Marruecos adquiere ‘drones kamikazes’ israelíes por valor de 22 millones de dólares
Rabat, que quiere desarrollar junto a Tel Aviv una industria de aparatos no tripulados, compra varias unidades del dron Harop a Israel Aerospace Industries y encarga otro pedido de dispositivos Bayraktar TB2 a Turquía
La adquisición supone la primera concreción del flamante acuerdo de defensa firmado entre Marruecos e Israel en víspera del primer año desde el restablecimiento de relaciones diplomáticas
El fabricante de ‘drones kamikazes’ Israel Aerospace Industries (AI) acaba de facturar 22 millones de dólares –unos 19,5 millones de euros- a Marruecos en concepto de varios aparatos no tripulados Harop, según adelantó esta semana uno de los principales medios israelí, Haaretz. Las noticias sobre la adquisición trascienden menos de una semana después de la histórica visita del ministro israelí de Defensa, Benny Gantz, a Marruecos, a punto de cumplirse un año desde que los dos países restablecieran relaciones diplomáticas y en medio de una elevada tensión en la región a costa de la rivalidad Argel-Rabat.
Consultado por el medio israelí, IAI, líder de la industria militar israelí, declinó ofrecer más detalles sobre sus “ventas africanas”. El medio Defense News ya había adelantado el pasado mes de octubre que Marruecos se disponía a adquirir varios de estos aparatos. En septiembre la web Africa Intelligence había reportado que los dos países trabajaban conjuntamente para la fabricación de este tipo de aparatos en Marruecos. IAI estaría negociando con la industria marroquí desde hace meses, según el israelí The Jerusalem Post, a través de su filial BlueBird Aerosystems.
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El propio Defense News aseguraba también en septiembre que Rabat ya había adquirido cuatro unidades del dron israelí Hermes 900. Las noticias sobre la adquisición de los ‘drones kamikazes’ parecen confirmar que, por ahora, los dispositivos llegarán a Marruecos desde Israel y no serán fabricados bajo licencia por Rabat en suelo norteafricano.
El Harop israelí es un dispositivo no tripulado híbrido entre el misil y el dron. Con una longitud de 2,5 metros, estos aparatos tienen autonomía para hasta 9 horas de vuelo, capacidad transportar cargas explosivas de entre 10 y 16 kilos y un alcance de 200 kilómetros. La munición puede dispararse desde un lanzador montado en camión o barco.
Según el citado Defense News, AI reportó el pasado mes de febrero haber facturado 100 millones de euros por ventas del dispositivo no tripulado a varios países asiáticos, pero tampoco entonces la firma accedió a dar más detalles sobre la identidad de los compradores. El portal en español Defensa.com subraya la importancia de estos dispositivos en la reciente guerra entre Arzerbaiyán y Armenia.
Por otra parte, el portal marroquí Le360 –próximo a Palacio-, citando al perfil oficial de las Fuerzas Armadas Reales de Marruecos en Facebook, anunciaba el pasado 21 de noviembre que Rabat había comprado cinco drones israelíes Skylock Dome, capaces de detectar, verificar y neutralizar dispositivos no tripulados. El sistema, exhibido por primera vez a comienzos de este año en la Conferencia y Exhibición de Defensa Internacional de Dubái, es desarrollado por la empresa israelí Skylock Systems, subsidiaria del grupo Avnon. El citado digital oficialista marroquí avisaba de la eficacia del Skylock Dome en la protección de “aeropuertos, infraestructuras críticas, bases militares y grandes eventos nacionales”. Un aviso a navegantes.
Marruecos quiere más drones
No son los israelíes los únicos drones adquiridos por Marruecos en los últimos meses. Rabat recibió en septiembre un lote de drones turcos -13 unidades- Bayraktar TB2, según informó el perfil de las Fuerzas Armadas Reales en Facebook (fuente militar no oficial pero siempre bien informada) que citaba, a su vez, fuentes militares turcas. Según el citado Africa Intelligence, Marruecos se dispone ahora a comprar seis drones Bayraktar TB2 más. Pocas dudas hay de que el país norteafricano se ha embarcado en un ambicioso proyecto de rearme.
En este sentido, los expertos advierten de que dispositivos ‘kamikazes’ o ‘suicidas’ como el Harop están ya revolucionando los parámetros de las guerras contemporáneas. Algo de lo que toma especialmente nota el régimen argelino, que rompió relaciones con Marruecos el pasado 24 de agosto y tras el supuesto bombardeo por parte de las fuerzas armadas marroquíes de un convoy civil en el Sáhara Occidental –con la muerte de tres- anunció represalias contra sus vecinos.
La tensión entre Argel y Rabat no puede desvincularse del conflicto saharaui. Hace algo más de un año que el Frente Polisario, organización armada que Naciones Unidas considera representante legítimo del pueblo saharaui, dio por roto el alto el fuego con Marruecos, en vigor desde 1991. A pesar de que los intercambios de fuego son regulares entre los dos bandos, no se han producido movimientos notables sobre el terreno. Las autoridades marroquíes siguen sin referirse al asunto en sus alocuciones públicas y, por tanto, sin dar pábulo a la ruptura del alto el fuego anunciada por el Polisario el 14 de noviembre del año pasado.
Un año de flamante cooperación
El próximo diez de diciembre se cumplirá un año desde los tuits del ex presidente estadounidense Donald Trump que cambiaron el escenario del Magreb: de una vez el anterior inquilino de la Casa Blanca anunció que su país reconocía la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental y que Marruecos e Israel habían reestablecido relaciones diplomáticas.
Rotas con la Segunda Intifada, Rabat y Tel Aviv mantenían oficialmente suspendidas sus relaciones al máximo nivel desde el año 2000. El enfriamiento de los últimos 20 años no significa que no haya habido relaciones entre los dos países, pero sí que estas se desarrollaron de manera discreta y fundamentalmente se circunscribieron al ámbito de la inteligencia.
El punto culminante de este año de flamante alianza fue el acuerdo de cooperación militar, sin parangón en las relaciones israelo-árabes, suscrito el pasado 24 de noviembre por los titulares de Defensa de ambos países en Rabat. El memorándum sienta las bases para la cooperación en ciberseguridad e inteligencia y para la venta de armas, como la adquisición de los ‘drones kamizakes’ parece confirmar. Ambos países coinciden, además, en considerar a Argelia una amenaza para la región. En su visita a Marruecos el pasado mes de agosto, el ministro de Exteriores israelí Yair Lapid advertía de su “inquietud” por la “aproximación entre Argelia e Irán”.
A pesar de la profunda solidaridad del pueblo marroquí con la causa palestina, la alianza entre Rabat y Tel Aviv ha pasado de la inicial discreción por parte de las autoridades marroquíes y medios de comunicación afines a una desacomplejada y orgullosa exhibición. La emigración a Israel entre la década de los 40 y 70 del pasado siglo de una gran parte de la antigua judería marroquí –más de 250.000 personas, la mayor del mundo árabe- explica que hoy haya casi un millón de individuos en el Estado fundado por David Ben Gurión con raíces personales –en mayor o menor grado- en el país norteafricano. Figuras destacadas de las fuerzas armadas o la administración israelí, también de la vida pública, tienen orígenes marroquíes. Los lazos entre los dos pueblos son profundos y se seguirán estrechando los próximos años.
Salvo algunas pequeñas concentraciones celebradas en Rabat y Casablanca, no ha habido contestación a la nueva alianza de entidad entre los marroquíes. El grueso de la población marroquí observa entre la indiferencia y el pragmatismo una asociación de la que su país puede beneficiarse en un momento de tensión con Argelia y el Polisario por el Sáhara y depresión económica.