Tras más de dos años con el puesto vacante, el visto bueno de Marruecos permitirá que en las próximas semanas haya nuevo enviado especial de Naciones Unidas –votación del Consejo de Seguridad mediante- para el Sáhara Occidental. El elegido será el diplomático italo-sueco Staffan de Mistura después de que su nombre haya sonado en varias ocasiones. El Frente Polisario ya había dado en abril de este año su aquiescencia a su nombramiento. Las partes habían vetado en todo este tiempo a una decena de candidaturas. La del antiguo enviado de la ONU a la guerra de Siria (2014-2018) ha sido, al finl, la buena.
Además del citado cargo, Staffan de Mistura fue representante especial del secretario general de la ONU en Irak (2007-2009) y Afganistán (2010-2011). Casi dos años y cuatro meses han transcurrido desde que el alemán Horst Köhler renunciara al puesto de enviado especial alegando razones de salud. Bajo su mandato, Rabat y el Polisario retomaron los contactos.
En una información adelantada por la agencia MAP, el embajador de Marruecos ante Naciones Unidas, Omar Hilale, ha expresado su deseo de que De Mistura trabaje “para llegar a una solución política, realista, pragmática, duradera y de compromiso” respecto al conflicto, además de insistir en el “apoyo indefectible” de Rabat. "El anuncio del nombramiento de Staffan de Mistura se hará en los próximos días, tras la aprobación de los miembros del Consejo de Seguridad" de Naciones Unidas, avanzaba el representante marroquí.
Por su parte, para el Frente Polisario, la aceptación de la candidatura del veterano diplomático italo-sueco “debe a la presión ejercida por algunos poderes influyentes en el seno del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. “Esta grave violación del acuerdo del alto el fuego y de los acuerdos militares pertinentes y el acta de agresión perpetrada por las fuerzas de ocupación marroquíes en los territorios liberados de la República Saharahui persisten ante el mutismo de la ONU”, aseguraba el representante del Frente Polisario ante la ONU.
A pesar del visto bueno de Marruecos al nombramiento del nuevo enviado especial, Rabat no contempla otra solución al conflicto que no contemple la soberanía marroquí del territorio, al que el reino alauita ofrece una amplia autonomía (aunque en la práctica nada se ha avanzado en este sentido”. En junio pasado, el citado embajador permanente de Marruecos ante la ONU Omar Hilale rechazaba los parámetros de Naciones Unidas para la autodeterminación y reiteraba que la integridad territorial marroquí “es la única solución”.
Lo cierto es que el conflicto saharaui se encuentra más enquistado que nunca. El 11 de noviembre de 2020 la organización independentista dio por muerto el alto el fuego con Marruecos, en vigor desde 1991 (entonces las dos partes acordaron la celebración de un referéndum de autodeterminación del territorio); la entidad independentista, que controla la entidad conocida como República Árabe Saharaui Democrática, denunciaba que Marruecos había lanzado un operativo militar para reabrir el paso del Guerguerat hacia la vecina Mauritania. Un mes después la Administración Trump –entonces saliente- reconocía, en una decisión inesperada que se anunció a través de un tuit del ex presidente estadounidense, la soberanía marroquí sobre la antigua colonia española.
El nuevo escenario abierto con la decisión de Trump –que implicaba además el restablecimiento de relaciones entre Marruecos y el Estado de Israel- ha tenido tumultuosas repercusiones en las relaciones de Rabat con varios de sus vecinos europeos desde entonces.
Lo que en Marruecos fue percibido como hostilidad alemana y española hacia la nueva realidad del conflicto y del conjunto de la región se manifestó en sendas crisis diplomáticas entre el país magrebí y los dos países europeos de manera simultánea.
“La República Federal Alemana ha multiplicado los actos hostiles y las acciones atentatorias respecto a los intereses superiores del reino”, aseguraba una nota del Ministerio de Exteriores marroquí a comienzos del pasado mes de mayo. A juicio de Rabat, Berlín practica un “activismo antagonístico” desde que en diciembre de 2020 Estados Unidos reconociera la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.
Tras llamar Rabat en mayo a consultas a su embajadora en Berlín para protestar por la actitud germana sobre la cuestión saharaui, las relaciones entre Berlín y Rabat se hallan aún hoy reducidas a la mínima expresión. Desde febrero no hay relaciones entre Marruecos y la Embajada alemana en Rabat. Medios oficialistas marroquíes se referían estos días al relevo al frente de la cancillería alemana –los últimos de Angela Merkel- como el momento adecuado para rehacer las relaciones entre Marruecos y Alemania.
El desencanto marroquí con España por los intentos del Gobierno español de influir en la nueva Administración estadounidense para que rectificara la decisión de Trump se vio acentuado con la expresión pública en favor de un referéndum por parte del ex vicepresidente español Pablo Iglesias en vísperas de la Reunión de Alto Nivel Marruecos-España (prevista para el pasado mes de diciembre y suspendida sine die). El malestar acabó estallando en una crisis de época con la noticia de la hospitalización en Logroño del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, episodio que desencadenó la crisis migratoria de los días 17 y 18 de mayo en Ceuta (unas 10.000 personas accedieron a la ciudad autónoma gracias a la pasividad de las fuerzas de seguridad marroquíes). Tras varios meses de ruptura total, la entrada en escena del rey Mohamed VI el pasado 20 de agosto con un discurso en que llamaba a “inaugurar una nueva etapa inédita” en las relaciones entre los dos países daba paso a la reconciliación, que habrá de concretarse en los próximos meses.
Si entre Marruecos y España la situación se encuentra en vías de reconciliación, no es el caso de la relación entre Argel y Rabat, después de que el régimen militar decretara la ruptura total con sus vecinos occidentales el pasado 24 de agosto. El desencadenante de la quiebra definitiva de las relaciones fueron las acusaciones de Argel a Marruecos de fomentar el independentismo en la región de la Cabilia, un territorio de mayoría étnica bereber especialmente hostil con el pouvoir argelino.
También ha acusado el régimen argelino a Rabat de estar directamente implicado en los incendios forestales que han asolado este verano los montes del norte de Argelia. En el fondo, empero, el conflicto del Sáhara, que aleja más que nunca a los dos vecinos mal avenidos y no augura éxito alguno en la nueva etapa que debe inaugurar la llegada de Staffan de Mistura.