La tensión se mantuvo hasta el último momento. Pero este miércoles a última hora el primer ministro italiano Mario Draghi cerró el acuerdo con los sindicatos sobre las pensiones, el tema que había tenido la aprobación de los presupuestos pendiendo de un hilo. Se prevé, así, que se use el sistema de la ‘Cuota 102’ con la jubilación a los 64 años con 38 cotizados durante el 2022, manteniendo distante por ahora la intención inicial del premier de volver a la Ley Fornero, pero con la premisa de reabrir el debate de forma profunda en los próximos meses.
Draghi cede así a las peticiones de los tres principales sindicatos para facilitar un acuerdo y evitar las huelgas que estaban dispuestos convocar tal y como anunció Maurizio Landini en la jornada del miércoles en rueda de prensa en la sede de la CGIL: “Si no se llega a un acuerdo estamos dispuestos a tomar cualquier medida“. Los otros líderes sindicales, de la CISL y la UIL, habían expuesto también públicamente, en diversas ocasiones en las últimas horas, sus líneas rojas. El pico de tensión se vivió cuando en la noche del martes Mario Draghi se levantó de la mesa de negociación muy serio, algunas fuentes dicen que hasta visiblemente enfadado, alegando que “pedían demasiadas cosas”.
La vía que se utilizará para resolver la encrucijada de las pensiones llega después de que el debate de las “cuotas” -jubilación a los 62- se pusiese en el centro antes de que caducase en diciembre, con la posibilidad de que entrase directamente de vuelta la llamada Ley Fornero, que prevé la jubilación a los 67. Esta situación produciría un gap de hasta 5 años entre finales de 2021 y principios de 2022 entre unos jubilados y otros. El debate con el partido de Salvini se mantuvo por este motivo, la intención de la Liga era mantener el sistema de cuotas, adalid de su ejecutivo en el primer gobierno de Conte. Ayer llegaba también la aprobación por su parte gracias a la solución limitada presentada de cara al 2022.
De todas formas, la clara intención del ejecutivo de Draghi es llegar a una ley que regule una jubilación más tardía y que permita una recaudación fiscal mayor que garantice solvencia para las pensiones del futuro. Pero para llegar a eso se necesita abrir un debate mucho más profundo que incluya a los agentes sociales, como pedía ayer el PD. En el G20 sobre trabajo, celebrado paralelamente a estas conversaciones, el primer ministro italiano insistía sobre la idea de “conseguir que la innovación y la productividad vayan de forma conjunta con la igualdad y la cohesión y hacerlo pensando no solo en los trabajadores del hoy, sino también en los del mañana”.
Se define así, una vez más, el carácter mediador del Gobierno técnico del que un día fue presidente del Banco Central Europeo. Ha sido y es fundamental para no hacer caer su mandato y el acuerdo tomado demuestra que, esta solución prevista solo para el próximo año, permitirá en los meses siguientes abrir un debate con sindicatos y empresas sobre una nueva ley de pensiones que, apuntan los expertos, Italia necesita de forma urgente. Esta solución a corto plazo da también la posibilidad a Draghi de ver hasta dónde se alarga su posición, en febrero se elige el nuevo Presidente de la República y, sonando su nombre también para ese puesto, las cartas pueden dar la vuelta e incluso se podría llegar a unas elecciones anticipadas, que frenarían la línea política continuista planteada tras la pandemia.