La guerra en Ucrania y el compromiso europeo de reducir lo más rápido posible el uso de gas natural ruso consiguió lo que la subida de los precios de la energía no había conseguido hasta ahora, que Bélgica acepte alargar una década la vida útil de dos de sus siete reactores nucleares. Lo confirmaba el primer ministro Alexander De Croo: “La guerra cambia nuestra mirada sobre la energía”.
La coalición de Gobierno belga, de siete partidos incluyendo dos ecologistas, llegó este viernes a un pacto salomónico sobre el futuro energético del país. Los liberales consiguieron que se cambie la ley para alargar 10 años extra la vida útil de los reactores nucleares, pero sólo de dos de los siete (pretendían al menos cinco), los que menos problemas de seguridad han dado en los últimos años dentro de un parque nuclear que ha sufrido varios parones por fisuras en las cuvas de los reactores.
A cambio de aceptar que se prolongue 10 años la vida útil de esos dos reactores (de 2025 como marcaba la ley hasta ahora a 2035), los ecologistas consiguen una masiva inversión en energías renovables. La ministra de Energía, la ecologista flamenca Tinne Van der Straeten, presentó este viernes un plan que va más allá del contexto belga porque puede ser el pionero en una Europa que hasta ahora lo que tenía eran calendarios de cierre de las nucleares.
El plan trata todo el mix energético. Se mantienen dos reactores, Doel 4 y Tihange 3, los dos más nuevos, inaugurados en 1985. Se cierran en los próximos tres años los otros cinco. Entre los dos generan 2 Gwh. El Consejo de Ministros aprobará la próxima semana el proyecto de ley para reformar la norma de 2003 que preveía que en 2025 estarían apagados todos los reactores de las centrales nucleares. No habrá ni reactores nuevos ni reformas más que las necesarias para mantener esa década extra esos dos reactores.
El Gobierno debe pactar esa prolongación con Engie, la empresa propietaria, que hasta ahora se mostró contraria. La empresa lleva años diciendo que la nuclear no tiene futuro, que sus inversiones de los próximos años irán sobre todo a las renovables. El precio actual de la electricidad le puede hacer cambiar de idea pero deberá invertir algo más de 1.000 millones de euros para mantener en funcionamiento esos dos reactores y esperar que el precio de la electricidad no baje a niveles pre-pandemia, porque entonces en 10 años no amortizará esa inversión.
No es la primera vez que Bélgica prolonga la vida de un reactor. Doel 1, el primero del país, cerró el 15 de febrero de 2015, fecha exacta en la que se cumplían 40 años desde su puesta en marcha. Un año después fue encendido de nuevo para en teoría aguantar hasta 2025. Poco después se alargó 10 años la vida de Doel 2 y de Tihange 1. Los tres llegarían a 2025 con 50 años. Sus normas de seguridad son más antiguas y prolongarlos, dice la empresa, no es rentable por muy cara que se mantenga la electricidad.
Los problemas hicieron que fueran apagados definitivamente en 2019. La situación de la seguridad de las nucleares en Bélgica preocupa desde hace años, hasta el punto de que todos los ciudadanos disponen gratuitamente de pastillas de yodo en las farmacias.
Los liberales intentaron hasta el último momento que se prolongara la vida de más reactores, algo que los demás partidos de la coalición (conservadores, socialistas y ecologistas) rechazaron.
Habrá inversiones para aumentar el parque eólico offshore, en el que Bélgica es la cuarta potencia europea pese a lo reducido de su frente marítimo, hasta los 8 Gwh. El objetivo hasta ahora era llegar a los 5,7 Gwh. 8Gwh es lo que generan ocho reactores nucleares similares a los españoles. Para ampliar el parque eólico en tierra se cambiará la ley para reducir los terrenos en los que ahora no pueden instalarse molinos.
De Croo dijo que la apuesta por las renovables se debe a la transición energética y “a que es la única fuente de energía que hemos visto bajar de precio en los últimos años”.
También habrá ayudas públicas para instalación masiva de paneles solares en las viviendas. Se rebajará el IVA para la compra e instalación de paneles solares y se instalarán obligatoriamente en todos los edificios públicos antes del 31 de diciembre de 2023.
Una de las medidas más sorprendentes del plan, por no esperada, y que tiene que ver con la intención de reducir al máximo el consumo de gas, es la supresión del uso del gas en las calefacción progresivamente hasta 2026.
La ministra de Energía, Tinne Van der Straeten considera que “para mejorar la resiliencia de nuestro país es necesario reforzar la transición energética hacia fuentes energéticas limpias y renovables y hacia una mayor eficiencia energética. No sólo nos hará menos vulnerables a los riesgos de ruptura de aprovisionamiento y a las subidas de precios sino que además reducirá nuestra dependencia de los combustibles fósiles”. El plan del Gobierno belga pretende reducir la dependencia energética del exterior un 4% anual.
El plan del Gobierno belga plantea políticas de fomento del transporte público. Se rebajará el precio de los trenes (que para el nivel de vida belga no son especialmente caros) y se doblará de aquí a 2030 el uso de los trenes de carga para reducir el tráfico de camiones de contenedores.