Macron redobla la apuesta nuclear
Francia tiene 56 reactores en 18 centrales, 13 de los cuales están parados por problemas de seguridad
El coste y los plazos generan dudas tras el fiasco del nuevo reactor de Flamanville
Francia, primera potencia nuclear europea y primer fabricante europeo de reactores nucleares con Areva, lleva dos décadas sin inaugurar un nuevo reactor mientras va cerrando, por vetustos o por problemas de corrosión, varios de los que pretendía mantener funcionando hasta al menos 2035. La economía francesa lleva décadas disfrutando de una energía barata y de un aprovisionamiento seguro pero esos tiempos están cambiando. Los reactores empiezan a dar problemas y los nuevos condicionantes técnicos y de seguridad encarecen y complican la construcción de nuevos reactores.
El presidente francés Emmanuel Macron no quiere pasar a la historia como los conservadores Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy o como el socialista François Hollande, acusados de dejar que envejeciera el parque nuclear francés. Macron quiere darle un impulso. El pasado 9 de noviembre anunció que Francia “relanzará la construcción de rectores nucleares”. No precisó más. Ni cuantos reactores ni para cuándo ni a qué precio.
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Lo único que se sabía hasta ahora es que la secretaria de Estado de Biodiversidad, Bérangère Abba, había dicho en el Senado que los nuevos reactores, si su construcción se lanzara ya a finales de este año (la idea no está ni en fase de proyecto) podrían estar enchufados a la red eléctrica en 2037. Ese calendario no tendría margen frente a retrasos y aun así llegaría tarde para sustituir a los reactores que cierran.
Esos 15 años son los mismos que explicaba en diciembre el ministro de Energía y Clima de Luxemburgo Claude Turmes, quien tras un Consejo de ministros del ramo en Bruselas, confesaba que sus homólogos habían reconocido que con los condicionantes técnicos y de seguridad actuales eran imposible construir un reactor en menos de 15 años.
Nuevos reactores
Macron intentó despejar todas esas dudas este jueves en un desplazamiento a Belfort, donde adelantó sus ideas sobre el futuro energético francés. Macron no es todavía oficialmente candidato a las presidenciales del 10 y 24 de abril pero como si lo fuera.
El presidente anunció que Francia construirá seis nuevos reactores nucleares. Los dos primeros, que se harán en la central de Penly (departamento de Seine-Maritime) deberían estar operativos entre 2035 y 2037. Se trata de lo que Macron llamó EPR2, una versión simplificada (y menos potente) del EPR que se construye desde hace casi dos décadas en Flamanville. Según Macron, la apuesta por la nuclear es una apuesta por el clima y por la independencia energética.
La nuclear francesa falla
Electricité de France (EDF, la pública que gestiona las centrales) anunció el 13 de enero que debía reducir su previsión de producción para este año porque de los 56 reactores (en 18 centrales) del parque nuclear francés ya había 10 cerrados, cinco de los cuales tenían problemas de corrosión. Desde entonces se cerraron otros tres mientras se sigue investigando cuántos más tienen esos problemas. El problema mayor es que esos reactores no son los más viejos, los que iban a cerrarse en los próximos años. Los problemas afectan a algunos que debían funcionar 15 ó 20 años más.
Karine Herviou, directora adjunta del IRSN, dijo al diario ‘Le Figaro’ que “los fallos fueron constatados en reactores de última generación y en otro reactor” en la central de Penly 1.
El problema detectado en Penly había sido ya detectado en reactores más nuevos, de 1.450 MW. Electricité de France (EDF) había anunciado a mediados de diciembre que paraba otros dos reactores de la central de Chooz por precaución para verificar si tenían los mismos problemas que se habían detectado en la central de Civaux en reactores idénticos. Poco después EDF confirmaba que Chooz tenía el mismo problema. La empresa pide ahora al Gobierno que se replantee el cierre de los reactores más viejos según el calendario previsto.
Esos problemas de seguridad se unen al nuevo retraso del reactor de nueva generación (EPR) de Flamanville, el proyecto piloto de la nueva nuclear civil francesa que debía estar en funcionamiento en 2012 por 3.800 millones de euros y no lo estará antes de 2023 y superará los 21.000 millones.
Areva, responsable de la construcción de Flamanville, lo fue también de otro EPR, el finlandés de Olkiluoto, que casi triplicó su presupuesto de 3.500 a 9.800 millones. El proyecto de Olkiluoto fue aprobado por el Parlamento finlandés en 2002 y la central se conectó a la red eléctrica este pasado diciembre, 12 años después de lo previsto.
Cierres previstos
El Gobierno francés anunció en 2020 un plan para cerrar 14 reactores nucleares como muy tarde en 2035 además de los ya cerrados ese año en la central de Fessenheim. El plan haría que Francia tuviera en 2035 un 50% de energía nuclear en su mix energético en comparación con el 70% actual. Ese cierre programado hasta 2035 significa que esos 14 reactores tendrán una vida útil de 50 años, 10 más de lo previsto cuando se construyeron.
El cierre se hará por pares, cerrando dos reactores en siete centrales, que mantendrían al menos dos en funcionamiento porque París pretende no cerrar por completo ninguna central. Los reactores que serán desconectados como muy tarde en 2035 están en las centrales de Blayais, Bugey, Chinon, Cruas, Dampierre, Gravelines y Tricastin. Cada uno de esos reactores es de aproximadamente 900 MW.
El viraje nuclear de Macron
Macron dijo en noviembre que el átomo “garantiza la independencia energética de Francia y el aprovisionamiento de nuestro país” y que es “el camino más rápido hacia la neutralidad de carbono en 2050. El 5 de enero, en una entrevista a ‘Le Parisien’, Macron dijo que Francia “tiene la suerte histórica de tener el 70% de nuestra electricidad producida por la nuclear”.
El nuevo Macron pro-nuclear no fue siempre así. Candidato a las presidenciales de 2017 llegó a decir que “no es bueno que el 75% de nuestra energía eléctrica dependa de la nuclear” y apoyaba que esa tasa se redujera lo más rápido posible al 50%. Lo justificaba entonces por los problemas de “seguridad” y por el coste de construir nuevos reactores, dos asuntos que no han cambiado en estos cinco años. Lo que sí prometía su programa electoral era “doblar la capacidad de la eólica y de la solar fotovoltaica”. La Comisión Europea anunció este mes de enero que Francia es el país de los 27 que más lejos está de cumplir sus objetivos de energías renovables.
Macron seguía a los sondeos. En octubre de 2018, un sondeo de Odoxa aseguraba que el 53% de los franceses era contrario a la nuclear. Por primera vez más de la mitad de Francia no quería más nucleares. Bruno Le Maire, ministro de Economía, decía entonces que la nuclear era “demasiado cara, demasiado impopular” y que había que invertir “masivamente en tecnologías de ruptura, en renovables”.
Explicación económica y política
El debate de la energía nuclear tiene en Francia un componente que no existe en el resto de Europa. Francia produce y exporta tecnología nuclear, un sector que sostiene 220.000 empleos de calidad de forma directa y casi el doble indirectamente. La nuclear otorga a Francia un excedente comercial de unos 7.000 millones de euros al año.
La nuclear apenas genera resistencias políticas en Francia. Desde el centro hasta los dos candidatos ultraderechistas, Zemmour y Le Pen, todo el arco político está a favor. También parte de la izquierda. Sólo muestra dudas el ultra-izquierdista Jean-Luc Mélenchon y sólo está totalmente en contra el ecologista Yannick Jadot.
Los franceses vuelven a aprobar la nuclear. Un sondeo de Elabe de noviembre pasado asegura que la mayoría (56%) está de nuevo a favor. La pandemia ha hecho que se vuelva a hablar de soberanía industrial. Macron intenta recuperar el sentimiento de orgullo nacional que durante décadas los franceses tuvieron mayoritariamente por sus nucleares y que fiascos como el de Flamanville y accidentes como el de Fukushima habían puesto en entredicho.