La crisis derivada de la guerra en Ucrania ha dejado los mayores datos de inflación en los últimos 30 años, que en la eurozona ha llegado en abril al 7,5%. Así lo expresaba el primer ministro italiano Mario Draghi hace tan solo unos días en rueda de prensa, que ve como en Italia el dato no se queda muy atrás con un 6,2%. Pero, este dato, se agrava mucho más si echamos un ojo a cómo han evolucionado los salarios en Italia y a cuál es la salud del mercado laboral en este momento. Mientras en otras partes de Europa los salarios mínimos, del que Italia no goza, se revisan teniendo en cuenta la situación económica actual aquí no se observan cambios en las retribuciones pero sí en la cesta de la compra donde los ciudadanos han perdido ya más del 5% del poder adquisitivo y este supone uno de los principales problemas actuales para la población.
El Ministro de Trabajo Andrea Orlando declaraba la intención de “subordinar” las ayudas a las empresas a la revisión de los salarios, una opción criticada por Cofindustria (la principal Confederación Industrial en Italia) y su presidente, Carlo Bonomi, que considera que es un “chantaje” dada la situación de fondo.
El tema más importante ahora es la renovación de miles de contratos que deberían de renovarse en estos momentos (mitad de la totalidad de los contratos nacionales), a los que el propio ministro Orlando ha señalado, especialmente aquellos de sectores que no están siendo afectados por la crisis derivada de la guerra y a los que exige que se renueven para que se pueda dar continuidad al tejido laboral. Pero… ¿Cuál es la salud del mercado de trabajo y por qué afrontar esta crisis puede ser más duro para el país transalpino?
Los datos son especialmente sangrantes si hacemos una comparativa histórica en el análisis de OpenPolis con los últimos datos de la OCDE. Entre el 1990 y el 2020 se observa una caída del salario medio anual de 2,9%, si a eso le añadimos el factor pandemia los datos empeoran, se han reducido un 3,2% en Francia y un 2,9% en España y, claramente peor, un 6% en Italia. Y es ahí, en los datos en comparación con el resto de Europa donde la perspectiva es poco alentadora. La situación ha sido de claro empeoramiento porque el estándar en el que se situaba Italia en el 1990 lo dejaba en una posición respetable: era el séptimo Estado europeo por salarios medios anuales, justo después de Alemania.
En Italia no existe un salario mínimo, es de los pocos países de la UE donde aún no se ha regulado al respecto. En este momento existe una gran presión por parte de los tres principales sindicatos, CGIL, CISL y UIL, que tienen una gran cobertura en el país y que, aunque no tiene un vínculo legal explícito, negocian a través de los contratos colectivos con las empresas e, incluso los que no están afiliados, entran en esa dinámica y se sienten protegidos por la cobertura sindical.
Es de ahí de donde parten los mínimos laborales retributivos. El profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad Bocconi de Milán, Maurizio del Conte, explica cuál es el problema principal de este sistema: “Genera muchos tipos de contratos, casi por cada sector de trabajo, ahora mismo hay casi mil tipos a nivel nacional y, eso a su vez, genera también ‘contratos piratas’, aquellos vinculados a un pequeño sindicato creado para ese tipo de trabajo, que puede ser único en toda Italia, y al no existir un mecanismo de verificación jurídica no establece garantías reales”.
El debate, explica el profesor de Derecho Laboral, es encendido y amplio en este momento pero los sindicatos ofrecen resistencia porque les quitaría espacio de maniobra y alegan que rebajaría el salario medio de los italianos. Sin embargo Pasquale Tridico, profesor ordinario de Política Económica y presidente del INSP (el Instituto para la Seguridad Social en Italia dependiente del Gobierno) apostaría por un modelo de salario mínimo porque iría precisamente orientado a esas franjas de la población más desfavorecidas, muchas de ellas que aún cobran por hora menos de 9 euros en Italia, según datos ofrecidos para este artículo.
Según Tridico el problema de la baja capacidad adquisitiva en este momento en Italia, agravada por la guerra, está en la falta de contratos eficaces en el contexto actual. Esta baja calidad del mercado laboral se concreta, por ejemplo y entre otras cosas, con la cantidad de contratos a tiempo determinado que aún se realizan, los datos están en su pico histórico, según el propio INSP.
Para ello Italia había diseñado un “Decreto dignidad” en el verano de 2018, muy similar a la medida para reducir el contrato a tiempo determinado de la actual reforma laboral española, que reducía este tipo de situaciones contractuales a situaciones muy específicas. ¿Y qué ha pasado? En 2019 ya se habían recuperado los datos pero, con la pandemia, en 2020 se decidió congelar la medida y la situación volvió a los parámetros negativos de las últimas décadas. Para Pasquale Tridico es fundamental volver a introducirla como uno de los pasos principales sobre los que cimentar posibles otras modificaciones del mercado laboral.