Jacintha, de 46 años, madre de dos hijos, fue encontrada muerta en la mañana del viernes en la zona de residencia de enfermeras del hospital londinense en el que estuvo ingresada la duquesa de Cambridge. Su familia vive en Bristol y Jacintha vivía en las habitaciones de las enfermeras detrás del hospital cuando trabajaba en Londres. Volvía con su familia los días que libraba, informa el Daily Mail.
Su marido, Ben Barboza, dio la voz de alarma al ver que no conseguía contactar con ella por teléfono. Sus amigos explican que estaba preocupado por el bienestar de Jacintha.
Barboza está devastado por la pérdida de su esposa, según se puede leer en un mensaje que ha dejado en una red social de Internet. Y su hija de 14 años ha posteado en Facebook un mensaje a su madre: “Te echo de menos, te quieeeero”.
La cuñada de Jacintha, Celin D’Souza, afirma que “la echamos mucho de menos. Siempre estaba de buen humor. No puedo olvidarla, era tan buena”. Una amiga de la familia explicaba que su marido, Lisah y el hijo de la pareja, Junal, de 16 años, están “en shock y muy tristes”.
La familia de la fallecida, de origen indio, desean que el cuerpo de Jacintha regrese a la India, de donde proceden tanto ella como su marido. La familia volvía cada dos años a Valencia, en el sudoeste de la India. Allí se casó con Ben Barboza. Habían emigrado a Reino Unido hace nueve años.
Tres días antes de su muerte, Saldanha estaba a cargo de la centralita del hospital cuando recibió una llamada de dos presentadores de una radio de Australia - Mel Greig y Christian Michael – haciéndose pasar por la reina y el príncipe Carlos. Jacintha transfirió la llamada a la habitación de la duquesa, donde una segunda enfermera les dio información sobre la salud de Catalina.
Aunque no se le culpó en ningún momento por lo que había pasado, sus amigos explican que Jacintha “se lo tomó muy mal”. Descrita como paciente y muy servicial, su familia explica que tenía ansiedad desde la ‘broma real’. Otras personas señalan que se sentía sola y confusa, aunque el hospital ha subrayado que la apoyaron y no se había tomado ninguna medida disciplinaria. Aunque los locutores australianos no infringieron ninguna ley, Scotland Yard espera poder interrogarlos.