El relato de las relaciones entre Rusia e Italia se descubrió relevante cuando comenzó la guerra. En el ejercicio retrospectivo que comenzó tras la decisión de Putin de invadir Ucrania se sacaron a la luz algunas escenas de la política internacional italiana reciente que habían pasado desapercibidas, o que habían sido realizadas en la “sombra”, pero que ahora ofrecen un mapa para entender la colaboración puntual, o no, de los dos países. En la reorganización geopolítica que se abre en este nuevo episodio internacional el papel en el pasado, ahora en el presente, y en futuro de cada país es analizado más que nunca.
Es por eso que las relaciones entre el ex primer ministro Giuseppe Conte y los miembros de su primer Gobierno están ahora en el punto de mira. Habría sido aquel momento el de mayor cercanía entre Italia y Rusia en la historia reciente. No solo el famoso pasado pro ruso de Matteo Salvini, que viajó al Kremlin con la camiseta de la cara de Putin y que lo veía como un líder indiscutible. Ahora se vuelve a analizar el marco de aquella imagen de Vladimir Putin llegando a Roma en 2019 y siendo recibido calurosamente en el país transalpino. En aquella foto se veía el líder ruso, al en aquel momento primer ministro Conte y los dos vice premier: el propio Salvini y Luigi Di Maio a cada lado.
Aquel escenario representaba un momento de especial simpatía entre ambos ejecutivos, los expertos remarcan que aquel Gobierno del M5S fue el filo ruso para la historia de este país. Es más, en el acuerdo de Gobierno firmado en mayo de 2018 con la Liga de Salvini en el nacimiento del primer Gobierno Conte, uno de los puntos de política exterior era "la retirada inmediata de las sanciones impuestas a Rusia". Como define Riccardo Alcaro, experto en Relaciones Internacionales y analista, aquello fue una clara declaración de intenciones de cuál serían las posteriores relaciones de los socios M5S, que veían al Kremlin como una potencia más afín que los americanos, y la Lega, que veía a Putin como casi un ejemplo a seguir. Son precisamente los detalles de aquella época los que ahora se conocen y se analizan.
Las informaciones que publica el periódico italiano La Repubblica, firmadas por el escritor y periodista Carlo Bonini -conocido por un libro en el que seguía la pista al entramado mafioso de la capital romana-, apuntan al uso de Giuseppe Conte de los servicios secretos, dirigidos por Gennaro Vecchione, para sus propios intereses. Y es ahí donde se vincula especialmente un encuentro aquel verano del 2019, fuera de cualquier agenda oficial, que ahora levanta sospechas, del secretario de la Justicia americana de Trump, Bill Bar, con el jefe de los servicios secretos italianos Gennaro Vecchione ya que estaría relacionada con el Russiagate, o lo que es lo mismo: la supuesta intervención Rusa en las elecciones que ganó Donald Trump en 2016.
Esta información referida por Bonini incide en el uso de los servicios secretos de Conte y también en el perfil de relaciones internacionales opacas, que hacen pensar también al capítulo de marzo de 2020.
Durante los momentos más duros de la pandemia, siempre con el Gobierno Conte, Italia recibió ayuda del Gobierno del Kremlin. Lo que en aquel momento fue visto como un gesto normal, visible a nivel de emergencia internacional y presente también entre otros países, ahora parece una pieza más de unas relaciones entre aquel Gobierno Conte y el ruso que iban más allá. Una comitiva de médicos y enfermeros llegó desde el Kremlin para ayudar en la crisis sanitaria, pero muchos critican que también llegaron una gran cantidad de militares. Las sospechas son que tras aquella estrategia #dellaRussiaconAmore (Desde Rusia con amor) había un acercamiento más profundo.
Las informaciones de los servicios secretos americanos a posteriori advierten de que de aquellos encuentros institucionales se supieron muy pocas cosas, que no era solo lo que se decía, que intercambiaban, por ejemplo información sensible.
Estas informaciones que han protagonizado la política italiana en las últimas semanas marcan también un contrapeso con las actuales relaciones entre ambos países. Un Mario Draghi atlantista y europeísta y un Gobierno Conte más cercano, en aquel momento, a la política rusa. Después de varias advertencias públicas en las últimas semanas ahora Moscú envía también una carta a Italia, como ha hecho con EE.UU, en la que anuncia “graves consecuencias” si se sigue enviando armas a Ucrania. Ocurre cuando el Gobierno de Draghi prepara el segundo decreto en el que se incluirán los nuevos paquetes de medidas que incluyen la ayuda militar a Kiev en plena sintonía con el presidente americano Joe Biden.