Ya son 75.000 los ciudadanos ucranianos desplazados por la guerra que han conseguido regularizar su situación en España. La mayoría son madres con niños que han tenido que adaptarse en muy poco tiempo a un nuevo idioma y a una nueva cultura. Un ejemplo lo encontramos en la localidad gallega de Maceda, donde los pequeños están más que integrados en el cole desde hace un mes.
De la mano, Uliana y Nastia llegan juntas a clase. La barrera del idioma es el principal problema, pero se supera con el cariño infinito de sus nuevos amigos y con ayuda de la tecnología. "Son unas compis muy guays", comenta al respecto una de sus compañeras en clase.
Las pequeñas de tres años llegaron hace un mes a Maceda (Orense) rescatadas de Irpín, una de las ciudades masacradas por el Ejército de Vladímir Putin. Ahora, a 4.000 kilómetros de lo que era su casa, comienzan de nuevo. "Son niñas que lo han perdido todo, que están aquí solas con su madre", explica su maestra.
Eugine también vino en la misma caravana solidaria. "Casi no se atrevía a hablar con nadie, era muy tímido" pero, en menos de un mes, muchas cosas han cambiado. El joven se muestra feliz con sus nuevos compañeros de vida. Arropado constantemente.
Porque todos saben que el joven ha tenido que dejar a gran parte de su familia en Ucrania. "Mi padre y mi hermano", señala el pequeño. Como Eugine, Uliana o Nastia, casi 30.000 menores ucranianos, vuelven a ser niños en España.