La invasión de Ucrania nos está dejando decisiones insólitas en la política europea. Mario Draghi compareció ante la Cámara de los Diputados el pasado viernes, cuando la invasión de Rusia a Ucrania era ya una realidad. Mostró su condena y compartió las decisiones tomadas con el resto de países europeos: las sanciones eran la respuesta ante los pasos dados Vladimir Putin. Destacó además “la condena firme de una ataque injustificado y no provocado en contra de Ucrania”.
Se posicionó con el Gobierno de Zelensky, al que tenía la intención de llamar aquella misma mañana, pero con el que ya no pudo contactar porque el campo de guerra había cambiado la situación en menos de 24 horas.
Aquella llamada que no se realizó fue una decepción para el propio Zelensky que, malinterpretado las palabras del premier italiano publicó al momento un tuit en el que decía, de forma irónica, “la próxima vez intentaré mover la agenda de la guerra para hablar con Draghi”.
El acontecimiento demostraba que la escalada de violencia traía también una escalada de tensión.
Tras la reunión con los 27, aquel viernes el primer ministro italiano compartió el boceto de medidas que pensaba poner en marcha y que en la jornada del martes fue aprobado en Consejo de Ministros. La intención era que Italia, como el resto de países de la UE, demostrase con hechos que estaba con los ucranianos. El decreto incluye en materia de Defensa el envío de “asistencia” con munición y equipo militar, directamente cedidos al Gobierno de Zelensky y que será enviado pronto a través de la infraestructura de la OTAN, con sus puentes aéreos y su traslado vía terrestre. A eso se suman los más de tres cuatro militares italianos que ya desde hace días se unieron al ejército de la propia OTAN y que estarán a disposición hasta el próximo 30 de septiembre.
Además, se daba luz verde a la prórroga del Estado de Alarma hasta el próximo 31 de diciembre como marco legal para la acogida de refugiados ante la escalada de violencia en la guerra. Esta medida facilitará la acogida de ucranianos, que no tendrán que haberlo solicitado “oficialmente”. Para la organización del número de refugiados que se esperan en las próximas semanas se establecen 10 millones de euros que gestionará el Fondo de Emergencias italiano.
El decreto se ocupa también de la gran preocupación energética en Italia ante la ausencia de gas ruso. El nivel de riesgo y vulnerabilidad del país, que compraba casi la mitad del gas necesario, más del 40%, a Rusia, y que puede encontrarse con una crisis energética a corto plazo. Draghi había hecho autocrítica el viernes en su discurso hablando de “la imprudencia de no haber diversificado más nuestras fuentes de energía y nuestros proveedores en los últimos años”.
El gran problema, según declaran varios expertos en geopolítica internacional para NIUS, que Italia arrastra desde hace varias décadas. Para hacerle frente se anuncia, de modo anticipado, la reducción de uso de gas en sectores estratégicos y la puesta en marcha inmediata de otras fuentes de energía orientadas a las renovables. Aún así, Draghi no descarta que pueda volverse al carbón si la situación empeora en un corto plazo.
A esto se unen las medidas compartidas por casi todos los países de occidente como el cierre del espacio aéreo con Rusia, las ya citadas sanciones económicas a gran nivel y el curioso caso del Embajador italiano en Kiev, Pier Francesco Zazo, que decidió no abandonar el país, a pesar del peligro, para ayudar a los suyos. “La ciudad es fantasmal, pero nos quedamos hasta el final”, declaró. Italia aplaudió de forma transversal el valor y la entrega demostrados con este gesto.