Conte no convence a sus socios: llega a la cumbre europea con las manos vacías
La gira europea de Conte no ha ofrecido ningún compromiso claro
La agenda del primer ministro italiano coincide de pleno con la española
De puertas hacia dentro, en Roma asumen que este fin de semana no habrá acuerdo
Giuseppe Conte y Pedro Sánchez sincronizaron sus relojes. La renovada alianza hispanoitaliana no sólo dejó la foto juntos frente al Guernica del pasado miércoles, sino que ambos han calcado prácticamente sus agendas. La gira del primer ministro italiano comenzó hace diez días en Lisboa y tuvo paradas en Madrid, La Haya y Berlín, antes de viajar a Bruselas, donde se reunirá también con el presidente francés Emmanuel Macron. El mandatario español sólo ha añadido una etapa más en Estocolmo. Conte y Sánchez han visitado por separado a sus colegas en estas capitales, con un mensaje único: sentar las bases para alcanzar un pacto sobre el fondo de rescate europeo que los países de la UE pondrán encima de la mesa a partir de este viernes.
Los dos socios del llamado ‘Eje del sur’ serían los más beneficiados por las ayudas. Y con el dinero como nexo, resulta fácil coincidir en el mensaje. España e Italia repiten que el acuerdo tiene que ser inmediato y que la cantidad debe ser ambiciosa. Es decir, que no baje de los 750.000 millones propuestos por la Comisión Europea. Ambas premisas van ligadas, ya que un retraso en la firma añadiría dificultades a la negociación y esto podría derivar en un descuento para satisfacer a los países más reticentes, como señaló Conte en una reciente entrevista en NIUS. En frente están los llamados “frugales” -Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia-, que no tienen tanta prisa y además exigen condiciones en las ayudas.
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Como buenos negociadores, en Italia mantienen el rictus, pero dan por hecho que esta cita no será definitiva. La canciller alemana, Angela Merkel, lo dijo en público tras reunirse con Conte: “Quizás debamos vernos todos otra vez antes del verano”. Y su colega lo admitió en privado. Fuentes de la Presidencia italiana admiten que “la negociación en estos momentos es complicada” y aunque Conte “no está dispuesto a ceder, es posible que haya algún nuevo matiz”.
A diferencia de otras tantas citas en las que Italia se presentaba como un quebradero de cabeza para la UE, esta vez cuenta con estar en el lado bueno de la historia. La sintonía entre Conte y Sánchez suma el apoyo -no tan taxativo como les gustaría- de Macron y la complacencia de Merkel. Desde Roma no se ve ahora a Alemania como la punta de lanza de la Troika, sino que creen que en Berlín han entendido que es momento de preservar el mercado único europeo. La alianza entre Alemania, Francia, Italia y España -los cuatro países con más peso de la UE- no debería fallar. Lo mismo que pensaron con la candidatura de Nadia Calviño a la presidencia del Eurogrupo. No hace falta decir cómo terminó aquello.
Condicionalidad y reformas
De los 750.000 millones propuestos por la Comisión, 500.000 serían ayudas directas y otros 250.000 tendrían forma de préstamos. Se discute sobre la condicionalidad de estos fondos, pero es que eso ya está en los papeles. Es decir, el dinero se entregará siempre que los países presenten un plan sólido basado en la modernización de sus cuentas, la digitalización, la transición energética y la llamada “economía verde”. Por tanto, el dinero tiene condiciones. Otra cosa es que las propuestas de los diferentes países convenzan al resto.
Conte, cada vez que le han preguntado sobre esto, ha respondido que su país ya está haciendo los deberes. Argumenta que Italia ha aprobado dos importantes paquetes de ayudas por valor de 80.000 millones y recientemente ha dado luz verde a un decreto para simplificar la construcción de obras públicas para sortear la consabida burocracia italiana. Sin embargo, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, reiteró que “hay que tener en cuenta las recomendaciones de los últimos años, no sólo del 2020”. Y ahí Italia tiene mucho más trabajo por hacer.
El presidente del Instituto de Estudios de Política Internacional, Giampiero Massolo, señala que “es una oportunidad única para poner fin a la excepción italiana, a través de reformas estructurales, que podrían financiarse con inversiones en parte nacionales y en parte comunitarias”. Al margen del gasto, varias asignaturas pendientes son la reducción de una deuda que se prevé que llegue al 160%, el fortalecimiento de su sistema bancario y la reforma de unas costosísimas pensiones.
De puertas hacia dentro nadie quiere hablar de estos temas, pero el primer ministro austriaco, Sebastian Kurz, ya se ha inmiscuido, sugiriendo que Italia debe derogar la última reforma de las pensiones -aprobada por el anterior Gobierno entre el Movimiento 5 Estrellas y la Liga-, que favorece la jubilación anticipada.
Otro de los grandes fantasmas es el Mede, el fondo de rescate europeo, que el Gobierno italiano se resiste a solicitar, pese a que el país podría financiarse con 37.000 millones para gasto sanitario. De nuevo las condiciones que exigía este mecanismo en su origen sirven de artillería para la oposición, que multiplicaría los decibelios en caso de que el Ejecutivo se decante por ello. El resto de países europeos no entienden que Italia reclame dinero de la UE y después no recurra a este instrumento, pero el debate en Roma queda aparcado al menos hasta que se despeje la incógnita del fondo de recuperación.
Por último, la otra traba de la negociación es qué organismo decidirá sobre el fondo, lo que en el lenguaje comunitario se conoce como “gobernanza”. Italia y España quieren que los 750.000 millones dependan enteramente del presupuesto europeo y que sean la Comisión y el Parlamento, donde es más fácil lograr mayorías, quienes tengan el control en la asignación de las partidas. Por el contrario, Holanda y los frugales pretenden que lo gestione el Consejo de la UE, lo que obligaría a la unanimidad en la toma de decisiones. Para Italia esta es una línea roja, ya que entiende que contar siempre con el acuerdo de los 27 amenaza con gripar eternamente el funcionamiento del fondo.
La pasada semana Pedro Sánchez reconoció en rueda de prensa junto a Giuseppe Conte que “los italianos son más hábiles en la labor diplomática”. Lo que quería decir que, ante una serie de intereses compartidos, el éxito de Italia sería también un triunfo para España. De momento, ambos han seguido una estrategia idéntica. Sin ningún compromiso hasta la fecha y muchas dificultades en el camino.