Transcurrido un mes desde que, cumpliendo su amenaza, Argelia echó el cierre al Magreb-Europa, Marruecos ha resucitado el gasoducto que transportaba el gas a España pasando por su territorio. El plan consiste en construir una planta de gas natural licuado en el yacimiento de Tendrara, en el Oriental marroquí y cerca de la frontera argelina, y trasladarlo hasta el citado conducto. La intención de Rabat es que, en una primera fase, el gas satisfaga las necesidades domésticas, pero, en una etapa posterior, viaje desde el Magreb Europa hasta el otro lado del Estrecho. Y lo hará con el concurso de la firma británica Sound Energy, que cotiza en la Bolsa de Londres.
Anunciado el pasado 30 de noviembre, el acuerdo suscrito con la Oficina Nacional de Electricidad y Agua Potable (ONEE) de Marruecos comprometerá a Sound Energy a producir, procesar y entregar hasta 350 millones de metros cúbicos de gas natural al año. La sociedad británica es concesionaria, junto al Estado marroquí, de la citada explotación -Tendrara JV- situada en el este de Marruecos. El acuerdo se añade al de compraventa de gas natural licuado durante diez años que el mes de julio Sound Energy había firmado con la marroquí Afriquia Gaz. La sociedad, cotizada en Marruecos, pertenece al Grupo Awka, cuyo principal accionista no es otro que el primer ministro marroquí Aziz Akhannouch.
El hidrocarburo viajará, por tanto, por el tramo del Magreb Europa situado en territorio marroquí, infraestructura que ha pasado a ser propiedad del Estado una vez que expiró el contrato del Magreb Europa, por el que, recordemos, pasaban anualmente en torno a 8.000 millones de metros cúbicos de gas natural.
Según detallaba el medio marroquí Medias 24, el acuerdo se ha firmado a expensas de la concesión de las autorizaciones y permisos necesarios –que tendrán que venir de los Ministerios marroquíes de Economía y Finanzas y de Transición Energética y Desarrollo Sostenible- para la construcción de instalaciones de gas, la aprobación final de la inversión por parte de los socios de Tendrara JV y la ejecución de la interconexión entre el yacimiento citado y el gasoducto Magreb Europa. Como recordaba el digital El Economista, las españolas Enagás y Elecnor participan desde 2018 en el proyecto del conducto que conectará eventualmente el yacimiento de Tendrara con el Magreb Europa.
Ahora, según informaba Medias 24 –cercano a las autoridades marroquíes- las partes tienen que ponerse de acuerdo -90 días desde la firma- en las condiciones del acuerdo de venta. El presidente ejecutivo de Sound Energy, Graham Lyon, aseveraba que ha iniciado conversaciones con potenciales socios que han manifestado un “sólido interés” en participar del proyecto, según recogía recientemente el digital El periódico de la energía.
Por ahora Rabat espera con el gas procedente de Tendrara satisfacer las necesidades de las dos centrales eléctricas –participadas por Endesa- que funcionan con este combustible: Tahaddart, situada entre Arcila y Tánger, y Ain Beni Mathar, ubicada junto a la frontera argelina y al trazado del gasoducto Magreb Europa.
Pero Marruecos necesita seguir buscando alternativas al gas que hasta el pasado 31 de octubre venía de Argelia, que satisfacía la mayor parte de sus necesidades de este hidrocarburo. Las autoridades marroquíes llevan desde hace años poniendo la vista en las reservas nigerianas. El digital marroquí Bladi informaba de que las autoridades marroquíes trabajan ya en el desarrollo del futuro gasoducto Nigeria-Marruecos, a través del cual Rabat no cuenta solo con satisfacer las necesidades nacionales sino también proveer al mercado europeo. Por ahora, la fuerte inversión necesaria sigue postergando el desarrollo del proyecto. Según los expertos, las necesidades energéticas marroquíes, que marcan tendencia al alza, se situarán en el entorno de los 5.000 millones de metros cúbicos anuales en el horizonte de 2025.
A largo plazo Marruecos confía en poder explotar los yacimientos de gas existentes en su territorio y seguir dando impulso a las energías renovables –el potencial del país está fuera de cuestión- para reducir la dependencia de otras fuentes y mercados.
Con todo, a las puertas del invierno, las autoridades marroquíes continúan haciendo gala de su tradicional opacidad al respecto del problema del gas. Muchas son las dudas sobre los planes del Gobierno de Akhannouch para solventar la papeleta del gas. Uno de los principales semanarios del país, Maroc Hebdo, se hacía la pregunta el mes pasado: “El mix energético no aporta una respuesta a la pregunta sobre cómo hará Marruecos para asegurarse en las próximas semanas sus necesidades de gas natural para la producción de electricidad. ¿Por qué no se comunica nada sobre las negociaciones en curso?”.
Los apuros energéticos de Marruecos son consecuencia directa de la no renovación el pasado 31 de octubre del gasoducto Magreb Europa, que transportaba el gas desde el yacimiento argelino de Hassi R’mel a España a través de suelo marroquí (a lo largo de más de 500 kilómetros). Una infraestructura construida por iniciativa de la sociedad española Enagás y del gigante estatal argelino Sonatrach, que desde 1996 venía suministrando en torno al 25% del gas consumido en España y Portugal cada año. La decisión de no prorrogar el contrato fue avanzada por el Gobierno argelino a la Embajada española en Argel apenas dos días después de la suspensión de las relaciones diplomáticas entre las dos potencias del Magreb.
La ruptura vino precedida de meses de crispación entre ambos gobiernos, divididos por el irresuelto y cada vez más enquistado problema del Sáhara Occidental, y pareció alcanzar tintes prebélicos después de que Argel asegurara que las fuerzas armadas marroquíes acabaron con la vida de tres civiles argelinos en un bombardeo en el Sáhara Occidental el pasado 1 de noviembre.
España, que sigue sin haber resuelto una profunda crisis diplomática, a su vez, con Marruecos, ha sido la otra gran perjudicada por la suspensión del Magreb Europa, pues se quedó de la noche a la mañana –también Portugal- sin el gas que llegaba por uno de dos conductos que cruzaban el Mediterráneo.