Marruecos-Alemania, una reconciliación que muestra el camino a España
El presidente alemán ha invitado al rey Mohamed VI a cursar visita oficial a Alemania, aunque por el momento se desconoce si el monarca alauita ha aceptado
La nueva administración alemana quiere pasar página cuanto antes de la crisis de más de ocho meses que ha mantenido con las autoridades marroquíes y expresa su apoyo al plan de autonomía para el Sáhara
Pocas dudas hay de que la nueva administración alemana está más que dispuesta a pasar página cuanto antes de la crisis que Rabat y Berlín mantuvieron durante gran parte del año pasado. En el fondo del conflicto -aunque no el único punto de fricción- se sitúa la posición germana en el problema del Sáhara Occidental en el marco del nuevo escenario abierto a raíz de la declaración del ex presidente estadounidense Donald Trump en la que reconocía la soberanía marroquí sobre la que fuera colonia española hasta 1975.
Lo cierto es que desde la victoria electoral de Scholz se han sucedido los guiños alemanes a Rabat. El principal, el apoyo de las autoridades germanas a la propuesta autonómica marroquí para el territorio en el marco de un plan de “regionalización avanzada” que Rabat diseñó en 2007 pero que poco ha avanzado camino de los tres lustros después. Tras Francia, Alemania es el segundo país europeo en apoyar explícitamente la propuesta marroquí de resolución del conflicto.
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El último de estos gestos se produjo el pasado 5 de enero, cuando el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier invitaba al rey Mohamed VI a cursar visita oficial a su país para “sellar una nueva asociación” tras elogiar la propuesta marroquí de autonomía como “una buena base” para resolver el conflicto saharaui.
Tras ocho meses de ruptura, la Embajada alemana en Rabat comenzó lanzando el guante a Rabat exactamente el 7 de diciembre, en la misma víspera de la toma de posesión del nuevo canciller, Olaf Scholz, con un mensaje en Facebook. “El Reino de Marruecos es un socio esencial para Alemania. Desde el punto de vista el Gobierno federal, el regreso a las tradicionalmente buenas y profundas relaciones diplomáticas irá en el interés de los dos países. Alemania está preparada para una asociación volcada en el futuro, basada en la reciprocidad”.
Gestos para ayudar en la normalización
También fue modificado el texto de la web del Ministerio alemán de Exteriores dedicado a Marruecos en la cuenta atrás para el nuevo Gobierno germano. “Marruecos es un socio esencial de la UE y Alemania en el norte de África que juega un papel importante para la estabilidad y el desarrollo sostenible de la región”. El texto saluda además la propuesta marroquí para la regionalización avanzada: “con su plan de autonomía de 2007, Marruecos ha hecho una importante contribución para un acuerdo”. No obstante, no se manifiesta ninguna modificación esencial al respecto de la cuestión del Sáhara Occidental, pues en la página de Exteriores dedicada a Marruecos se avisa de que “la posición de Alemania no ha cambiado desde hace décadas”.
El país norteafricano se mostró receptivo: “Marruecos aprecia los anuncios positivos y las posiciones constructivas recientemente expresadas por el nuevo Gobierno federal alemán”, afirmaba la Cancillería marroquí en una serie de tuits publicados el 22 de diciembre. “Estos anuncios permiten atisbar un relanzamiento de la cooperación bilateral y el retorno a la normalidad de las representaciones diplomáticas de los dos países en Rabat y en Berlín”, continuaba el Ministerio de Exteriores marroquí para concluir: “El Reino de Marruecos espera que estas declaraciones se unan a hechos para reflejar un nuevo estado de ánimo y marcar un nuevo comienzo en la relación sobre la base de la claridad y el respeto mutuo”.
En la misma línea, la ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock (Los Verdes), emitió el pasado 14 de diciembre un comunicado en el que se destacaba que, “con su plan de autonomía presentado en 2007, Marruecos aporta una importante contribución a un acuerdo de paz” en relación siempre al Sáhara Occidental. Berlín confía en que esta sucesión de gestos, que han agradado en Rabat a pesar de lo contenido de la expresión pública, sirva para pasar página definitiva al conflicto.
Alemania cede convencida de que en las circunstancias que vive la región se trata de la mejor manera de proteger sus intereses. Unas 300 empresas germanas tienen representación y actividad inversora en Marruecos. Para Marruecos, Alemania es uno de sus principales donantes: solo en 2020 llegaron al país magrebí 1.200 millones de euros en ayuda desde Berlín. Además, varias fundaciones y organizaciones alemanas tienen delegación en Marruecos como la agencia GIZ, el banco de desarrollo KfW o las fundaciones Friedrich-Ebert, Konrad-Adenauer, Friedrich Naumann for Freedom, Hanns Seidel y Heinrich Böll (entidades que se vieron obligadas a suspender su actividad durante la crisis).
Más de ocho meses de crisis bilateral
La crisis bilateral se confirmaba el primero de marzo con el envío por parte del Ministerio de Exteriores marroquí de una carta a todos los miembros del Gobierno entonces presidido por el islamista Othmani en la que exigía la suspensión de cualquier contacto con relación con la Embajada alemana en Rabat. Entonces la Cancillería marroquí se hacía eco de “malentendidos profundos”.
Lo cierto es que tras los inesperados tuits de Trump el embajador alemán ante Naciones Unidas, Christoph Heusgen, solicitó al Consejo de Seguridad a finales de diciembre de 2020 una reunión extraordinaria para abordar la situación. El representante germano se refería al Sáhara como un territorio “ocupado” al que Marruecos había enviado “colonos”. En términos similares se manifestó el secretario de Estado de Asuntos Exteriores alemán. A comienzos de marzo del año pasado una bandera del Polisario ondeó sobre el Ayuntamiento de Bremen.
Dos meses después, a comienzos de mayo, Rabat convocó a su embajadora en Berlín, Zohur Alaui, en respuesta a lo que desde Marruecos se calificó de “actos hostiles” destinados a cuestionar la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental.
Al margen de la cuestión saharaui, en Marruecos no gustó nada que las autoridades alemanas no adoptaran medidas contra el ciudadano germano-marroquí Mohamed Hajib, condenado en Marruecos a diez años de prisión por “terrorismo”. Residente en Alemania, Hajib publica regularmente mensajes críticos contra las autoridades marroquíes. Por otra parte, en Rabat sentó especialmente mal que las autoridades alemanas excluyeran a Marruecos de la conferencia sobre el futuro de Libia organizada en enero de 2020 en Berlín.
Mensaje a España
A punto de cumplirse ocho meses desde la ‘invasión’ terrestre de Ceuta y tras más de un año de tensiones primero y abierta crisis bilateral después, las relaciones entre España y Marruecos continúan en punto muerto. A pesar de que, desde hace meses, en cada alocución pública el ministro de Exteriores elogia a Marruecos y subraya la solidez de la alianza, desde Rabat no se tiene intención alguna de pasar página. Marruecos quiere un “gesto” definitivo de España que no acaba de llegar.
No en vano, este martes, al ser preguntado por la reconciliación entre Berlín y Rabat, el ministro de Exteriores José Manuel Albares aseguraba que el Gobierno estaba construyendo “una relación del siglo XXI” con Marruecos y dejaba claro que no se conforma con los contactos fluidos que mantiene, asevera, con su homólogo marroquí Nasser Bourita. Lo cierto es que, a pesar del supuesto trabajo discreto entre bambalinas, el jefe de la diplomacia marroquí no ha tenido inconveniente en mantener este miércoles un encuentro público online con su homólogo portugués.
En este sentido, el jefe de la diplomacia española -que fue designado para el cargo en sustitución de Arancha González Laya, bestia negra de Marruecos tras el caso Ghali- afirmaba que a los dos países les mueve “el espíritu de avanzar en construir una cooperación que es densa, rica y abarca muchos aspectos”.
Aprovechaba Albares para manifestar su respaldo al nuevo enviado especial de Naciones Unidas para el Sáhara Occidental, Staffan de Mistura, que llevará a cabo esta semana una gira por la región para entablar contactos con las partes con objeto de rebajar la tensión reinante en la zona.