujer, inmigrante, transexual o bisexual o, en resumen, si no eres ciudadano convencional, a saber, occidental, blanco, heterosexual y mayor, estás discriminado.
A partir de ahí se generan deseos políticos, y de esos deseos surge, primero, el colectivismo – porque sólo te identificas con tu grupo – y, dos, se genera otro grupo con el que no se tiene nada que ver. El las políticas de identidad tienen un origen emancipatorio totalmente justo. Pero las políticas de identidad se han convertido en algo absolutista e ideologizado en lo que sólo se piensa en burbujas de gente discriminada. Esto existe en la derecha y en la izquierda.
¿A qué se refiere?
En la extrema derecha, hay un movimiento que no se llama Movimiento Identitario por casualidad. En este grupo también se piensa de modo colectivista. Pero el colectivo en que éstos piensan es el colectivo étnico, y no están centrados en la igualdad, sino en la exclusión. Pero los mecanismos que ponen en marcha son los mismos: colectivismo y separar el “nosotros de ellos”. Ambos, movimientos, a izquierda y a derecha, están atenazando el centro político.
¿No se ha podido instalar en el país un debate público centrista pese a que Alemania tiene en el poder a alguien más bien centrista como Merkel ?
Recuerdo una caricatura de 2013 en la que Merkel se sometía al Wahl-O-Mat [una aplicación que ayuda al usuario a descubrir su preferencias políticas, ndlr.], y lo que le salía en su resultado era un 70% de SPD. Así llegamos a que Los Verdes piensen en realidad que Merkel es uno de los suyos. En vista de esto yo le diría que, en realidad, Merkel gobierna con una dirección de centro-izquierda.
Menciona usted Los Verdes. Este partido, que estaba en la izquierda de la izquierda en sus orígenes, ahora se dice que es la nueva esperanza del centro-izquierda, e incluso del centro político
Sí, pero Los Verdes tienen todavía muchos conflictos internos por resolver. El aburguesamiento de Los Verdes es un fenómeno que habla bien de la capacidad de integración del sistema político de Alemania. Los Verdes ya no tienen a los fundamentalistas que tenían en el partido en los años 80, en sus orígenes. Pero lo cierto es que Los Verdes están marcados fundamentalmente por las políticas de identidad y el movimiento ambientalista fundamentalista.
A la izquierda de Los Verdes se está construyendo un movimiento radical centrado en las cuestiones climáticas. Lo que yo creo que está pasando es que tenemos un problema de base. A saber, que el sistema político ya no representa bien las diferentes corrientes políticas que se dan en el país. Pero los Verdes son un partido con una seña muy centrada en las políticas de identidad, aunque en sus líderes actuales Robert Habeck y Annalena Baerbock es algo muy mesurado.
¿Esa división de Los Verdes es exclusiva de los ecologistas?
En realidad, toda la izquierda está partida en dos. Hay una izquierda que está centrada en los temas de identidad y la izquierda de la vieja escuela materialista. Ésta última es la izquierda que permanece en muchos socialdemócratas, pero éstos tienen muchos problemas con el SPD porque creen que el partido ha ido demasiado lejos con el multiculturalismo y las políticas de identidad.
Esta izquierda quiere una línea política de izquierdas tradicional que haga políticas emancipatorias. Esta izquierda es la que quiere representar el movimiento De Pie que lidera Sahra Wagenknecht. Ella quiere reunir a las diferentes corrientes de la izquierda de esa izquierda materialista. Sería importante para el sistema político alemán que hubiera una izquierda centrada en temas identitarios, otra para asuntos materialistas, otra zona para los liberales-conservadores, y luego espacio para ese 10% de derechistas nacionalistas.
Describe usted a un centro atenazado y amenazado por quienes ponen en marcha políticas identitarias y por el poder discursivo de éstas. ¿Cuál está siendo la reacción del centro político alemán, que todavía gobierna?
El centro gobierna de un modo arrogante con Angela Merkel. No se dan cuentan de que están perdiendo los fundamentos del debate público.
¿En qué medida el poder discursivo de los extremos puede poner en peligro el centro político alemán?
Las cosas pueden ir muy rápido. Mire lo que ha pasado en Estados Unidos. Muchas cosas que han pasado en Estados Unidos, pocos años después, se reproducen en Europa. Puede que haya matices, porque Marine Le Pen en Francia es una cosa distinta de lo que es Trump en Estados Unidos. Pero esa polarización del debate público está ahí.
Este año tenemos elecciones en Alemania, y cuando uno ve la propaganda electoral de AfD está claro que su lema es: “¡Alemana para los alemanes!”, “¡Nosotros contra ellos!”. Hay ahí un resentimiento enorme y AfD trata de encarnar todo ese extremismo. En definitiva, yo veo muy posible que los extremos puedan salir reforzados, especialmente cuando desde el centro político no hay una idea de liderazgo.
Y aquí llegamos a lo que señalaba usted en Der Spiegel
Habría que hablar de los temas que a los que se refieren los que explotan el resentimiento nacionalista, en la derecha, y las políticas identitarias de la izquierda. Yo creo que el centro puede hacer una política de igualdad diferente. Pero hay que tener en cuenta que una cosa es la igualdad de oportunidades y otra la equiparación. La equiparación es un concepto igualitario de la izquierda con la que se busca la obtención de un resultado concreto a través de cuotas.
Por otro lado, la igualdad de oportunidades se concentra en establecer igualdad de condiciones. Éste último es un concepto liberal. Una política liberal tendría que prestar más atención a la igualdad de oportunidades y tener en cuenta una cosa, que la desigualdad que surge a partir de una situación de igualdad de oportunidades es algo que tenemos que aceptar. Por otro lado, los partidarios de las políticas de identidad entienden que toda desigualdad es una injusticia.
¿Qué pasa con temas como el medioambiente o la inmigración?
El centro también tendría que tener más iniciativa en temas medioambientales. Tendrían que decir que han comprendido las críticas y las amenazas que representan las cuestiones climáticas desde hace años, pero que buscan soluciones abiertas a la tecnología y a la competencia en el libre mercado.
En temas de inmigración, el centro también podría tener más iniciativa llevando una política que se distancie del “¡Inmigratnes fuera!” y del cierre de fronteras de la derecha radical y, al mismo tiempo, que se distancie del “No Borders-No Nation” de la izquierda. Porque en temas de inmigración, los problemas no se han resuelto. Merkel sólo puso un tapón con el acuerdo alcanzado con la Turquía de Recep Tayipp Erdogan.
Pero usted mismo ha dicho que el centro es arrogante. Con los márgenes de la política, donde está el poder discursivo, según usted, tampoco se puede dialogar. Y lo que hace falta es poder debatir. Ahí hay un problema. ¿No?
Sí, cuando no se puede debatir no se puede gobernar de forma democrática. La democracia necesita el debate como se necesita el aire para respirar. Lo que está pasando es muy grave porque la democracia, respecto a la eficiencia, siempre es más débil que un sistema autoritario. La democracia parte de la base que el debate lleva a mejores soluciones. Pero cuando ese debate no tiene lugar, la democracia no tiene más argumentos ante los sistemas autoritarios que siempre van a poder gobernar de forma más eficiente. Mire cómo lo está haciendo China en la pandemia. Cuando no hay debate, la democracia está en peligro.
¿Y cómo ve que Merkel está haciendo las cosas?
Merkel está haciendo política como si no hubiera alternativas a su política. Esto, para ella, ha funcionado, pero a la larga ha hecho daño a la democracia alemana.
Sin embargo, desde muchos países de Europa se mira a Alemania como un ejemplo de estabilidad política.
Comprendo que en Italia, Grecia o España se pueda ver como una excentricidad que haya alemanes quejándose por la situación política. Pero no es porque hay países con menos estabilidad que aquí hay que encontrar que todo está bien.
Usted es miembro de la CDU ¿Cómo ve el futuro político alemán en este año de elecciones?
Yo apoyé la candidatura en la CDU de Friedrich Merz, porque pensé que una CDU con un perfil claro, con ideas que se opongan a las del SPD podría llevar el debate hacia el centro. La estrategia de Merkel ha sido robar los temas a los socialdemócratas y a Los Verdes y quitarles el oxígeno. Con el SPD ha funcionado, con Los Verdes, no.
Ahora, el nuevo líder de la CDU, Armin Laschet, está en esa tradición. Laschet no es Merkel, pero no veo que haya una tendencia que haga cambiar las cosas. Para Laschet, el desafío es integrar a la mitad del partido que Angela Merkel ha excluido. De cara a las elecciones, yo veo que los partidos de los extremos pueden verse favorecidos. Por eso aún es posible una coalición del SPD con Los Verdes e izquierdistas de Die Linke. También puede pasar que la CDU se rompa de una vez por todas.