No es fácil para Europa llegar a acuerdos en materia de inmigración con un ministro de Interior que públicamente se ha referido a los inmigrantes como “carne humana”. Matteo Salvini no cede en su política de cierre de puertas. “Yo prefiero una Italia para los italianos”, ha reiterado una vez más en la reunión mantenida en Viena entre titulares de Interior. Un encuentro que, tras meses tensando la cuerda y desafiando en sucesivas ocasiones a la Unión Europea, constituye un punto de inflexión. Europa ha dicho basta. “A la mierda”, concretamente y siendo explícitos. Y lo ha hecho a través de la voz del ministro de Exteriores de Luxemburgo, Jean Asselbron, quien se ha hartado de las impertinencias de Salvini interrumpiendo su intervención.
“A lo mejor en Luxemburgo hay esta exigencia… En Italia sentimos la exigencia de ayudar a nuestros hijos a hacer otros hijos, y no tener esclavos para cubrir a los hijos que no tenemos”, afirmaba Salvini en su discurso, sin reparo, diciendo a la vez, y pese a todo, que está “disponible para dialogar con todos”.
“¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!”, no ha podido evitar exclamar Asselborn. Pero Salvini ha continuado: “En Luxemburgo tenéis ese punto de vista que no es el mío. Si en Luxemburgo necesitáis nueva inmigración yo prefiero una Italia para los italianos”.
Ha sido en ese punto en el que, definitivamente, el titular de la cartera de Exteriores de Luxemburgo ha estallado, cortando su discurso:
“En Luxemburgo, querido señor, tuvimos decenas de miles de italianos que vinieron a trabajar como inmigrantes, porque en Italia no teníais dinero para vuestros hijos. ¡A la mierda!”, ha finalizado, protagonizando un episodio que ha hecho recordar al famoso ‘¿Por qué no te callas?’ que pronunció el rey emérito, Juan Carlos I, el 10 de noviembre de 2007, refiriéndose al entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, durante la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, en Santiago de Chile. En aquel momento, Chávez insistentemente interrumpía el discurso de José Luis Rodríguez Zapatero, expresidente del Gobierno de España, haciendo referencia al también expresidente español, Jose María Aznar, al que calificó de "fascista".