El Marruecos oficial ha roto, poco a poco, su silencio en las últimas horas después de cuatro largos días de crisis migratoria. En síntesis, un mismo mensaje: la crisis entre Rabat y Madrid va para largo. Ha sido el director de la agencia estatal de noticias MAP, Khalil Hachimi Idrissi, quien, a través de una tribuna publicada este miércoles, con mayor detalle ha abordado la cuestión: “Las consecuencias de esta gran crisis política y diplomática serán sin duda múltiples y calamitosas. No solo cancelarán efectivamente 15 años de progreso, para, juntos, construir una asociación bilateral sólida, sino que también abrirán la caja de Pandora con todos sus viejos demonios, viejas amarguras y viejos resentimientos”.
Esta tarde el ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita, realizaba sus primeras manifestaciones sobre la crisis, también a la agencia MAP: “Madrid debe comprender que el Marruecos de hoy no es el de ayer; ciertos medios en España deben actualizar su visión sobre Marruecos”. Y tenía un mensaje para los medios de comunicación del vecino del norte: “La hostilidad mediática española respecto a Marruecos a partir de fake news no puede ocultar el verdadero origen de la crisis, que es la acogida por parte de Madrid bajo una falsa identidad del jefe de las milicias separatistas del Polisario”, zanjaba el jefe de la diplomacia marroquí.
Por si quedaban dudas de que Marruecos sigue indignado por el caso Brahim Ghali Rabat anunciaba a media tarde la retirada de su embajadora en Madrid, Karima Benyaich, hasta que el jefe del Frente Polisario, hospitalizado en Logroño desde el pasado 17 de abril, abandone España. Para Marruecos la entrada de una manera poco honrosa en suelo español del líder de una organización con la que Rabat está en guerra y, sobre todo, sin haber sido informada, se considera una traición, por ahora, irreparable.
“Parece que las autoridades españolas se resisten a admitir que dicha decisión no fue sino el colofón de una serie de decisiones españoles hostiles que no reflejan el espíritu de confianza, entendimiento y respeto mutuo que ha imperado en las relaciones con Marruecos durante la mayor parte de las últimas cinco décadas. Los españoles deberían admitir que han metido la pata al tomar la decisión desafortunada de acoger a Ghali a espaldas de Marruecos. No es aceptable un comportamiento así de un socio”, explica a NIUS el consejero diplomático y experto en relaciones bilaterales Samir Bennis.
Al margen del problema diplomático, la cobertura mediática en Marruecos del lado estrictamente humano de esta crisis migratoria, ha sido, por lo general, escasa. A diferencia del seguimiento hecho por las grandes cabeceras, las redes sociales y digitales de la región sí han recogido abundantes testimonios y material gráfico de lo ocurrido en las fronteras de Marruecos con la ciudad autónoma española.
La situación social en el norte de Marruecos, tradicionalmente la región más deprimida del país, es grave, en particular las provincias de Tetuán –donde se sitúa Castillejos como último eslabón de una cadena de municipios que culmina junto a la raya con Ceuta- y Nador, limítrofe con Melilla. El cierre en marzo de 2020 de sendas fronteras liquidó definitivamente el contrabando y, con ello, el modus vivendi de varios millares de familias que hoy por hoy no han encontrado recambio para poder salir adelante. Marruecos proyecta nuevas infraestructuras comerciales, industriales y turísticas para estas zonas, pero la depresión económica derivada de la pandemia ha supuesto un frenazo en su desarrollo. Con todo, hasta Castillejos, municipio de 80.000 habitantes contiguo a la frontera de Melilla, han llegado jóvenes –en su mayoría varones de menos de 20 años- procedentes de todos los rincones de Marruecos, al igual que de países africanos como Senegal, Camerún o Costa de Marfil.
Tras el fuerte dispositivo policial desplegado en la noche del miércoles en las zonas de Castillejos anexas a la frontera con Ceuta, la situación quedaba bajo control a medianoche del jueves. La intervención de las fuerzas antidisturbios contra jóvenes que lanzaban piedras a los agentes derivó en estampidas, barricadas y columnas de humo. Durante todo el jueves una tensa calma se impuso en Castillejos. Las miles de personas llegadas hasta la ciudad fronteriza fueron poco a poco dispersándose por los municipios colindantes, los montes anexos a Ceuta y también regresando a sus lugares de origen de la manera en que fueron pudiendo. Las autoridades marroquíes han fletado toda la jornada autobuses para su vuelta a casa. Rabat teme ahora un problema de orden público y quiere dar por cerrada la crisis migratoria a pesar de que la crisis diplomática sigue en fase aguda.
“La situación del norte de Marruecos es muy grave, no hay trabajo. Y ahora la gente de esta parte del país, lo he comprobado estos días, está muy triste. Todos los jóvenes quieren entrar en Ceuta, no por Ceuta, sino para entrar en Europa. Ceuta es como un hotel donde recuperar fuerzas antes de cruzar la otra frontera”, resume a NIUS Omar, un joven empleado en una tienda de ultramarinos en Castillejos.
“Esta crisis debería ser el punto de partida para abrir un debate serio en España sobre qué tipo de relaciones quiere mantener con Marruecos. Si pretenden unas relaciones basadas en el respeto mutuo, deberían reconsiderar su lectura sesgada y apasionada de todo lo relacionado con Marruecos. Mientras Madrid persista en esta actitud hacia Rabat, no habrá luz al final del túnel”, augura Bennis resumiendo el sentir del vecino del sur.