Kostya llegó al mundo hace solo 6 años, pero ya sabe como pocos lo dura que es la vida. Hoy, intenta sobrevivir en un búnker en Ucrania, pero en abril de 2021 la vida también le puso a prueba. Sus padres, Yulia y Anton, llegaron con él en Pamplona para ser valorados en la CUN. "El padre nos contactó a través de Internet para ver si podíamos tratar a su hijo", recuerda el doctor José Lamo de Espinosa, coordinador del Área de Sarcoma, que dio a conocer esta historia a través de su perfil personal de Twitter. "Os confieso que esta semana ha sido dura en lo personal.
La historia de Kostya es la increíble historia de superación de todos esos niños convertidos en superhéroes, ante la injusticia que les ha tocado vivir desde tan pequeños. Pero esta es distinta", confiesa porque ahora sabe que Kostya que intenta superar un tumor ahora se enfrenta a las bombas. Y ha tenido que parar su recuperación como otros muchos niños en Ucrania. Una madre, con un pequeño en brazos con cáncer lo dejaba claro esta misma semana al grito de "cuando me dicen que espere me dan ganas de vomitar".
A Kostya le fue diagnosticado un osteosarcoma (un tipo de cáncer de hueso) que, después de ser tratado en la Clínica Universidad de Navarra (CUN), estaba superando. La guerra de Ucrania lo ha cambiado todo.
Cuando llegó a Pamplona, Kostya lo hizo tímido, el dolor que le producía el osteosarcoma de 16 centímetros que se alojaba en su muslo, que "no le permitía dormir desde hacía meses". Una dura operación de siete horas y la quimio hicieron su efecto. "Fue una etapa dura que solo los niños saben lo que supone".
Se reconstruyó el fémur con su propio peroné, conservando también la extremidad y recuperando la función de la rodilla tras más de 7 horas en el quirófano. Al salir de él, comenzó el principio del fin, aunque andando apoyado en sus muletas. "Ya carga completamente la extremidad, y ahora estamos intentando conseguir que tenga rango de movilidad", explica el doctor, que el pasado 14 de febrero le vio "más alegre" en su revisión rutinaria en Pamplona, adonde acudió caminando con sus coloridos apoyos que ahora contrastan con el gris del búnker en el que se aloja con su familia.
"Hace apenas 20 días estábamos aquí con él, y luego ver la foto en el búnker... fue tremendo", lamenta el doctor, que el pasado domingo logró contactar con su padre. "Después de superar el infierno del cáncer aparece la pesadilla de la guerra", le comenta, a lo que él añade que su "este superhéroe tiene que volver a actuar y colgarse la capa".
"La vida en el búnker es complicada. Duerme en un colchón en el suelo lleno de mantas que su madre le prepara todos los días. Al igual que hacía en la Clínica, ve los dibujos en la tablet, junto con sus inseparables, de momento, muletas de colores". Su sueño es volver a bailar cuanto antes. Esperan un permiso especial para toda la familia para que le dejen salir del país. A Kostya le va la vida en ello y ya ha sufrido bastante.