La ya ex primera dama de los Estados Unidos Melania Trump ha guardado un montón de señales para su último día en la Casa Blanca.
A primera hora, abandonaba el que ha sido su hogar durante los últimos cuatro años vestida de riguroso negro (incluidos unos Louboutin a los pies, un Birkin de Hermès en la mano y unas grandes gafas de sol).
En esta ocasión no ha hecho ningún feo a su esposo, y ha sonreído, se ha dejado llevar de la mano y ha pronunciado unas palabras cuando él le ha dado paso ante la escalerilla del Air Force One antes de despegar de la base de Andrews.
Era solo un primer gesto. Al aterrizar más de mil kilómetros al sur, en Florida, Melania Trump ya parecía una mujer distinta a la hierática que durante este tiempo ha parecido acompañar a su pesar al 45º presidente de Estados Unidos.
Para trasladarse a su mansión de Mar-A-Lago, Melania se ha cambiado de ropa y ha elegido un colorido diseño, estilo kaftán (2.700 euros), alejado de los ajustados trajes y vestidos que ha usado en estos pasados años. Del Chanel de primera hora al Gucci de Palm Beach.
Eso sí, dejando claro que a partir de ahora ella manda sobre su vida, al bajar las escalerillas del avión se ha dirigido directamente al coche que les esperaba, mientras su todavía marido paraba a posar para los fotógrafos.