Trabajos caritativos y donaciones millonarias pero también falta de sensibilidad y rastros de negacionismo. Así de ambivalente ha sido la respuesta a la pandemia de los famosos, que con muchas luces pero también algunas sombras demostraron la falacia de que esta crisis iba a afectar a todos por igual.
Está claro que los famosos disfrutan de ciertos privilegios que resultan muy útiles para una pandemia: casas enormes para pasar el confinamiento, una cuenta bancaria a prueba de la falta de trabajo o cobertura sanitaria de alta calidad. La diferencia fundamental en cuanto a las celebridades y su reacción al coronavirus se dio entre quienes asumieron sus privilegios y los usaron para ayudar al resto frente a los que, por el contrario, no supieron ver o ignoraron que hay muchísima gente que no tiene su suerte.
Uno de los mejores ejemplos de cómo una estrella de Hollywood puede bajar a la Tierra y tener un claro impacto social es Sean Penn. Conocido por ser uno de los actores más comprometidos con el activismo, el doble ganador del Óscar ("Mystic River", 2003, y "Milk", 2008) abrió varios puestos a finales de marzo en Los Ángeles (EE.UU.) para ofrecer pruebas gratis de coronavirus, cuando conseguir esos test era casi tarea imposible.
A través de su fundación CORE, Penn expandió posteriormente este programa a otras partes de EE.UU. como Chicago, Atlanta, Washington y Nueva Orleans. En total se han facilitado más de 3,3 millones de test, según la web de CORE.
"Soy ateo 23 horas al día", dijo Penn a la revista 'GQ' cuando le preguntaron por qué decidió volcarse contra la pandemia. "Pero puedo conectar con esta idea de qué se supone que estamos haciendo aquí, ya que (...) si no estamos solo deambulando sin propósito", añadió. Jack Dorsey, cocreador de Twitter, vio en CORE algo muy valioso contra la pandemia y donó 30 millones de dólares a esta fundación.
Tampoco se puede olvidar al chef español José Andrés, con menos aroma de estrella de Hollywood que Penn, pero también incansable en su activismo y que llevó a su World Central Kitchen a diferentes partes de EE.UU. para alimentar a las familias que lo necesitaran durante la crisis del coronavirus.
En los últimos meses, una reclamación habitual a los famosos desde las redes sociales es que dejen de lado sus mensajes bienintencionados de solidaridad y apoyo y que, en cambio, dediquen parte de sus fortunas a luchar contra la pandemia.
Muchas celebridades captaron la idea. Por ejemplo, Oprah Winfrey donó 10 millones de dólares a organizaciones caritativas que proporcionaban alimento a los afectados por la pandemia, mientras que Rihanna dio 5 millones a diferentes causas contra el coronavirus como facilitar equipo adecuado al personal médico.
También sacó la cartera Paris Hilton, que a través de The Hilton Foundation donó 10 millones de dólares. Hollywood se puso asimismo manos a la obra. Angelina Jolie, Beyoncé, Ryan Reynolds, Blake Lively y George Clooney fueron algunas de las estrellas que hicieron una donación millonaria para enfrentar la pandemia.
Aunque quizá la aportación más mediática, no por ser la más cuantiosa, fue la de Dolly Parton, un auténtico emblema en EE.UU. y cuyo millón de dólares para la Vanderbilt University Medical Center acabó siendo de mucha ayuda para el desarrollo de la vacuna contra el coronavirus de la farmacéutica Moderna.
"Al covid-19 no le preocupa lo rico, famoso, divertido o inteligente que seas, dónde vives, qué edad tienes o las historias increíbles que puedes contar. El covid-19 es el gran igualador". Al margen de todas las mentiras de las anteriores líneas (el coronavirus en EE.UU. ha afectado mucho más a la clase trabajadora y a las minorías raciales), Madonna fue muy criticada por este mensaje ya que lo lanzó con un video en marzo pasado en el que aparecía en su espléndida casa, tomando un baño y con pétalos flotando en el agua. La estrella del pop no fue la única en no ser consciente de sus privilegios.
A Ellen DeGeneres se le afeó un desafortunado chiste que hizo en un clip desde su mansión: "Estar en cuarentena es como estar en la cárcel, sobre todo porque he llevado la misma ropa durante diez días y aquí todo el mundo es gay". La clave, una vez más, era el contexto.
Lo mismo sucedió con el video de marzo en el que Gal Gadot reclutó a una constelación de estrellas (Amy Adams, Mark Ruffalo, Will Ferrell, Natalie Portman...) para una interpretación de 'Imagine' de John Lennon, mientras gran parte de la sociedad no tenía tiempo para cantar puesto que estaba absolutamente preocupada por su salud o su trabajo.
Más allá de estos tropiezos, posiblemente sin mala intención, algunos famosos sí defendieron actitudes más peligrosas abrazando el negacionismo o las conspiraciones en torno al coronavirus. Un ejemplo notorio fue el de Miguel Bosé, que desde las redes compartió diferentes consignas, a cual más disparatada, sobre la supuesta verdad oculta detrás de la pandemia.
Van Morrison no se quedó atrás y publicó varias canciones contra el confinamiento y el uso de mascarillas, una de ellas, 'Stand and Deliver', junto a Eric Clapton. La siniestra ironía de este asunto es que estas dos leyendas de la música, ambas de 75 años de edad, estarían en peligro si no fuera por las medidas de precaución que se obstinan en atacar.