Joseph Ligon, de 85 años de edad, ha sabido lo que es la libertad tras pasar 68 años en la prisión de Phoenix, Estados Unidos.
Fue en 1953, cuando tenía 15 años, que Ligon entró en la cárcel y fue condenado a cadena perpetua por participar junto a un grupo de adolescentes en varios robos y atracos que dejaron dos víctimas mortales y seis heridos por arma blanca.
Durante el juicio celebrado, el hoy anciano, declaró haber participado en los robos, pero negó su implicación en la muerte de las dos víctimas, pese a ello fue sentenciado a cadena perpetua.
Desde que entrase en prisión y fuese condenado a cadena perpetua, Ligon ha luchado por su inocencia y ha soñado con el momento de ser finalmente libre, pero han tenido que pasar décadas y décadas de cautiverio para finalmente caminar por la calle solo.
En declaraciones realizadas a The Philadelphia Inquirer, Ligon afirmó que “me gusta ser libre”, después de tanto tiempo encerrado “miro todos esos rascacielos, todo esto es nuevo para mí”
Fue en 2017 cuando la Corte Suprema de Estados Unidos moderó la sentencia de Joseph Ligon, reduciendo a 35 años el tiempo mínimo que tenía que cumplir ya que se dictaminó crueldad por las cadenas perpetuas automáticas para los menores. Ante esta situación Ligon podría haber pedido la libertad condicional, algo que no entraba en sus planes, él quería la libertad absoluta.
“La libertad condicional implica ver a los supervisores de vez en cuando. No puedes salir de la ciudad sin el permiso de los funcionarios de la libertad condicional. Eso es parte de la libertad para mí"
Tras tres años de litigios por parte de su abogado y teniendo en cuenta el tiempo que había pasado ya entre rejas, en noviembre de 2020 la jueza ordenó la puesta en libertad en el plazo de 90 días de Ligon. Ya en la calle, el anciano lo único que lamenta es que familia no pueda verle libre.