En su día, Judith Sevinç Basad (Alta Franconia, 1986) estudió filosofía y literatura germánica. Mucho parecía predisponerla para unirse al ejército de activistas que abarca la expresión “movimiento woke”, esa nueva forma de militantismo izquierdista que ha sido criticada por, entre otras cosas, aplicar métodos segregacionistas para luchar contra el racismo y el sexismo. Las humanidades son las disciplinas universitarias más predispuestas a la influencia de esta nueva ideología.
“Estudié de forma muy intensa las teorías de estudios de género y escribía mis textos con lenguaje inclusivo. Pensaba que aquello estaba bien. A Berlín vine a cursar estudios de género, pero luego hubo un 'clic' y me dí cuenta de lo totalitarios que son en este movimiento”, cuenta esta autora y periodista en el marco de esta entrevista con NIUS.
Ese 'clic' del que habla le ha llevado, en último término, a escribir un libro en el carga contra ese movimiento que ella desvincula incluso de lo que es verdaderamente la izquierda. El volumen se llama Schäm dich ! Wie Ideologen und Ideologen bestimmen was gut und böse ist (Ed. Westend, 2021), o “¡Avergüenzate! Cómo ideólogos deciden lo que está bien y mal”.
Según esta joven autora y periodista, el movimiento woke, “no se ocupa, en realidad, de la gente a la que de verdad le va mal en la vida”. “Quieren luchar contra el racismo reprochando a otra gente su color de piel, por ejemplo”, dice Judith Sevinç Basad, quien se define como alguien más bien de centro-izquierda.
Ella ve en las nuevas formas de antirracismo y feminismo, además de constantes contradicciones, un carácter totalitario que se traduce en actos racistas contra los blancos y sexistas contra los hombres. Y lo afirma con fundamentos y dando ejemplos.
“Hannah Arendt decía que el totalitarismo lo que hace es destruir el individuo. Y esto mismo es lo que tenemos en el movimiento woke porque lo que están haciendo es retirar a las personas su individualidad, diciendo a personas que están definidas por su identidad blanca o negra o por su identidad sexual”, expone esta intelectual.
Ella señala cómo esa ideología ha empapado hasta partir a los partidos de izquierda y otras instituciones democráticas, como medios de comunicación públicos o ministerios del Gobierno de la canciller Ángela Merkel.
“Hay una gran conciencia social sobre el peligro que representa la extrema derecha. Pero no hay nada de conciencia social sobre los peligros ideológicos que representa el movimiento woke. Creo que esto es muy peligroso”, advierte la autora de Schäm dich ! Wie Ideologen und Ideologen bestimmen was gut und böse ist.
P: Usted critica la existencia de un racismo contra los blancos en Alemania. ¿Podría explicar en qué consiste este fenómeno?
Los blancos obviamente no son atacados por el racismo tradicional. Ellos no sufren cosas como que para los turcos no haya pisos en el mercado inmobiliario porque tienen apellido turco y no se quiere alquilar a alguien con un apellido así. O tampoco experimentan que se les trate diferente, como si no entendieran el alemán, por hablar alemán con acento. Todo esto no lo viven los blancos.
Pero, por ejemplo, hay cosas que se hacen hoy día y que describo en mi libro. Hay talleres en los que a los blancos se les insulta y humilla para que entiendan lo que es el racismo. Este tipo de talleres se ejercen en escuelas o instituciones alemanas como la Policía. La gente responsable de este tipo de talleres influyen en la pedagogía y la formación política. Por ejemplo, esto se ve en esa idea del partido ecologista Los Verdes de crear un Ministerio para la Inmigración.
P: ¿Podría desarrollar esto último?
Los políticos argumentan que están siendo asesorados por expertos salidos del ámbito de la lucha antirracista. Pero esta lucha antirracista está inspirada de una ideología que, en el fondo, es racista. Porque cuando uno mira los estudios post-coloniales o la teoría crítica de la raza o los estudios de género, en el fondo, lo que hay es un peso increíble de ideologías racistas y sexistas. Y el problema está en que este tipo de estudios se consideran como verdades absolutas y como algo bueno. Pero no es así.
P: Lo que comenta es una importación a Alemania de los debates sobre el fenómeno woke que hay en Estados Unidos, en el resto del mundo anglosajón,woken Estados Unidos, en el resto del mundo anglosajón pero también en países europeos como Francia
En los últimos años este fenómeno se ha hecho muy grande. En Estados Unidos, todas estas disciplinas se conocen como “las disciplinas de la justicia social”, que son los estudios de género, de blancos, post-coloniales, de gordos y demás. En estas disciplinas se dice que aportan métodos para implementar la justicia social. A principios de este siglo se empezó a escuchar eso de que había días en los que los blancos no debían ir a la universidad o que no había que dejar a según quien dar charlas de universidad. En Alemania, esto llegó a mitad de la pasada década.
P: Y usted se encuentra a la vanguardia de la resistencia frente a este fenómeno en Alemania. Suele decirse de quienes se oponen a lo woke
[Risas]. Yo soy más bien de centro, o más bien de izquierdas, aunque depende del tema. Estoy más bien del lado del partido liberal, el FDP. Pero en muchos otros asuntos estoy típicamente en la izquierda. Lo que pasa es que no me puedo identificar con los partidos de izquierda alemanes. Yo estoy a favor de una política que ayude a los que más lo necesitan. Pero creo que el activismo del movimiento woke no está interesado de verdad en ayudar a la gente que les va mal.
P: ¿Por qué no se identifica con los partidos de izquierdas, ya sea el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Los Verdes o Die Linke
Los Verdes hacen política para la gente que mejor posicionada está en la sociedad. Pero están centrados en dar la impresión de que están salvando el planeta. La protección contra el cambio climático es, por supuesto, importante. Pero la política no es sólo implementar políticas para el medioambiente que complican la vida a la gente que no tiene mucho dinero o que no viven en el entorno urbano que representan la candidata a canciller de Los Verdes Annalena Baerbock o el co-líder de Los Verdes, Robert Habeck.
Con el SPD pasa lo mismo. No se ocupa de la gente que están en el paro o que están mal remunerados en su trabajo. Esos partidos quieren tener algo que ver con esta clase social, pero utilizando el lenguaje inclusivo o estableciendo cuotas de inmigración, porque creen que así pueden cambiar el mundo a mejor. Creen así estar haciendo política para los más débiles. Y con Die Linke, qué le voy a decir. Ahí hay gente que dice que quiere acabar con el sistema. No se les puede votar. Ven la democracia como un sistema incapaz.
P: Volviendo a lo woke
Porque no se ocupan, en realidad, de la gente a la que de verdad le va mal en la vida. Quieren luchar contra el racismo reprochando a otra gente su color de piel. O, por ejemplo, como ocurre ya en el Ministerio de Asuntos Exteriores alemán. Allí se ha puesto una lista de ocho reglas que deben seguir los hombres porque se entiende que todos los hombres son sexistas. Y siguiendo esas reglas se consigue una “igualdad total”. [La lista incluye, entre otras cosas, usar el lenguaje inclusivo, ndlr.].
Lo que están haciendo es invadir la esfera privada de la gente. Si yo digo que este movimiento no es de izquierdas es porque encuentro que es reaccionario, que separa a la gente entre categorías, por su sexo y por su color de piel. Yo entiendo que la izquierda es una ideología que ve al individuo, cómo se comporta y que no mira de dónde viene la persona o qué color de piel tiene.
P: Clasificar a la gente según el color de piel...
¡ Es justo lo que hace el movimiento identitario [de extrema derecha, ndlr.] ! Éstos hacen categorías de gente y dicen que hay un poder de los blancos y el resto tienen menos valor. El movimiento woke hace lo mismo pero al revés. Ellos dicen los blancos tienen el poder y por eso hay que arrebatárselo.
P: Pero hay una diferencia entre el movimiento identiario de la extrema derecha y el woke
¡Exacto! Y ahí está el peligro. Porque en los debates de los medios, en los debates de los políticos, se pone de manifiesto que las posiciones del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) no están bien. Hay, de hecho, una gran conciencia social sobre el peligro que representa la extrema derecha. Pero no hay nada de conciencia social sobre los peligros ideológicos que representa el movimiento woke. Creo que esto es muy peligroso. Hay quien dice que en su día a día, no ve el movimiento woke. Me lo dice gente que no vive en Berlín o que no vive en ciudades. Pero hay un peligro que está ahí.
P: A quien no ve lo que usted describe se le podría enseñar ese rótulo de la televisión pública del otro día en el que se escribía "islamistas" en lenguaje inclusivo en alemán para referirse a los talibanes.
Sí, esto también se observa en los medios de comunicación. No todo el tiempo se ve en la radiotelevisión pública. Pero es verdad que también se han visto cosas también como esos alemanes blancos llorando por sentimiento de culpa porque eran blancos.
P: Habla usted de peligro cuando habla del fenómeno woke
Por supuesto. El problema está en el método woke. Lo que hacen muy bien en este movimiento es manipular. Porque sus defensores siempre aseguran que lo que dicen resulta de conclusiones científicas y que no hay otra opción más que aceptar lo que ellos dicen. Pero luego hay otra cosa, y es que dicen: “si estás en contra de nuestro movimiento antirracista, si estás en contra de Black Lives Matter, entonces tú estás en contra del antirracismo”. Funcionan así y esto lo hacen ya, por ejemplo, políticos alemanes.
Por ejemplo, Saskia Esken, co-presidenta del SPD. Ella puso un tuit en el que se declaraba Antifa. Pero hay una diferencia entre el antifascismo, y por su puesto todos somos antifascistas porque todos estamos en contra del fascismo, y el grupo Antifa. Del mismo modo que hay una diferencia entre el movimiento woke y el movimiento antirracista y el ideal del antirracismo. Lo que estos activistas hacen en ponerlo todo en el mismo saco y así siempre tienen razón y pueden reprochar a sus críticos ser nazis o antidemócratas. Cuando Esken fue criticada por identificarse con el grupo Antifa, dijo que quienes la criticaban eran antidemócratas.
P: La izquierda está dividida por este fenómeno, según decía a NIUS el historiador Andreas Rödder. Recientemente se ha visto con casos como el de Wolfgang Thierse, en el SPD, o Sahra Wagenknecht, en según decía a NIUS el historiador Andreas RödderWolfgang ThierseSahra WagenknechtDie Linke
Sí, la izquierda está dividida. Se ve en casos como Wagenknecht, pero también Boris Palmer es un ejemplo en Los Verdes. Por supuesto, hay gente en el SPD que está en la misma situación. Pero bueno, en el SPD nadie tiene ni idea de nada. Olaf Scholz se ha definido como un feminista interseccional y no tiene ni idea de lo que significa la interseccionalidad. Luego hay cosas como en el SPD de Sajonia, donde se pidió que hubiera papeleras para compresas en los baños de hombres y otras cosas completamente ideológicas.
De fondo, lo que hay ahí es ignorancia sobre lo que es el feminismo queer. Ésta es una ideología que, en resumen, quiere eliminar la sexualidad, pues dice que el sexo biológico no existe, por ejemplo. Esto es una locura. Pero la mayoría de la gente no sabe estas cosas, y los partidos adoptan expresiones como “feminismo queer” pensando que es por el bien de los homosexuales y los transexuales. Hacen eso sin saber que el “feminismo queer” es una ideología ultratotalitaria. Pero volviendo a lo que me preguntaba...
P: … la división de la izquierda alemana.
Sí, lo que hay es un conflicto generacional. Porque lo que hay son jóvenes estudiantes que salen de las universidades de sociología, estudios de género u otras disciplinas influenciadas por la ideología woke y que llegan al partido diciendo: “ahora hay que utilizar el lenguaje inclusivo, o las cuotas, o limpiar la cultura de la influencia de los hombres o lo que sea”. La gente que promueven estas ideas son jóvenes o que vienen de las universidades.
La mayoría de los que se oponen a esto no son jóvenes, sino los de la izquierda heredera del mayo del 68. Insisto, esta nueva izquierda no se ocupa de los que de verdad sufren, no se ocupan de las niñas que sufren ablación en Alemania o en países africanos a los que son enviadas desde Alemania, de los casos de violencia doméstica, o de las mujeres que, en el Islam, quieren divorciarse. De esto no se ocupan para nada en el movimiento woke. Al contrario, dicen cosas como que los talibán son víctimas de Occidente, según decía un conocido periodista de izquierdas el otro día en Twitter.
P: La izquierda está dividida. Pero la derecha también. ¿AfD y los identitarios de derechas tienen el mismo efecto sobre la política conservadora que el movimiento woke
Hay puntos en común entre los identitarios, la extrema derecha, y el movimiento woke. Los primeros quieren proteger a los blancos frente a la inmigración. Los segundos ven a los blancos como amenaza y quieren desposeerla. Piensan del mismo modo, en términos de dar poder o restar poder y valor a ese color de piel. Ambos, además, viven en contra del sistema. Porque en la extrema derecha se dice eso de que vivimos en un régimen dictatorial dirigido por Angela Merkel. El movimiento woke habla de sistema regido por el hombre blanco heterosexual. Sin embargo, en la familia política conservadora, los representante lo que buscan en general es distanciarse de la extrema derecha con vehemencia. La Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel no quiere tener nada que ver con AfD. Pero en los partidos de izquierda no hay una voluntad de distanciarse del movimiento woke.
P: ¿Cómo ha de ser la respuesta a fenómenos como el movimiento woke
A Arendt la cito en mi libro, concretamente su teoría del totalitarismo, en lo que respecta al estalinismo y al nacionalsocialismo. Ella decía que el totalitarismo lo que hace es destruir el individuo. Y esto mismo es lo que tenemos en el movimiento woke, porque lo que están haciendo es retirar a las personas su individualidad, diciendo a personas que están definidas por su identidad blanca o negra o por su identidad sexual.
Porque hay figuras como la autora y consultora Robin di Angelo que dice que el individualismo es una ideología y que hay que acabar con él. Esto es lo que más miedo me da: el que se deje de ver al individuo, porque se juzga a las personas por su origen o el color de piel, por ejemplo. Así, hemos llegado a un punto en el que se dice que una persona es racista por pensar que el color de la piel de la gente no es importante.