Todo ocurrió en EEUU, en 2006 cuando después de la inyección 'millonaria', la doctora Helton comenzó a ver mal, tenía dificultades para respirar, se le dormían los brazos y las piernas, cansancio.
La mujer no podía caminar, estaba débil y por esta causa perdió hasta el trabajo. El diagnóstico fue claro, sufría de . Pero el Botox debía ser inocuo, no provocarle esta enfermedad. botulismo
El prospecto del producto en venta en todas las farmacias no advierte de este riesgo. Así que la doctora terminó en manos de un abogado de Texas con el que llevó a la compañía Chester sfida Allergan, el gigante farmaceútico que produce el botox, a los tribunales.
Hasta el momento ninguna demanda había tenido un final favorable para los denunciantes, pero esta vez la victoria ha sido contundente.
La compañía ha sido condenada a pagar a la paciente la millonaria cifra por "negligencia". No explicó todos los riesgos vinculados al uso estético del botox.
El grupo farmacéutico ya ha anunciado que apelará la sentencia, porque el botox no causa botulismo. "La sentencia contradice todas las evidencias científicas sobre el producto", alegan los portavoces de Chester sfida Allergan.