Islas Salomón, el paraíso en llamas más allá de China y Taiwán
Manifestantes de la provincia de Malaita han protagonizado revueltas que han dejado tres muertos
Cientos de soldados de Australia, Fiji, Nueva Zelanda, y Nueva Guinea han enviado tropas para poner orden
El hambre, la falta de trabajo y el dominio de China tras 36 años de apoyo a Taiwán han generado más desigualdad
Como destino turístico, las Islas Salomón son uno de los reclamos más exóticos y remotos del mundo, aunque más allá de sus atolones y de sus resorts bañados en aguas cristalinas hay una nación con los nervios a flor de piel que durante la última semana ha estado sumida en un estado de anarquía total. Varias zonas de la capital, Honiara, presentan una estampa bélica de edificios calcinados, destruidos, con calles que evidencian la resaca de batallas campales, de innumerables saqueos y de un malestar constante.
Las inmediaciones al Parlamento muestran un panorama irreconocible con inmuebles que han quedado consumidos por la ira. El barrio chino también está hecho trizas desde que los disturbios comenzaron el 24 de noviembre. Comisarías quemadas, toque de queda, tropas internacionales venidas de Australia, Nueva Zelanda, Fiji y Nueva Guinea para poner orden, cientos de detenidos y al menos tres residentes naturales de China muertos hacen que sea fácil olvidar la típica postal de nevera donde se suele mostrar el verde chillón de bosques pluviales, el mar turquesa y la arena inmaculada de este archipiélago coralino y volcánico de Melanesia.
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Arde el paraíso y rebosa de razones el cóctel de la sinrazón. La versión más extendida y predominante, al menos al inicio de las revueltas, ha vinculado el caos en las Islas Salomón con el giro diplomático del Gobierno en 2019, cuando dejó de reconocer después de 36 años la autonomía de Taiwán para postularse a favor de la República Popular de China. La realidad tiene un poso más profundo más allá de la mera geopolítica. Como otras, esta revuelta nace de las frustraciones locales, de las identitarias, de las que afectan a los bolsillos y al estómago - en tiempos de pandemia, el impacto es todavía mayor-. Los disturbios están protagonizados principalmente por ciudadanos de Malaita, una de las nueve provincias - y la más extensa y poblada - que componen las Islas Salomón, específicamente por seguidores del partido político independentista, que actualmente está en el Gobierno local. La pobreza, la falta de oportunidades laborales para los jóvenes, la corrupción o la poca atención a nivel de infraestructuras del Gobierno central con Malaita han abierto aún más la brecha, aunque la cuestión de fondo es la independencia. Todo ello aderezado con una falta de confianza absoluta que pone sobre la mesa una pregunta: ¿A cambio de qué ha brindado su apoyo las Islas Salomón a China?
El precio de apoyar a China
La población china residente en el archipiélago, especialmente en Honiara, se ha convertido una vez más en el blanco de las protestas ya que se les considera la fuente principal de corrupción y desigualdad económica. Hay un sentimiento de resentimiento de los salomonenses hacia la comunidad china porque operan en industrias tradicionalmente locales. El sector minorista ha dejado de ser su nicho, y ahora se han expandido a otros sectores como la agricultura y los recursos. Hay dos ejemplos que han sido retratados el jefe de la sección de Internacional del Sydney Morning Herald, Peter Hartcher, que explican perfectamente el malestar reciente dentro de un conflicto entre Malaita y el Gobierno central que acumula décadas de desacuerdos, violencia y hasta la amenaza de un referéndum - ilegal bajo las actuales leyes - de independencia.
Por un lado, “China se está encargando de financiar la construcción de un estadio para los Juegos del Pacífico que es como si fueran los Juegos Olímpicos de esta zona. Ellos pagan por el estadio pero también ellos son los que se quedan con todos los contratos y los que reciben los empleos. Los locales no están viendo beneficio alguno”, asegura Hartcher.
Este modelo donde la comunidad china siempre gana al estar amparada por el gigante asiático a través de empresas estatales se repite también en un sector muy sensible como es la explotación de oro. Golden Bridge era una empresa australiana que operaba en este ámbito. Se cerró y en 2019 fue comprada por una compañía vinculada al Gobierno chino, justo el mismo año en que se produjo el golpe de timón con el que Islas Salomón dejó de tener lazos diplomáticos con Taiwán.
“Como parte de ese acuerdo, la compañía china prestó billones de dólares a Islas Salomón para que su Gobierno se encargara de las mejoras en infraestructuras de la mina (ferrocarril y acondicionamiento). Eso provocó que la deuda nacional del país se doblara”, agrega Hartcher.
Básicamente, desde el cambio de rumbo diplomático, Islas Salomón ha acumulado una enorme deuda para pagar un activo en su territorio que es propiedad de China y cuyos ciudadanos explotan sin que, potencialmente, la población local pille cacho. Pocos días después de ese acuerdo, Islas Salomón dejó de reconocer a Taiwán y se posicionó a favor de Pekín a cambio de 7,5 millones de euros destinados a fondos de desarrollo. Desde Taipéi, en un esfuerzo por no perder el apoyo ni sus intereses en el archipiélago, avisaron: “La expansión de China en el Pacífico ha hecho que muchos países hayan caído en la trampa de la deuda”, declaró a Reuters en 2019 la portavoz taiwanesa, Joanne Ou. “Las llamativas infraestructuras que China suele prometer han causado graves daños al ecosistema local y han vulnerado su soberanía”.
Es precisamente este sentimiento el que ha provocado las revueltas actuales. Además, algunos líderes locales de las otras provincias de Islas Salomón, incluido el de Malaita, Daniel Suidani, han denunciado que han intentado sobornarles desde China, especialmente durante 2019, cuando llegaron a ofrecer poco más de cien mil euros para que dejaran de reconocer la autonomía de Taiwán. “Todo esto genera una atmósfera de desconfianza. Cuando la mina de oro esté operativa en un par de años, ésa será la industria principal del país y la pregunta que se hacen los locales es si ellos tendrán algún beneficio del oro que se está explotando de esta mina”, sentencia Hartcher.
Riesgo de deforestación
La madera es otro de los sectores en los que China ha logrado adentrarse. El gigante asiático ha sido históricamente el mayor importador de madera de Islas Salomón (alrededor de un 82 por ciento de sus exportaciones globales). Según un informe de Global Witness, el país exportó más de 3 millones de metros cúbicos de troncos tropicales en 2017, más de 19 veces una estimación conservadora de la cosecha anual sostenible. Si las actividades de tala continúan al ritmo actual, estas estimaciones indican que los bosques naturales del archipiélago se agotarán en 2036.
Nada de esto es nuevo para los salmonenses, ya que Taiwán tenía el mismo modus operandi que China, con una salvedad, y es que Pekín cuenta con más posibles, por lo que el impacto es mayor. Desde hace dos años, los políticos han aceptado más sobornos y existen más privilegios laborales para la comunidad china. La consecuencia es que los locales están asfixiados y a esto se le une el sentimiento de independencia arraigado desde hace décadas en la provincia de Malaita. Todo ello alentado por su líder local, Suidani, cuya retórica basada en el carisma, la demagogia y el populismo han servido para agitar unas almas tocadas, que además tienen los bolsillos y los estómagos vacíos, dentro de un contexto pandémico que multiplica las adversidades.